Sofonías es el noveno de los profetas menores del Antiguo Testamento que dio nombre a uno de los libros más pequeños de la Biblia. En tan sólo tres capítulos, el profeta da cuenta a los israelitas de los planes de Dios y anuncia el juicio divino contra Judá.
SOFONÍAS, EL PROFETA DEL PUEBLO
El autor del libro aparece bajo el nombre de Sofonías en el mismo inicio de la obra: Palabra del Señor que recibió Sofonías, hijo de Cusí, hijo de Godolías, hijo de Amarías, hijo de Ezequías, en tiempo de Josías, hijo de Amón, rey de Judá (So 1, 1). El título del libro con esta presentación nos ofrece prácticamente la totalidad de los datos de su persona. En la versión original hebrea de la obra el nombre del profeta es Sefanyá. Fue la traducción latina de la Biblia –la Vulgata– la que adoptó el nombre de Sofonías como el oficial que ha llegado hasta nosotros.
En la presentación de la obra que acabamos de leer se presenta ál autor como una personalidad destacada. La lista de antepasados que ofrece refleja el alto rango de su figura. Esta fórmula generacional (toledot) parece situar al profeta Sofonías como un descendiente del rey Ezequías, aunque no tenemos ningún otro dato que confirme o desmienta esta posibilidad.
SOFONÍAS, EL PROFETA ESCRITOR
La personalidad de Sofonías tenemos que situarla en el comienzo del reinado de Josías, es decir, hacia el año 639 a.C. Estamos en un tiempo en el que la vida religiosa del pueblo de Israel parecía pasar por los momentos más bajos como consecuencia de una degradación de la piedad y del culto religioso. Esta situación social hizo que Sofonías se convirtiese en un polémico profeta dispuesto a denunciar las deformaciones religiosas que se estaban viviendo, así como la falta de compromiso social y el desinterés de los más ricos por las situaciones de pobreza por las que atravesaba el pueblo en aquellos momentos. Muchos han considerado las palabras de Sofonías como las armas más fuertes que pusieron las bases para conseguir la gran reforma religiosa del año 621 a.C. (2Cro 34, 8-35, 19).
Todo parece indicar que la obra en su conjunto es el resultado del trabajo de un mismo autor. El libro de Sofonías cuenta únicamente con tres capítulos. Es, por tanto, uno de los más breves de la Biblia y podemos afirmar, sin riesgo a equivocarnos, que todo el escrito forma una unidad literaria bien configurada con sus respectivos apartados.
SOFONÍAS, EL PROFETA APOCALÍPTICO
Por estas razones políticas, sociales y religiosas, Sofonías se dispone a proclamar de manera profética la inminente llegada de un juicio divino en el que Dios reclamará a cada uno según sus acciones y la conducta que ha llevado. La amenaza del «Día del Señor, como el momento en el que se pondrá en marcha el juicio universal, se convierte en el contenido esencial de la obra y hace de sus palabras un escrito de carácter apocalíptico. Junto al libro de Daniel y el de Malaquías, la profecía de Sofonías es considerada la obra apocalíptica por excelencia del Antiguo Testamento. Su permanente mirada al futuro, las expectativas mesiánicas y proféticas que ofrece y su alto contenido simbólico doctrinal, nos permiten situar esta obra dentro del marco de la literatura apocalíptica judía. Algunos especialistas consideran el libro de Sofonías uno de los primeros escritos de este estilo literario y llegan a definir a su autor como el padre de la apocalíptica literaria.
La obra en su totalidad parece tener unos destinatarios precisos y concretos. Si bien desconocemos la intencionalidad del autor que lo llevó a escribir estas líneas, podemos afirmar que existió una comunidad judía para la que fueron escritas estas letras de forma particular. El carácter apocalíptico de la obra refleja la decepción de los miembros creyentes de esa comunidad que se vieron defraudados ante las esperanzas escatológicas anunciadas. Probablemente el mismo Sofonías fue una de las causas que llevaron a esta comunidad judía a adquirir unas esperanzas que, con el paso del tiempo, no se cumplieron y que llevaron al profeta a escribir su obra.
SOFONÍAS Y EL JUICIO DE LAS NACIONES
El anuncio de la llegada del «Día del Señor» se convierte en el eje escatológico de toda la obra y, al mismo tiempo, en la característica profética más destacada del libro. Dios se presentará en un momento de la historia. El tiempo se detendrá y con su venida el pueblo de Judá será objeto de un enjuiciamiento. Este carácter judicial de Dios convierte la obra de Sofonías en un tratado de escatología judía que irá describiendo el final de los tiempos, como un juicio final lleno de símbolos metafóricos.
