Reseña biográfica del beato P. José de Anchieta, sj (1534-1597). El apóstol de Brasil.
José nace el 19 de marzo de 1534 en São Cristóvão da Laguna (Tenerife, Islas Canarias). Es hijo de João Lopes de Anchieta, un revolucionario que tomó parte en la Revuelta de los Comuneros contra el emperador Carlos V, en España; y gran devoto de la Virgen María. Su madre se llamaba Mência Dias de Clavijo y Larena, natural canaria e hija de un "cristiano nuevo" (judío converso). En total son doce hermanos.
Su ascendencia judía determina que vaya a estudiar a Portugal y no a España, donde la Inquisición es más rigurosa. Vive con los padres hasta los 14 años, y después ingresa al Colegio de Artes, anexo a la Universidad en Coímbra, y se destaca como uno de los mejores alumnos y como un gran poeta. Compone versos en latín con gran facilidad, y lo llaman el Canario de Coímbra.
El 1 de mayo de 1551 ingresa a la Compañía de Jesús, recién fundada por Ignacio de Loyola, un pariente lejano de la familia Anchieta. Con 17 años comienza sus estudios de filosofía. Entre los jesuitas su primera actividad es ayudar en las misas: trabaja más de 16 horas, ayudando en más de 10 misas por día. Aparecen algunos problemas de salud, que se agravan y se transforman en dolores articulares y óseos crónicos, principalmente en la columna. Creyendo que los dolores son pruebas de Dios, se dedica aún más al trabajo. Queda con lesiones permanentes que lo acompañarían toda la vida. Por esos dolores se interesa en embarcarse para Brasil, debido al clima más benigno que en Europa.
En 1553 parte de Tejo (Lisboa) a Brasil, en la escuadra del segundo Gobernador General de Brasil, Duarte Da Costa, junto con otros 6 jesuitas enfermos que disienten con la Contra-Reforma religiosa en Europa. Tienen en mente catequizar a los habitantes de las nuevas tierras descubiertas.
Al llegar, este misionero jesuita inicia su primera labor de catequesis con los indios tupíes. En poco tiempo, en la zona de Bahía, se pone en contacto con los indígenas. No encuentra la cura de sus males y dolores, pero se dedica a catequizar a los indios yendo a vivir en medio de ellos. Aprende con el P. Auspicueta las primeras palabras en abanheenga, la lengua general de los tupíes y guaraníes, aprendiendo sus idiomas, costumbres y leyendas. Es el primero en percibir que existe una raíz común en los diversos idiomas indígenas hablados en Brasil, a la que llama tupí. A partir de allí elabora la gramática de la lengua en su obra Arte de Gramática da Língua Mais usada na Costa do Brasil y así se hace más fácil comprender a las diversas ramas lingüísticas. También escribe en tupí un librito para los confesores y otro para asistir a los moribundos.
Hasta el último minuto de su vida, se consagra a la defensa y protección de los indios en un verdadero apostolado. Funda en 1554 una escuela para indios e hijos de colonos: el Colegio de Piratininga. Enseña latín a los portugueses y a los indios, cuida a los heridos, da consejos, escribe poesía y autos en varios idiomas, inclusive en tupí: así conquista la confianza de los nativos.
Es un religioso a la vanguardia de su tiempo, porque mientras la Iglesia de entonces había separado la evolución espiritual del hombre de su realidad externa, él ve la catequesis como un servicio al ser humano íntegro, y no solamente a su alma. No es suficiente enseñar el Evangelio a los indios, es preciso también defender sus derechos, ayudándolos en su desarrollo humano y social. Solamente varios siglos después, tras el Concilio Vaticano II, la Iglesia retomó la visión integral del hombre y la interdependencia de sus dimensiones espiritual y material.
Es considerado por muchos como el fundador del teatro brasileño. La novedad del misionero Anchieta es que al comienzo y la finalización de los autos, utiliza danzas, música y canto indígenas, y también pasos de danza de origen español y portugués.
Recorre los Estados de Espírito Santo y Rio de Janeiro. En 1554, por orden del provincial P. Manuel da Nóbrega, comienza a construir el Colegio de São Paulo, que daría origen a la ciudad de São Paulo. El 25 de enero de 1555 se celebra la primera misa fundacional. Allí Anchieta alberga a 13 jesuitas y a varios alumnos, casi todos indígenas. São Paulo es el santo del día.
En marzo de 1565 entra en la bahía de Guanabara con el capitán Estácio de Sá, y establecen los fundamentos de la futura ciudad de São Sebastião do Rio de Janeiro. Colabora en la construcción de un colegio y del primer hospital de la ciudad llamado la Casa de la Misericordia, obra de asistencia social y médica representada en todo el Brasil. A fines de ese mes recibe el Orden Sagrado en Bahía, hoy ciudad de Salvador. Tiene 31 años.
El P. Anchieta se destaca además por su trabajo social y por su obra literaria.
Suele llamárselo el iniciador de la cultura brasileña; es la más alta expresión del espíritu o el estilo barroco en América. Su poesía está impregnada de conceptos morales, espirituales y pedagógicos. Escribe también sobre Historia y Ciencias Naturales. Son valiosas sus observaciones sobre la fauna, flora y geología del territorio que le toca evangelizar. Escribe con gran soltura en castellano, portugués, latín y tupí; tanto en prosa como en verso.
Entre 1577 y 1587 es designado superior provincial de los jesuitas en Brasil, incentivando aún más el trabajo en las escuelas y la catequesis con los niños. Participa activamente en la fundación de muchas poblaciones o aldeas. Son más de mil las escuelas, hospitales y templos que se levantan por su iniciativa.
Fallece a los 63 años el 9 de junio de 1597 en Reritiba, actual Ciudad de Anchieta, en el estado de Espíritu Santo. El cortejo fúnebre llevando sus restos es acompañado por más de 3.000 indios, a lo largo de 90 kilómetros, de Reritiba hasta Vitória. De acuerdo a los cronistas de la Compañía de Jesús, después de su muerte, "comenzó a realizar muchos milagros en todas las capitanías de Brasil".
El 10 de agosto de 1736 el Papa Clemente XII declara al Padre Anchieta como Venerable. Es beatificado por Juan Paulo II en Roma el 22 de junio de 1980.
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