Martirologio Romano: En la vía Cornelia a trece millas de Roma, en el cementerio ad Nymphas, santos Mario, Marta, Audifaz y Ábaco, mártires.
La leyenda narra que Mario, un noble persa, su mujer Marta y sus hijos: Audifaz y Ábaco marcharon a Roma para venerar las tumbas de los apóstoles. El emperador Claudio II había ordenado a sus legiones que juntaran a los cristianos romanos en el anfiteatro en donde los mataron e incineraron. La familia persa juntó las cenizas de los mártires y las enterraron juntas. Por este hecho, el gobernador Marciano los aprehendió y los torturó antes de matarlos. Algunos antiguos Martirologios colocan esta venida a Roma y los hechos sucesivos hacia el 268/270, al tiempo del reinado de Claudio II, cuando se sabe perfectamente que no hubo persecuciones contra los cristianos; la reciente edición del Martirologio Romano, en cambio, indica el inicio del siglo IV como fecha de su martirio, a partir de este dato podemos asumir que la familia persa-cristiana se alojó o afincó en Roma por un cierto número de años.
En Roma se asociaron al presbítero Juan, para dar una digna sepultura a 260 mártires en la Vía Salaria -evidentemente víctimas de la mencionada persecución de Diocleciano- que yacían decapitados y sin sepultara, en campo abierto. Por supuesto que esta acción no podía pasar inadvertida, dado el gran número de cuerpos, por lo que Mario y sus familiares fueron descubiertos, arrestados, y conducidos a los tribunales. Primero el prefecto Flaviano y luego el gobernador Marciano, siguiendo las normas de los edictos imperiales, los interrogaron, invitándolos a sacrificar a los dioses; habiéndose negado, fueron condenados a la decapitación los tres varones, en la Vía Cornelia, mientras que para Marta se escogió un estanque a 13 millas de Roma, conocido como "Ad Nymphas" y que hoy es conocido como Santa Ninfa. Sus cuerpos fueron recogidos por la pía matrona romana Felicitas, y sepultados en una propiedad suya de las afueras llamada «Buxus» (hoy Boccea), sobre la misma Vía Cornelia. Todo lo que de ellos se sabe es su nombre, la fecha de su sepultura y el lugar de su enterramiento.
Los cristianos honraron los cuerpos de estos mártires con respeto. Fueron enterrados en la Via Cornelia. Sucesivos estudios dan diversas formulaciones de estas vidas, encontrándose legendarios dos aspectos: el origen persa y el hecho de pertenecer a la misma familia. Debe tenerse presente que en las pasiones de los primeros siglos era frecuente la tendencia a transformar grupos de mártires en miembros pertenecientes a un mismo núcleo familiar. Según los estudiosos, es probable que el grupo haya estado compuesto por cristianos, habitantes de Lorium, una villa imperial distante unos 20 kilómetros de Roma. Sobre el lugar del martirio, en el término de Boccea, surgió luego una iglesia, de la cual son aun visibles los restos, y que fue meta de peregrinación en el Medioevo.
Trece siglos después (en 1590) sus cuerpos fueron descubiertos y ahora son honrados en iglesias tan separadas unas de otras como Roma, Cremona y Alemania (Martirologio Romano). En el arte, este grupo está representado generalmente como una familia noble persa visitando prisioneros. Algunas veces se representan enterrando cristianos en Roma o siendo ejecutados con un hacha. Su culto universal fue suprimido en 1960.
La leyenda narra que Mario, un noble persa, su mujer Marta y sus hijos: Audifaz y Ábaco marcharon a Roma para venerar las tumbas de los apóstoles. El emperador Claudio II había ordenado a sus legiones que juntaran a los cristianos romanos en el anfiteatro en donde los mataron e incineraron. La familia persa juntó las cenizas de los mártires y las enterraron juntas. Por este hecho, el gobernador Marciano los aprehendió y los torturó antes de matarlos. Algunos antiguos Martirologios colocan esta venida a Roma y los hechos sucesivos hacia el 268/270, al tiempo del reinado de Claudio II, cuando se sabe perfectamente que no hubo persecuciones contra los cristianos; la reciente edición del Martirologio Romano, en cambio, indica el inicio del siglo IV como fecha de su martirio, a partir de este dato podemos asumir que la familia persa-cristiana se alojó o afincó en Roma por un cierto número de años.
En Roma se asociaron al presbítero Juan, para dar una digna sepultura a 260 mártires en la Vía Salaria -evidentemente víctimas de la mencionada persecución de Diocleciano- que yacían decapitados y sin sepultara, en campo abierto. Por supuesto que esta acción no podía pasar inadvertida, dado el gran número de cuerpos, por lo que Mario y sus familiares fueron descubiertos, arrestados, y conducidos a los tribunales. Primero el prefecto Flaviano y luego el gobernador Marciano, siguiendo las normas de los edictos imperiales, los interrogaron, invitándolos a sacrificar a los dioses; habiéndose negado, fueron condenados a la decapitación los tres varones, en la Vía Cornelia, mientras que para Marta se escogió un estanque a 13 millas de Roma, conocido como "Ad Nymphas" y que hoy es conocido como Santa Ninfa. Sus cuerpos fueron recogidos por la pía matrona romana Felicitas, y sepultados en una propiedad suya de las afueras llamada «Buxus» (hoy Boccea), sobre la misma Vía Cornelia. Todo lo que de ellos se sabe es su nombre, la fecha de su sepultura y el lugar de su enterramiento.
Los cristianos honraron los cuerpos de estos mártires con respeto. Fueron enterrados en la Via Cornelia. Sucesivos estudios dan diversas formulaciones de estas vidas, encontrándose legendarios dos aspectos: el origen persa y el hecho de pertenecer a la misma familia. Debe tenerse presente que en las pasiones de los primeros siglos era frecuente la tendencia a transformar grupos de mártires en miembros pertenecientes a un mismo núcleo familiar. Según los estudiosos, es probable que el grupo haya estado compuesto por cristianos, habitantes de Lorium, una villa imperial distante unos 20 kilómetros de Roma. Sobre el lugar del martirio, en el término de Boccea, surgió luego una iglesia, de la cual son aun visibles los restos, y que fue meta de peregrinación en el Medioevo.
Trece siglos después (en 1590) sus cuerpos fueron descubiertos y ahora son honrados en iglesias tan separadas unas de otras como Roma, Cremona y Alemania (Martirologio Romano). En el arte, este grupo está representado generalmente como una familia noble persa visitando prisioneros. Algunas veces se representan enterrando cristianos en Roma o siendo ejecutados con un hacha. Su culto universal fue suprimido en 1960.
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