viernes, 24 de enero de 2020

Beatos Vicente Lewoniuk y doce compañeros


En Pratulin, en la región de Siedlce, en Polonia, beatos Vicente Lewoniuk y doce compañeros, mártires, que, firmes ante las amenazas y halagos de los que querían apartarlos de la Iglesia católica, fueron asesinados o heridos mortalmente por haberse negado a entregar las llaves de la parroquia. Son sus nombres: beatos Daniel Karmasz, Lucas Bojko, Bartolomé Osypiuk, Honofrio Wasyluk, Felipe Geryluk, Constantino Bojko, Aniceto Hryciuk, Ignacio Franczuk, Juan Andrzejuk, Constantino Lukaszuk, Máximo Hawryluk y Miguel Wawrzyszuk.

Los trece mártires polacos conmemorados eran laicos católicos de la Iglesia llamada Uniata, nacida en 1596 de la Unión de Brest. Esta unión llevó a la unificación de la iglesia ortodoxa polaca con la Iglesia Católica y el Romano Pontífice. Vicente  Lewoniuk y sus compañeros eran simples campesinos que serán famosos por su heroismo al defender sus creencias durante la persecución de la Iglesia Católica por parte de Rusia, particularmente sangrienta y bien organizada, durante la partición de Polonia. Los zares rusos iniciaron gradualmente la abolición del catolicismo partiendo de la destrucción de la Iglesia uniata. En 1794, Catalina II abolió la Iglesia uniata ucraniana. En 1839, el zar Nicolás I declaró oficialmente abolida la iglesia uniata de Bielorusia y de Lituania. Esta fue la actuación del viejo principio “cuius regio eius religio”,  en base al cual los subditos debian profesar la misma religión de sus soberanos. Rusia temía que la Iglesia Católica fuese un obstáculo para la rusificación y la degradación del hombre que tan necesario era para su gobierno. 

En la segunda mitad del siglo XIX, en el territorio ocupado por Rusia, la Iglesia uniata permanecía sólo en la diócesis polaca de Chelm. La administración del zar proyectó la abolición de esta Iglesia y Alejandro I dio la autorización para proceder. En enero de 1874 tenía que haber entrado la litúrgia ortodoxa en las iglesias uniatas. Hubo algunos que cedieron pero otros se mantuvieron fieles a la sede romana. Los que no había aceptado la ortodoxia sufrieron la deportación a Siberia, la cárcel y la remonición de sus parróquias. Muchos laicos, privados de sus párrocos, eligieron defender sus iglesias, la liturgia y la fidelidad al Santo Padre, a menudo a costa de sus vidas. 

El 24 de Enero de 1874 llegaron a Pratulin las tropas zaristas y los uniatas eran conscientes que la defensa de la iglesia les podía costar la vida. A pesar de todo fueron al templo a defender su fe. Se reunieron las familias, se vistieron con sus vestidos de fiesta, como acostumbraban cuando se ocupaban de las cosas sagradas.

No consiguiendo persudir a los uniatas que dejaran la iglesia ni con las amenazas ni con las lisonjas de las gracias del zar, el comandante ordenó disparar a la gente. Cuando oyeron que el ejército había recibido la orden de matar a todo aquel que pusiera resistencia, los uniatas, se arrodillaron en el cementerio cercano a la iglesia y cantando se prepararon a derramar su sangre por la fe. Murieron llenos de paz con la oración en los labios, sin revelarse, diciendo “dulce es la muerte por la fe”.

Los trece mártires de Pratulin eran todos hombres de edad comprendidad entre los 19 y 50 años, de los cuales no tenemos muchas noticias personales. Por su testimonio parece que eran hombres caracterizados de una fe madura. La defensa de la iglesia rodeada de tropas armadas no fue un efecto de un celo momentáneo o de la temeridad irresponsable, sino la lógica consecuencia de la fe profunda. Ellos creyeron que dar la vida por Cristo no significaba perderla antes bien, conquistar la plenitud. 

Pequeña reseña biográfica de los mártires:

Vicente Lewoniuk. (1849-1874). Nació en Krzyczew (Polonia). Era casado. Tenía 25 años. Era un hombre devoto y de buena reputación. Fue el primero en dar la vida por defender la iglesia y por esto es el representante de este grupo de mártires de Pratulin en Polonia.

Daniel Karmasz. (1826-1874). Nació en Przedmiecie Pratulin (Polonia). Casado. Tenía 48 años. Del testimonio de su hijo sabemos que era un hombre con sentimientos religiosos y temeroso de Dios. Presidente de la confraternidad parroquial, durante la defensa de la iglesia se puso en cabeza de la fila de la gente portando una cruz que todavía hoy se conserva en Pratulin. 

Lucas Bojko (pol.: Lukasz Bojko). (1852-1874). Nació en Zaczopki (Polonia). Soltero. Tenía 21 años. Su hermano testificó que fue un hombre honesto, religioso y de buena reputación. Durante la defensa de la iglesia sonaba las campanas. 

