Está escrito que Abrahán tuvo dos hijos, uno de la esclava y otro de la libre; pero el hijo de la esclava nació según la carne y el de la libre en virtud de una promesa.
Estas cosas son una alegoría: aquellas representan dos alianzas. Una, la del monte Sinaí, engendra para la esclavitud, y es Agar. En cambio, la Jerusalén e arriba es libre; y esa es nuestra madre. Pues está escrito:
«Alégrate, estéril, que no dabas a luz, rompe a gritar de júbilo, la que no tenías dolores de parto, porque serán muchos los hijos de la abandonada; más que los de la que tiene marido». Así, pues, hermanos, no somos hijos de la esclava, sino de la mujer libre.
Para la libertad nos ha liberado Cristo.
Manteneos, pues, firmes, y no dejéis que vuelvan a someteros a yugos de esclavitud.
En aquel tiempo, la gente se apiñaba alrededor de Jesús, y él se puso a decirles:
-«Esta generación es una generación perversa. Pide un signo, pero no se le dará más signo que el signo de Jonás. Como generación Jonás fue un signo para los habitantes de Nínive, lo mismo será el Hijo del hombre para esta.
La reina del Sur se levantará en el juicio contra los hombres de esta generación y hará que los condenen, porque ella vino desde los confines de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón, y aquí hay uno que es más que Salomón. Los hombres de Nínive se alzarán en él, juicio contra esta generación y harán que los condenen; porque ellos se convirtieron con la proclamación de Jonás, y aquí hay uno que es más que Jonás».
Palabra del Señor.
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