Ésta es la revelación que Dios ha entregado a Jesucristo, para que muestre a sus siervos lo que tiene que suceder pronto. Dio la señal enviando su ángel a su siervo Juan. Éste, narrando lo que ha visto, se hace testigo de la palabra de Dios y del testimonio de Jesucristo. Dichoso el que lee y dichosos los que escuchan las palabras de esta profecía y tienen presente lo que en ella está escrito, porque el momento está cerca.
Juan, a las siete Iglesias de Asia: Gracia y paz a vosotros de parte del que es y era y viene, de parte de los siete espíritus que están ante su trono.
Oí cómo el Señor me decía: «Al ángel de la Iglesia de Éfeso escribe así:
“Esto dice el que tiene las siete estrellas en su mano derecha y anda entre los siete candelabros de oro: Conozco tus obras, tu fatiga y tu aguante; sé que no puedes soportar a los malvados, que pusiste a prueba a los que se llamaban apóstoles sin serlo y descubriste que eran unos embusteros. Eres tenaz, has sufrido por mi y no te has rendido a la fatiga; pero tengo en contra tuya que has abandonado el amor primero. Recuerda de dónde has caído, arrepiéntete y vuelve a proceder como antes.” »
En aquel tiempo, cuando se acercaba Jesús a Jericó, había un ciego sentado al borde del camino, pidiendo limosna.
Al oír que pasaba gente, preguntaba qué era aquello; y le explicaron:
-«Pasa Jesús Nazareno.»
Entonces gritó:
-« ¡Jesús, hijo de David, ten compasión de mí!»
Los que iban delante le regañaban para que se callara, pero él gritaba más fuerte:
-« ¡Hijo de David, ten compasión de mi!»
Jesús se paró y mandó que se lo trajeran.
Cuando estuvo cerca, le preguntó:
-« ¿Qué quieres que haga por ti?»
Él dijo:
-«Señor, que vea otra vez.»
Jesús le contestó:
-«Recobra la vista, tu fe te ha curado.»
En seguida recobró la vista y lo siguió glorificando a Dios.
Y todo el pueblo, al ver esto, alababa a Dios.
Palabra del Señor.
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