sábado, 21 de marzo de 2020

Santa Benedicta Cambiagio Frassinello


En Ronco Scrivia, de la Liguria, santa Benita Cambiagio Frassinello, que, de acuerdo con su marido, espontáneamente renunció a la vida conyugal y fundó el Instituto de Hermanas Benedictinas de la Providencia, para la instrucción cristiana de jóvenes pobres y abandonadas.

Nació en Langasco (Génova), pero su familia se trasladó al valle del Ticino en busca de trabajo; en Pavía nuestra beata trabajó en una verdulería. Hacia los 20 años vive una fuerte experiencia interior que acrecienta en ella el amor a la oración y a la penitencia y, en modo especial, el deseo de abandonarlo todo para consagrarse enteramente a Dios. Aunque se sentía llamada a la vida religiosa escuchó el consejo de su familia y se casó con Giovanni Battista Frassinello. 

El camino de Benedicta en búsqueda de la voluntad de Dios es bastante arduo y difícil; se ve empujada por un impulso interior hacia la vida de virginidad, cultivado desde su adolescencia. Vive dos años casada, después de los cuales tiene la alegría de realizar, en ese estado, el aspecto profundo y sublime de la virginidad espiritual. De común acuerdo con su marido, que atraído por la santidad de Benita abraza renovando juntos el voto de castidad perfecta delante del Obispo. Los dos se dedican generosamente a la acogida y educación humano-cristiana de las chicas pobres y abandonadas.

La obra de Benedicta se inserta en la vida social de Pavía en un período en el que la institución de la escuela era acogida como auténtica portadora de bienestar. Es la primera mujer de la ciudad y de la provincia que ve esta necesidad y el gobierno austriaco le otorga el título de "Promotora de la Pública Instrucción". Ayudada desde el primer momento por algunas jóvenes voluntarias, a las cuales da un reglamento aprobado por la Autoridad Eclesiástica, une a la enseñanza escolar la formación catequística y la formación al trabajo. De ambientes se sirve para transformar a las chicas en "modelos de vida cristiana" y asegurar de esta manera la verdadera formación de las familias.

Su constante entrega nace y crece del fervor eucarístico y de la contemplación del Crucifijo, porque ella está convencida que sólo Dios es su verdadero apoyo y protección. En su vida no faltan experiencias místicas que se repiten, particularmente, en las fiestas litúrgicas sin distraerla de sus obligaciones cotidianas. Por amor a las niñas está dispuesta a los mayores sacrificios: de su persona, de sus bienes y hasta de la fama. La singularidad de la obra y el programa educativo de Benedicta son duramente criticadas por la oposición de personas poderosas, que se ven molestadas en sus viles intereses, y también por la incomprensión de algunas personas del clero. En julio de 1838 Benedicta cede su institución al obispo Tosi y, junto con el marido y cinco fieles compañeras, abandona Pavía y se dirigió hacia Liguria.

En Ronco Scrivia abre una escuela para las chicas del pueblo y funda la Congregación de las "Hermanas Benedictinas de la Providencia", para las que escribe las “Reglas Constituciones”. En ellas queda plasmado el desarrollo del carisma de Pavía, ampliando a todas las chicas y jóvenes la educación, la instrucción y la formación cristianas, con su inconfundible espíritu de ilimitado abandono y confianza en la divina Providencia, de amor a Dios, a través de la pobreza y la caridad.

El Instituto de las Hnas. Benedictinas de la Providencia se desarrolla rápidamente. En 1847 también llega a Voghera. Esta sede, cuarenta años después de la muerte de Madre Benedicta, por obra del obispo diocesano se convierte en Instituto independiente. En tales circunstancias las hermanas toman el nombre de "Benedictinas de la Divina Providencia" en memoria de Benedicta, su fundadora. En 1851 Benedicta vuelve a Pavía, en una zona distinta a la primera fundación, y en 1857 abre una escuela en un pueblo de Valpolcevera, San Quirico. Su contraseña era: "En nombre del Señor". Su finalidad formar mujeres cristianas para sí mismas y para la sociedad.  Benedicta muere santamente en Ronco Scrivia, en el día y hora predichos por ella. Entorno a su féretro se reúne una gran multitud de gente como última manifestación de estima y de dolor hacia la que considera como una "Santa". Fue canonizada por SS Juan Pablo II el 19 de mayo de 2002 en la Plaza de San Pedro.

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