En el Bósforo, en la Propóntide, muerte de san Nicéforo, obispo de Constantinopla, que, tenaz defensor de las tradiciones, se opuso con decisión al emperador iconoclasta León el Armenio, sosteniendo el culto de las sagradas imágenes. Expulsado de su sede, fue relegado largo tiempo en un monasterio, donde entregó su alma a Dios.
Nació en Constantinopla en el seno de una familia estrictamente ortodoxa, que sufrió por los iconoclastas. Entró al servicio del Imperio, y se convirtió en secretario del gabinete, y bajo la emperatriz Irene, tomó parte del sínodo del 787 como comisionado imperial. Después se retiró a un claustro fundado por él en Propontis, hasta que fue nombrado en otro puesto.
Luego de la muerte de san Tarasio, patriarca de Constantinopla, aún siendo laico, fue elegido patriarca por deseo del emperador (en la Pascua, el 12 de abril del 806). Esta elección poco canónica encontró oposición en la parte estrictamente clerical, oposición que se intensificó hasta romper completamente con Nicéforo, que en cualquier caso era un moralista muy estricto, pero que estuvo de acuerdo con el emperador en restituir al excomulgado sacerdote José. Le atrajeron la hostilidad de los monjes de Studion y de su abad san Teodoro “Estudita”.
Luego de disputas teológicas sin sentido, en diciembre del 814, vinieron los insultos personales. Nicéforo al inicio pedía su destitución por excomunión, pero fue forzado a mantenerse a la fuerza, y exiliado a uno de los monasterios fundados por él, Tou Agathou, y después llamado Tou hagiou Theodorou. De ahí comenzó una polémica literaria por la causa de los iconos contra el sínodo del 815; gracias al cambio de soberanos en el 820, por fin se le prometió tolerancia.
Murió en el monasterio Tou Agathou, reverenciado como confesor. Sus restos fueron llevados solemnemente a Constantinopla por el Patriarca san Metodio I de Constantinopla el 13 de marzo del 874, y depositados en la iglesia de los Santos Apóstoles, donde anualmente fueron objeto de devoción imperial.
Comparado con san Teodoro “Estudita”, Nicéforo parece amigo de la conciliación, conocedor de patrísticas, más inclinado a tomar la defensiva que la ofensiva, y poseedor de un estilo simple y comparativamente casto. Era sencillo en sus reglas eclesiásticas y monásticas y no era partidario en su tratamiento histórico del periodo 610 a 769 ("Historia syntomos, breviarium").
Sus tablas de historia universal ("Chronographikon syntomon"), en pasajes extendidos y continuados, estaban en gran favor de los Bizantinos, y circularon también por Occidente en la versión Latina de Anastasio. La "Cronografía" ofrecía una historia universal desde la época de Adán y Eva hasta su propio tiempo. Al final le anexó un catálogo del cannon (que no incluía el Apocalipsis de Juan). El catálogo de libros aceptados para el Antiguo y Nuevo Testamentos es seguido de un antilegomena (que inlcuía al Apocalipsis y los apócrifos). Junto a cada libro se cuentan sus líneas, la estichometría, a la cual se pueden comparar los textos actualmente aceptados y juzgar qué tanto fue agregado u omitido. Esto es especialmente útil para los apócrifos para los cuales sólo sobrevivieron fragmentos de textos.
Las principales obras de Nicéforo son tres escritos que se refieren al iconoclasmo: "Apologeticus minor", probablemente compuesto antes del 814, una obra explicativa para laicos sobre la tradición y la primer fase del movimiento iconoclasta. "Apologeticus major", con tres "Antirrhetici contra Mamonas-Constantino Coprónimo", un completo dogmatismo sobre la creencia en las imágenes, con una exhaustiva discusión y refutación de las objeciones hechas en oposición a sus obras, así como aquellas hechas de los trabajos de los Padres. La tercera de sus mayores obras es una refutación del sínodo iconoclástico del 815.
