El libro de las Crónicas hace referencia a una de las experiencias más dolorosas para el Pueblo de Israel: el exilio en Babilonia.
El autor del libro saca como consecuencia que es un castigo por las traiciones y prevaricaciones del Pueblo, que debe retornar cuanto antes a Dios, porque su misericordia es siempre superior a su cólera.
El exilio es un tiempo de esclavitud, de privaciones, de trabajo, de nostalgia, pero sobre todo de reflexión ante la magnitud del desastre.
Para el auténtico creyente hay abierto un resquicio hacia la esperanza, como queda reflejado en el salmo 136: “que se me peque la lengua al paladar si no me acuerdo de ti, si no pongo a Jerusalén en la cumbre de mis alegrías”.
Ciro, rey de Persia, un pagano, es el brazo benevolente, el “emisario” de Dios para liberar al Pueblo.
Si el Pueblo fue liberado por Ciro, el nuevo Pueblo, la Iglesia, es salvado por pura gracia mediante la fe en Cristo. Nos lo recuerda San Pablo, a fin de que nadie tenga la presunción de que lo logrado es por propios méritos.
La encarnación es un don gratuito de Dios a través de Jesús, que ha muerto por nosotros para que tengamos vida eterna; El nos ha abierto definitivamente las puertas del cielo como herencia gratuita, porque nos ama.
Debemos agradecer a Dios este regalo con la práctica de las buenas obras.
Jesús le recuerda a Nicodemo, evocando el episodio de la serpiente de bronce que los israelitas construyeron en el desierto para curarse de las picaduras de las víboras, que la fe en El es un pasaporte para la vida eterna.
Mirando la cruz podemos sentir el amor que Dios tiene a toda la humanidad sin distinción de pueblos, razas y condiciones sociales.
Dios no envía a su Hijo al mundo para condenarlo, sino para salvarlo.
Sin embargo, la salvación no se impone a nadie, se propone.
El misterio de la libertad aparece en el evangelio de hoy con toda su crudeza: “la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron las tinieblas a la luz, porque sus obras eran malas”· (Jn 3,19).
Este es el gran reto para los hombres y mujeres de hoy, que nos movemos entre luces y sombras, en permanente búsqueda de un camino firme y seguro, que nunca se termina de alcanzar. Lo normal es circular por arenas movedizas, entre incertidumbres que nos obligan a renacer cada día, a reafirmar la fe para no claudicar.
Desgraciadamente hay entre nosotros personas que al mal lo llaman bien y al bien lo llaman mal, dentro de una degeneración moral inconcebible hace pocos años.
Disfrazan bajo una capa de progreso lo que es un atentado al sentido común y al correcto entender de la gente honrada.
De esta manera, la práctica religiosa es una actividad de carcas, de anticuados; la fe, un recurso de insensatos; la moral, una norma impuesta; la autoridad familiar, una referencia a extinguir...
La Nueva Ley del aborto, aprobada en España en la anterior legislatura, por Decreto Ley, sin el consentimiento del pueblo, será probablemente abolida por los actuales dirigentes del Estado. Se abrirán cauces para la cuidar a las madres embarazadas, así como ayuda sicológica, aportación económica y desactivación de políticas destructivas para la familia, que tanto daño nos han hecho durante estos últimos años.
También se potenciará probablemente la adopción, como medida para evitar el aborto.
La mujer, creada para ser madre, para dar a luz nuevas vidas, es la primera en sufrir los traumas, que ocasiona la interrupción voluntaria del embarazo.
Está próxima la Semana de la Vida. Los cristianos debemos sumarnos a quienes trabajan y luchan por defenderla, sin claudicar ante amenazas y descalificaciones de algunos medios de comunicación, de conocida militancia antirreligiosa, que intentan ridiculizar o trivializar un problema tan dramático como éste.
Menos mal que buena parte de los intelectuales españoles se alinearon en contra de las pretensiones gubernamentales, lanzadas en un momento de gravísima recesión económica, quizás para esconder insolvencias o carencia de ideas y medidas para afrontar la crisis. El tiempo dará, quitará razones y colocará a cada uno en su sitio, porque sólo se recoge de lo que se siembra.
Pero, no se puede consentir que haya especies de animales protegidas (y deben serlo) mientras se deja a los niños por nacer en el desamparo más absoluto. ¡Verlo para creerlo!
La LUZ terminará prevaleciendo sobre las TINIEBLAS de la muerte y la VERDAD sobre la MANIPULACION.
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