En aquellos días, llegó el hambre a todo Egipto, y el pueblo reclamaba pan al Faraón; el Faraón decía a los egipcios:
-«Dirigíos a José y haced lo que él os diga.»
Cuando el hambre cubrió toda la tierra, José abrió los graneros y repartió raciones a los egipcios, mientras arreciaba el hambre en Egipto.
Y de todos los países venían a Egipto a comprarle a José, porque el hambre arreciaba en toda la tierra.
Los hijos de Jacob fueron entre otros a comprar grano, pues habla hambre en Canaán.
José mandaba en el país y distribuía las raciones a todo el mundo.
Vinieron, pues, los hermanos de José y se postraron ante él, rostro en tierra. Al ver a sus hermanos, José los reconoció, pero él no se dio a conocer, sino que les habló duramente:
-«¿De dónde venís?»
Contestaron:
-«De tierra de Canaán, a comprar provisiones.»
Y los hizo detener durante tres días.
Al tercer día, les dijo:
-«Yo temo a Dios, por eso haréis lo siguiente, y salvaréis la vida: si sois gente honrada, uno de vosotros quedará aquí encarcelado, y los demás irán a llevar víveres a vuestras familias hambrientas; después me traeréis a vuestro hermano menor; así probaréis que habéis dicho la verdad y no moriréis.»
Ellos aceptaron, y se decían:
-«Estamos pagando el delito contra nuestro hermano, cuando le veíamos suplicarnos angustiado y no le hicimos caso; por eso nos sucede esta desgracia. »
Intervino Rubén:
-«¿No os lo decía yo: “No pequéis contra el muchacho”, y no me hicisteis caso? Ahora nos piden cuentas de su sangre.»
Ellos no sabían que José les entendía, pues había usado intérprete.
Él se retiró y lloró; después volvió a ellos.
En aquel tiempo, Jesús, llamando a sus doce discípulos, les dio autoridad para expulsar espíritus inmundos y curar toda enfermedad y dolencia.
Éstos son los nombres de los doce apóstoles: el primero, Simón, llamado Pedro, y su hermano Andrés; Santiago el Zebedeo, y su hermano Juan; Felipe y Bartolomé, Tomás y Mateo, el publicano; Santiago el Alfeo, y Tadeo; Simón el Celote, y Judas Iscariote, el que lo entregó.
A estos doce los envió Jesús con estas instrucciones:
-«No vayáis a tierra de gentiles, ni entréis en las ciudades de Samaria, sino id a las ovejas descarriadas de Israel. Id y proclamad que el reino de los cielos está cerca.»
Palabra del Señor.
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