Bartolomé Osypiuk (pol.: Bartlomiej Osypiuk). (1843-1874). Nació en Bohukaly (Polonia). Tenía 30 años y estaba casado con Natalia, tenía dos hijos. En el pueblo era respetado por todos por su honestidad, sagacidad y religiosidad. Gravemente herido, fue llevado a su casa, donde murió orando por sus perseguidores. 

Honofrio Wasyluk (pol.: Onufry Wasyluk). (1853-1874). Nació en Zaczopki (Polonia). Tenía 21 años y estaba casado. Buen católico y hombre justo, amado por todos.

Felipe Geryluk (pol.: Filip Geryluk). (1830-1874). Nació en Zaczopki (Polonia). Casado, de 44 años de edad. Por el testimonio de su nieto era un buen padre de familia, devoto y honesto. Junto a la iglesia animó a los otros a la perseverancia y él mismo dio la vida por la fe. 

Constantino Bojko (pol.: Konstanty Bojko). (1825-1874). Nació en Derlo (Polonia). Casado, de 45 años. Hombre bueno y devoto. Herido gravemente durante la defensa de la Iglesia, murió en su casa al día siguiente, dejando a su mujer Irene y 7 hijos. 

Aniceto Hryciuk (pol.: Anicet Hryciuk). (1855-1874). Nació en Zaczopki (Polonia). Soltero de 19 años. Joven bueno, religioso y educado en el amor hacia la iglesia. Saliendo de su casa con la comida para los defensores le dijo a su madre: “Quizás también yo sea digno de dar la vida por la fe”.

Ignacio Franczuk (pol.: Ignacy Franczuk). (1824-1874). Nació en Derlo (Polonia). Tenía 50 años. Casado con Elena con quien tuvo 7 hijos. De su hijo sabemos que educó a sus hijos en el temor de Dios. La fidelidad a Dios era para él el valor más importante. Preparándose para ir a Pratulin para defender la iglesia, se puso un traje limpio afirmando que todo podía suceder, como que él no regresase más. Después de la muerte de Daniel Karmasz cogió su cruz y se puso en primera fila con los defensores. 

Juan Andrzejuk (pol.: Jan Andrzejuk). (1848-1874). Nació en Drelów (Polonia). Tenía 26 años y estaba casado con Marina de quien tuvo dos hijos. Estimado por todos como hombre bueno y prudente. Mientras se encaminó a Pratulin para defender la iglesia, se despidió de todos presintiendo que era la última vez que los veía. Gravemente herido fue trasladado a su casa, donde murió durante la noche.  

Constantino Lukaszuk (pol.: Konstanty Lukaszuk). (1829-1874). Nació en Zaczopki (Polonia). Casado, de 45 años. Fue herido y murió a causa de ello. 

Máximo Hawryluk (pol.: Maksym Hawryluk). (1840-1874). Nació en Bohukaly (Polonia). Tenía 34 años y estaba casado con Dominica, querido por la gente como hombre bueno y honesto. Herido gravemente en la iglesia, murió al día siguiente. 

Miguel Wawryszuk (pol.: Michal Wawrzyszuk). (1853-1874). Nació en Derlo (Polonia). Tenía 21 años y era soltero. Trabajaba en la hacienda de Pablo Pikula en Derlo. Gozaba de buena fama. Gravemente herido en la iglesia de Pratulin, murió un día después en Derlo. 

Los trece mártires fueron sepultados por los soldador rusos sin respeto, sin la participación de sus familiares y sin dejar ningún signo sobre su tumba. Los parroquianos de Pratulin afortunadamente no olvidarona sus hermanos mártires y a partir de 1918, cuando Polonia reconquistó la libertad, la tumba comenzó a ser objeto de veneración. Los restos de los mártires fueron trasladados a la iglesia parroquial el 18 de mayo de 1990. 

El hecho de Pratulin no fue un acto esporádico. Particularmente desde 1874, cada parroquia uniata en Polonia escribio su historia de martirio. El zar abolió oficialmente la diócesis uniata de Chelm en 1875 y los uniatas, contra su voluntad, fueron unificados a la Iglesia ortodoxa rusa. Los uniatas no aceptaron la situación y por su fidelidad a la Iglesia católica pagaron muchas veces con la muerte u otras penas. Bajo el poder ruso se quedaron sin pastores, pero a pesar de ello recibieron la ayuda pastoral de los sacerdotes católicos de las zonas polacas que quedaron bajo el poder austriaco y aleman. La gran fe de los uniatas y la ayuda solidaria recibida de Iglesia Católica les permitieron superar la persecución y llegar finalmente a la libertad religiosa, oficializada el 30 de abril de 1905 por el zar Nicolás II. Fueron beatificados el 6 de octubre de 1996 por san Juan Pablo II.

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