Nicéforo sigue el camino de san Juan Damasceno. Su mérito es la firmeza con que traza sus pruebas literarias y tradicionales, y sus refutaciones detalladas sirven por el conocimiento que aportan de textos importantes aducidos por sus oponentes y en parte tomados de la literatura de la iglesia antigua.
Nació en Constantinopla en el seno de una familia estrictamente ortodoxa, que sufrió por los iconoclastas. Entró al servicio del Imperio, y se convirtió en secretario del gabinete, y bajo la emperatriz Irene, tomó parte del sínodo del 787 como comisionado imperial. Después se retiró a un claustro fundado por él en Propontis, hasta que fue nombrado en otro puesto.
Luego de la muerte de san Tarasio, patriarca de Constantinopla, aún siendo laico, fue elegido patriarca por deseo del emperador (en la Pascua, el 12 de abril del 806). Esta elección poco canónica encontró oposición en la parte estrictamente clerical, oposición que se intensificó hasta romper completamente con Nicéforo, que en cualquier caso era un moralista muy estricto, pero que estuvo de acuerdo con el emperador en restituir al excomulgado sacerdote José. Le atrajeron la hostilidad de los monjes de Studion y de su abad san Teodoro “Estudita”.
Luego de disputas teológicas sin sentido, en diciembre del 814, vinieron los insultos personales. Nicéforo al inicio pedía su destitución por excomunión, pero fue forzado a mantenerse a la fuerza, y exiliado a uno de los monasterios fundados por él, Tou Agathou, y después llamado Tou hagiou Theodorou. De ahí comenzó una polémica literaria por la causa de los iconos contra el sínodo del 815; gracias al cambio de soberanos en el 820, por fin se le prometió tolerancia.
Murió en el monasterio Tou Agathou, reverenciado como confesor. Sus restos fueron llevados solemnemente a Constantinopla por el Patriarca san Metodio I de Constantinopla el 13 de marzo del 874, y depositados en la iglesia de los Santos Apóstoles, donde anualmente fueron objeto de devoción imperial.
Comparado con san Teodoro “Estudita”, Nicéforo parece amigo de la conciliación, conocedor de patrísticas, más inclinado a tomar la defensiva que la ofensiva, y poseedor de un estilo simple y comparativamente casto. Era sencillo en sus reglas eclesiásticas y monásticas y no era partidario en su tratamiento histórico del periodo 610 a 769 ("Historia syntomos, breviarium").
Sus tablas de historia universal ("Chronographikon syntomon"), en pasajes extendidos y continuados, estaban en gran favor de los Bizantinos, y circularon también por Occidente en la versión Latina de Anastasio. La "Cronografía" ofrecía una historia universal desde la época de Adán y Eva hasta su propio tiempo. Al final le anexó un catálogo del cannon (que no incluía el Apocalipsis de Juan). El catálogo de libros aceptados para el Antiguo y Nuevo Testamentos es seguido de un antilegomena (que inlcuía al Apocalipsis y los apócrifos). Junto a cada libro se cuentan sus líneas, la estichometría, a la cual se pueden comparar los textos actualmente aceptados y juzgar qué tanto fue agregado u omitido. Esto es especialmente útil para los apócrifos para los cuales sólo sobrevivieron fragmentos de textos.
Las principales obras de Nicéforo son tres escritos que se refieren al iconoclasmo: "Apologeticus minor", probablemente compuesto antes del 814, una obra explicativa para laicos sobre la tradición y la primer fase del movimiento iconoclasta. "Apologeticus major", con tres "Antirrhetici contra Mamonas-Constantino Coprónimo", un completo dogmatismo sobre la creencia en las imágenes, con una exhaustiva discusión y refutación de las objeciones hechas en oposición a sus obras, así como aquellas hechas de los trabajos de los Padres. La tercera de sus mayores obras es una refutación del sínodo iconoclástico del 815.
Nicéforo sigue el camino de san Juan Damasceno. Su mérito es la firmeza con que traza sus pruebas literarias y tradicionales, y sus refutaciones detalladas sirven por el conocimiento que aportan de textos importantes aducidos por sus oponentes y en parte tomados de la literatura de la iglesia antigua.
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