SAN GUNTRANO (525-592) fue hijo de Clotario I, rey de los francos, y nieto de Clodoveo y de la reina Santa Clotilde.
Al morir su padre, San Guntrano repartió el reino con sus hermanos; él quedó entonces como rey de Borgoña y Orléans. Por naturaleza era de temperamento iracundo, y amante de los placeres y de la buena vida.
Repudió a tres esposas porque ninguna pudo darle un heredero. Hasta que comprendió que ésa era la voluntad de Dios y se convirtió al cristianismo, como lo hicieran hacia esa época tantos hijos de familias de la nobleza bárbara.
Como rey, gobernó con sabiduría, aplicando, incluso, mano de hierro cuando tuvo que hacerlo. Han habido pocos monarcas en el mundo con tanta popularidad como la suya. Amaba tiernamente a sus súbditos y perdonaba generosamente a sus enemigos. Y cumplió de manera cabal con todos los deberes de un rey.
Durante una peste, se ofreció como víctima al Señor para que se librara el pueblo. Después de haber fundado y dotado a muchas iglesias y monasterios, y de haber procurado la concordia entre su gobierno y las autoridades eclesiásticas, San Guntrano distribuyó sus riquezas personales entre la Iglesia y los pobres.
Piadoso y generoso, además de noble de espíritu, San Guntrano llevó siempre una vida sencilla; le gustaba practicar la penitencia y el ayuno. Falleció en su residencia de Chalon-sur-Saone. El amor que su pueblo le tuvo logró que se le canonizara ya desde el siglo VII.
SAN GUNTRANO nos enseña la sabiduría que se esconde detrás del desprendimiento.
Al morir su padre, San Guntrano repartió el reino con sus hermanos; él quedó entonces como rey de Borgoña y Orléans. Por naturaleza era de temperamento iracundo, y amante de los placeres y de la buena vida.
Repudió a tres esposas porque ninguna pudo darle un heredero. Hasta que comprendió que ésa era la voluntad de Dios y se convirtió al cristianismo, como lo hicieran hacia esa época tantos hijos de familias de la nobleza bárbara.
Como rey, gobernó con sabiduría, aplicando, incluso, mano de hierro cuando tuvo que hacerlo. Han habido pocos monarcas en el mundo con tanta popularidad como la suya. Amaba tiernamente a sus súbditos y perdonaba generosamente a sus enemigos. Y cumplió de manera cabal con todos los deberes de un rey.
Durante una peste, se ofreció como víctima al Señor para que se librara el pueblo. Después de haber fundado y dotado a muchas iglesias y monasterios, y de haber procurado la concordia entre su gobierno y las autoridades eclesiásticas, San Guntrano distribuyó sus riquezas personales entre la Iglesia y los pobres.
Piadoso y generoso, además de noble de espíritu, San Guntrano llevó siempre una vida sencilla; le gustaba practicar la penitencia y el ayuno. Falleció en su residencia de Chalon-sur-Saone. El amor que su pueblo le tuvo logró que se le canonizara ya desde el siglo VII.
SAN GUNTRANO nos enseña la sabiduría que se esconde detrás del desprendimiento.
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