El anuncio del juicio de las naciones o juicio universal aparece representado a través de la proclamación del ««Día del Señor». La intención de Sofonías es conseguir la conversión de todo el pueblo a través del miedo que produce un castigo que será tan terrible como el diluvio: Voy a barrerlo todo de la superficie de la tierra, oráculo del Señor. Barreré hombres y ganados, barreré aves del cielo y peces del mar; haré perecer a los malvados, eliminaré a los hombres de la superficie de la tierra, oráculo del Señor (So 1, 2-3). El miedo a este juicio final es la única vía que considera el profeta para la salvación de Jerusalén y de un pueblo que vivía sumergido en medio de la idolatría y apostasía.
El carácter apocalíptico y escatológico del «Día del Señor» parece estar dirigido directamente hacia los más ricos, excluyendo del sufrimiento a los pobres y a todos los que han experimentado ya en su vida las injusticias de la sociedad que está criticando el profeta. La confianza en Dios, la fidelidad a la alianza y a la tradición de los antepasados son los elementos que serán tenidos en cuenta en ese juicio anunciado. Ese anuncio de la llegada del «Día del Señor» como el momento en el que se inicia el juicio a las naciones se convierte en un verdadero y muy serio aviso a Judá para que busque su propia conversión e instaure la justicia como norma de conducta.
SOFONÍAS, EL PROFETA DE LA SALVACIÓN
Sofonías era de esas personas que parecen verlo todo negro en un primer momento, pero después son capaces de descubrir lo positivo que hay en todas esas situaciones de conflicto. Para Sofonías, la destrucción es como una limpieza que da paso a la salvación. Su capacidad de descubrir las situaciones de injusticia en la sociedad es la misma que tiene para reconocer que, pese a todo, la imagen de un Dios justiciero es, en el fondo, la de un Dios misericordioso y bondadoso. El anuncio de salvación definitiva parece estar dirigido a un grupo amplio y con unas características determinadas. De esta manera, la salvación se promete a los pobres, a los humildes y todos los que han vivido las mayores situaciones de injusticia social: Yo dejaré en medio de ti un pueblo pobre y humilde, que buscará refugio en el nombre del Señor (So 3, 12).
SOFONÍAS Y EL RESTO DE ISRAEL
A esta capacidad paradójica, en donde se mezcla lo negativo con la esperanza de salvación, Sofonías da noticia de la aparición de una nueva forma de vivir la fe, de una selección popular que convertirá a los creyentes en el nuevo pueblo elegido por Dios. De alguna manera, Sofonías da lugar a la creencia en un doble pueblo, en el que, por un lado, estarían los que permanecerían fieles al mensaje de Dios y, por otro, los que se mantendrían al margen de conservar la tradición de los antepasados. La aparición del «resto de Israel» incluye la presencia de Dios en medio del pueblo: El Señor es rey de Israel en medio de ti, no tendrás que temer ya ningún mal (So 3, 15). Es como si el profeta se convirtiese en el fundador de un nuevo pueblo, dispuesto a vivir en fidelidad a su compromiso con Dios, como si Sofonías fuese el instaurador de una nueva manera de vivir y expresar la fe del pueblo: El resto de Israel no cometerá más iniquidad, no dirá más mentiras, ni hablará con falsedad. Se alimentarán y reposarán sin que nadie los inquiete (So 3, 13).
SOFONÍAS, EL PROFETA DEL «DIES IRAE, DIES ILLA»
En la parte final de la obra, Sofonías anuncia una serie de promesas de salvación que ponen de manifiesto el poder misericordioso de Dios ante su pueblo elegido. En medio de este anuncio recurre a un canto de marcado carácter litúrgico que muchos han querido identificar como una adición literaria posterior. La literatura cristiana medieval comenzará a utilizar este canto en la misa de difuntos como el 'Dies irae, Dies illa»> (So3, 14-20). La llamada al arrepentimiento en medio de la amenaza es el centro de la misión del profeta. La recuperación de la fidelidad a Dios es el único camino para la salvación: Antes que decida aventaron como paja en un solo día, antes que caiga sobre vosotros la ardiente ira del Señor, antes que os sobrevenga el día de la ira del Señor (So 2, 2).
SOFONÍAS, EL PROFETA DE LA ESPERANZA
En cierto sentido, el libro del profeta Sofonías, al anunciar el juicio de las naciones, parece uno de los libros más oscuros, fuertes, violentos y agresivos de toda la Biblia; sin embargo, en un sentido más profundo es el más consolador de todos los libros que se han escrito sobre el mundo: Dios ofrece su victoria de amor a los justos perseguidos; el sufrimiento de la historia se convierte en gozo, en promesas de salvación, en vida y plenitud que nunca acaba. Por eso, los buenos creyentes —tanto judíos como cristianos— se han consolado siempre leyendo, meditando y explicando el contenido de la profecía de Sofonías.
