En Antananarivo, en la isla de Madagascar, beata Victoria Rasoamanarivo, que, después de enviudar de un matrimonio con un hombre violento, y habiendo sido expulsados de la isla los misioneros, socorrió con toda solicitud a los cristianos y defendió a la Iglesia frente a los magistrados públicos (1894).
Nació en Tananarive (Madagascar). Perteneció a una de las familias más potentes del país, recibió una óptima educación moral.
Frecuentó las escuelas fundadas por la Compañía de Jesús y las Hermanas de la Congregación de San José de Cluny. La enseñanza de la religión católica y el ejemplo de los padres y las hermanas influyeron poderosamente en la joven, quien más tarde pidió ser admitida a la Iglesia.
Fue bautizada en 1863. Durante las persecuciones contra la Misión Católica, sus padres pretendieron que renegara de su fe pero ella no cedió. Los misioneros consideraron prudente respaldar su deseo a ingresar en la vida religiosa, pero fue entregada como esposa al hijo del primer ministro y alto oficial del ejército.
El matrimonio, debido al carácter y costumbres de su esposo, se constituyó para ella en un verdadero martirio. Sin embargo permaneció fiel a su marido no obstante los consejos de sus padres y de la misma reina.
Su vida cristiana ejemplar le ganaron la estima de la corte y el pueblo. Esta estima y su autoridad moral hicieron de ella una providencial sostenedora de la Iglesia Católica en Madagascar cuando los misioneros católicos fueron expulsados. Defendió públicamente a la Iglesia católica ante las autoridades y sostuvo la fe del pueblo. Cuando los misioneros regresaron en 1886 encontraron una comunidad vigorosa y floreciente debido al mérito y a la actividad de Victoria. Falleció el 21 de agosto de 1894.
Nació en Tananarive (Madagascar). Perteneció a una de las familias más potentes del país, recibió una óptima educación moral.
Frecuentó las escuelas fundadas por la Compañía de Jesús y las Hermanas de la Congregación de San José de Cluny. La enseñanza de la religión católica y el ejemplo de los padres y las hermanas influyeron poderosamente en la joven, quien más tarde pidió ser admitida a la Iglesia.
Fue bautizada en 1863. Durante las persecuciones contra la Misión Católica, sus padres pretendieron que renegara de su fe pero ella no cedió. Los misioneros consideraron prudente respaldar su deseo a ingresar en la vida religiosa, pero fue entregada como esposa al hijo del primer ministro y alto oficial del ejército.
El matrimonio, debido al carácter y costumbres de su esposo, se constituyó para ella en un verdadero martirio. Sin embargo permaneció fiel a su marido no obstante los consejos de sus padres y de la misma reina.
Su vida cristiana ejemplar le ganaron la estima de la corte y el pueblo. Esta estima y su autoridad moral hicieron de ella una providencial sostenedora de la Iglesia Católica en Madagascar cuando los misioneros católicos fueron expulsados. Defendió públicamente a la Iglesia católica ante las autoridades y sostuvo la fe del pueblo. Cuando los misioneros regresaron en 1886 encontraron una comunidad vigorosa y floreciente debido al mérito y a la actividad de Victoria. Falleció el 21 de agosto de 1894.
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