El Señor habló a Moisés en el monte Sinaí:
-«Haz el cómputo de siete semanas de años, siete por siete, o sea cuarenta y nueve años.
A toque de trompeta darás un bando por todo el país, el día diez del séptimo mes.
El día de la expiación haréis resonar la trompeta por todo vuestro país.
Santificaréis el año cincuenta y promulgaréis manumisión en el país para todos sus moradores.
Celebraréis jubileo; cada uno recobrará su propiedad, y retornará a su familia.
El año cincuenta es para vosotros jubilar; no sembraréis ni segaréis el grano de ricio ni cortaréis las uvas de cepas bordes.
Porque es jubileo; lo considerarás sagrado. Comeréis de la cosecha de vuestros campos.
En este año jubilar cada uno recobrará su propiedad.
Cuando realices operaciones de compra y venta con alguien de tu pueblo, no lo perjudiques.
Lo que compres a uno de tu pueblo se tasará según el número de años transcurridos después del jubileo.
Él a su vez te lo cobrará según el número de cosechas anuales: cuantos más años falten, más alto será el precio; cuanto menos, menor será el precio. Porque él te cobra según el número de cosechas.
Nadie perjudicará a uno de su pueblo. Teme a tu Dios.
Yo soy el Señor, vuestro Dios.»
En aquel tiempo, oyó el virrey Herodes lo que se contaba de Jesús y dijo a sus ayudantes:
-«Ése es Juan Bautista, que ha resucitado de entre los muertos, y por eso los poderes actúan en él. »
Es que Herodes había mandado prender a Juan y lo habla metido en la cárcel encadenado, por motivo de Herodías, mujer de su hermano Filipo; porque Juan le decía que no le estaba permitido vivir con ella. Quería mandarlo matar, pero tuvo miedo de la gente, que lo tenía por profeta.
El día del cumpleaños de Herodes, la hija de Herodías danzó delante de todos, y le gustó tanto a Herodes que juró darle lo que pidiera.
Ella, instigada por su madre, le dijo:
-«Dame ahora mismo en una bandeja la cabeza de Juan Bautista. »
El rey lo sintió; pero, por el juramento y los invitados, ordenó que se la dieran; y mandó decapitar a Juan en la cárcel.
Trajeron la cabeza en una bandeja, se la entregaron a la joven, y ella se la llevó a su madre.
Sus discípulos recogieron el cadáver, lo enterraron, y fueron a contárselo a Jesús.
Palabra del Señor.
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