SOFONÍAS, EL PROFETA DEL PUEBLO
El autor del libro aparece bajo el nombre de Sofonías en el mismo inicio de la obra: Palabra del Señor que recibió Sofonías, hijo de Cusí, hijo de Godolías, hijo de Amarías, hijo de Ezequías, en tiempo de Josías, hijo de Amón, rey de Judá (So 1, 1). El título del libro con esta presentación nos ofrece prácticamente la totalidad de los datos de su persona. En la versión original hebrea de la obra el nombre del profeta es Sefanyá. Fue la traducción latina de la Biblia –la Vulgata– la que adoptó el nombre de Sofonías como el oficial que ha llegado hasta nosotros.
En la presentación de la obra que acabamos de leer se presenta ál autor como una personalidad destacada. La lista de antepasados que ofrece refleja el alto rango de su figura. Esta fórmula generacional (toledot) parece situar al profeta Sofonías como un descendiente del rey Ezequías, aunque no tenemos ningún otro dato que confirme o desmienta esta posibilidad.
SOFONÍAS, EL PROFETA ESCRITOR
La personalidad de Sofonías tenemos que situarla en el comienzo del reinado de Josías, es decir, hacia el año 639 a.C. Estamos en un tiempo en el que la vida religiosa del pueblo de Israel parecía pasar por los momentos más bajos como consecuencia de una degradación de la piedad y del culto religioso. Esta situación social hizo que Sofonías se convirtiese en un polémico profeta dispuesto a denunciar las deformaciones religiosas que se estaban viviendo, así como la falta de compromiso social y el desinterés de los más ricos por las situaciones de pobreza por las que atravesaba el pueblo en aquellos momentos. Muchos han considerado las palabras de Sofonías como las armas más fuertes que pusieron las bases para conseguir la gran reforma religiosa del año 621 a.C. (2Cro 34, 8-35, 19).
Todo parece indicar que la obra en su conjunto es el resultado del trabajo de un mismo autor. El libro de Sofonías cuenta únicamente con tres capítulos. Es, por tanto, uno de los más breves de la Biblia y podemos afirmar, sin riesgo a equivocarnos, que todo el escrito forma una unidad literaria bien configurada con sus respectivos apartados.
SOFONÍAS, EL PROFETA APOCALÍPTICO
Por estas razones políticas, sociales y religiosas, Sofonías se dispone a proclamar de manera profética la inminente llegada de un juicio divino en el que Dios reclamará a cada uno según sus acciones y la conducta que ha llevado. La amenaza del «Día del Señor, como el momento en el que se pondrá en marcha el juicio universal, se convierte en el contenido esencial de la obra y hace de sus palabras un escrito de carácter apocalíptico. Junto al libro de Daniel y el de Malaquías, la profecía de Sofonías es considerada la obra apocalíptica por excelencia del Antiguo Testamento. Su permanente mirada al futuro, las expectativas mesiánicas y proféticas que ofrece y su alto contenido simbólico doctrinal, nos permiten situar esta obra dentro del marco de la literatura apocalíptica judía. Algunos especialistas consideran el libro de Sofonías uno de los primeros escritos de este estilo literario y llegan a definir a su autor como el padre de la apocalíptica literaria.
La obra en su totalidad parece tener unos destinatarios precisos y concretos. Si bien desconocemos la intencionalidad del autor que lo llevó a escribir estas líneas, podemos afirmar que existió una comunidad judía para la que fueron escritas estas letras de forma particular. El carácter apocalíptico de la obra refleja la decepción de los miembros creyentes de esa comunidad que se vieron defraudados ante las esperanzas escatológicas anunciadas. Probablemente el mismo Sofonías fue una de las causas que llevaron a esta comunidad judía a adquirir unas esperanzas que, con el paso del tiempo, no se cumplieron y que llevaron al profeta a escribir su obra.
SOFONÍAS Y EL JUICIO DE LAS NACIONES
El anuncio de la llegada del «Día del Señor» se convierte en el eje escatológico de toda la obra y, al mismo tiempo, en la característica profética más destacada del libro. Dios se presentará en un momento de la historia. El tiempo se detendrá y con su venida el pueblo de Judá será objeto de un enjuiciamiento. Este carácter judicial de Dios convierte la obra de Sofonías en un tratado de escatología judía que irá describiendo el final de los tiempos, como un juicio final lleno de símbolos metafóricos.
