sábado, 14 de diciembre de 2013

Lecturas


Surgió Elías, un profeta como un fuego, cuyas palabras eran horno encendido.
Les quitó el sustento del pan, con su celo los diezmó; con el oráculo divino sujetó el cielo e hizo bajar tres veces el fuego.
¡Qué terrible eras, Elías!; ¿quién se te compara en gloria?
Un torbellino te arrebató a la altura; tropeles de fuego, hacia el cielo.
Está escrito que te reservan para el momento de aplacar la ira antes de que estalle, para reconciliar a padres con hijos, para restablecer las tribus de Israel.
Dichoso quien te vea antes de morir, y más dichoso tú que vives.

Cuando bajaban de la montaña, los discípulos preguntaron a Jesús: - «¿Por qué dicen los escribas que primero tiene que venir Elías?»
Él les contestó: - «Elías vendrá y lo renovará todo. Pero os digo que Elías ya ha venido, y no lo reconocieron, sino que lo trataron a su antojo. Así también el Hijo del hombre va a padecer a manos de ellos.»
Entonces entendieron los discípulos que se refería a Juan, el Bautista.

Palabra del Señor.

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