El anuncio del juicio de las naciones o juicio universal aparece representado a través de la proclamación del ««Día del Señor». La intención de Sofonías es conseguir la conversión de todo el pueblo a través del miedo que produce un castigo que será tan terrible como el diluvio: Voy a barrerlo todo de la superficie de la tierra, oráculo del Señor. Barreré hombres y ganados, barreré aves del cielo y peces del mar; haré perecer a los malvados, eliminaré a los hombres de la superficie de la tierra, oráculo del Señor (So 1, 2-3). El miedo a este juicio final es la única vía que considera el profeta para la salvación de Jerusalén y de un pueblo que vivía sumergido en medio de la idolatría y apostasía.
El carácter apocalíptico y escatológico del «Día del Señor» parece estar dirigido directamente hacia los más ricos, excluyendo del sufrimiento a los pobres y a todos los que han experimentado ya en su vida las injusticias de la sociedad que está criticando el profeta. La confianza en Dios, la fidelidad a la alianza y a la tradición de los antepasados son los elementos que serán tenidos en cuenta en ese juicio anunciado. Ese anuncio de la llegada del «Día del Señor» como el momento en el que se inicia el juicio a las naciones se convierte en un verdadero y muy serio aviso a Judá para que busque su propia conversión e instaure la justicia como norma de conducta.
SOFONÍAS, EL PROFETA DE LA SALVACIÓN
Sofonías era de esas personas que parecen verlo todo negro en un primer momento, pero después son capaces de descubrir lo positivo que hay en todas esas situaciones de conflicto. Para Sofonías, la destrucción es como una limpieza que da paso a la salvación. Su capacidad de descubrir las situaciones de injusticia en la sociedad es la misma que tiene para reconocer que, pese a todo, la imagen de un Dios justiciero es, en el fondo, la de un Dios misericordioso y bondadoso. El anuncio de salvación definitiva parece estar dirigido a un grupo amplio y con unas características determinadas. De esta manera, la salvación se promete a los pobres, a los humildes y todos los que han vivido las mayores situaciones de injusticia social: Yo dejaré en medio de ti un pueblo pobre y humilde, que buscará refugio en el nombre del Señor (So 3, 12).
SOFONÍAS Y EL RESTO DE ISRAEL
A esta capacidad paradójica, en donde se mezcla lo negativo con la esperanza de salvación, Sofonías da noticia de la aparición de una nueva forma de vivir la fe, de una selección popular que convertirá a los creyentes en el nuevo pueblo elegido por Dios. De alguna manera, Sofonías da lugar a la creencia en un doble pueblo, en el que, por un lado, estarían los que permanecerían fieles al mensaje de Dios y, por otro, los que se mantendrían al margen de conservar la tradición de los antepasados. La aparición del «resto de Israel» incluye la presencia de Dios en medio del pueblo: El Señor es rey de Israel en medio de ti, no tendrás que temer ya ningún mal (So 3, 15). Es como si el profeta se convirtiese en el fundador de un nuevo pueblo, dispuesto a vivir en fidelidad a su compromiso con Dios, como si Sofonías fuese el instaurador de una nueva manera de vivir y expresar la fe del pueblo: El resto de Israel no cometerá más iniquidad, no dirá más mentiras, ni hablará con falsedad. Se alimentarán y reposarán sin que nadie los inquiete (So 3, 13).
SOFONÍAS, EL PROFETA DEL «DIES IRAE, DIES ILLA»
En la parte final de la obra, Sofonías anuncia una serie de promesas de salvación que ponen de manifiesto el poder misericordioso de Dios ante su pueblo elegido. En medio de este anuncio recurre a un canto de marcado carácter litúrgico que muchos han querido identificar como una adición literaria posterior. La literatura cristiana medieval comenzará a utilizar este canto en la misa de difuntos como el 'Dies irae, Dies illa»> (So3, 14-20). La llamada al arrepentimiento en medio de la amenaza es el centro de la misión del profeta. La recuperación de la fidelidad a Dios es el único camino para la salvación: Antes que decida aventaron como paja en un solo día, antes que caiga sobre vosotros la ardiente ira del Señor, antes que os sobrevenga el día de la ira del Señor (So 2, 2).
SOFONÍAS, EL PROFETA DE LA ESPERANZA
En cierto sentido, el libro del profeta Sofonías, al anunciar el juicio de las naciones, parece uno de los libros más oscuros, fuertes, violentos y agresivos de toda la Biblia; sin embargo, en un sentido más profundo es el más consolador de todos los libros que se han escrito sobre el mundo: Dios ofrece su victoria de amor a los justos perseguidos; el sufrimiento de la historia se convierte en gozo, en promesas de salvación, en vida y plenitud que nunca acaba. Por eso, los buenos creyentes —tanto judíos como cristianos— se han consolado siempre leyendo, meditando y explicando el contenido de la profecía de Sofonías.
No hay comentarios:
Publicar un comentario