jueves, 30 de abril de 2009

Vía Lucís

10. ESTACIÓN: Pedro, el guía

El Resucitado confiere el primado a Pedro
Te adoramos, oh Cristo resucitado, y te bendecimos.
Porque con tu Pascua has dado la vida al mundo.


Después de comer, dice Jesús a Simón Pedro: "Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos?". El le contestó: "Sí, Señor, tú sabes que te quiero". Jesús le dice: "Apacienta mis corderos". Por segunda vez le pregunta: "Simón, hijo de Juan, ¿me amas?". El le contesta: "Sí, Señor, tú sabes que te quiero". El le dice: "Pastorea mis ovejas". Por tercera vez le pregunta: "Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?". Se entristeció Pedro de que le preguntara por tercera vez si lo quería y le contestó: "Señor, tú conoces todo, tú sabes que te quiero". Jesús le dice: "Apacienta mis ovejas".

Del Evangelio Según san Juan (Jn 21, 15-17)

Jesús resucitado se encuentra con Pedro de corazón a corazón, con el fondo sonoro del chapoteo de su lago. Después de todo gran encuentro, hay una grande entrega. Le pide la triple declaración de amor: "¿Me amas tú, Simón, más que éstos?". Tres veces, algunos días antes, lo había negado. Tres veces ahora, debía reparar la traición del amor con una renovada declaración de amor. "Tú lo sabes todo, tú sabes que te amo". Y después de cada atestación del corazón, el otorgamiento de aquellos poderes que están al servicio del amor: "Apacienta mis corderos, apacienta mis ovejas". Amar a Jesús, por encima de todo, no es un idilio; es un compromiso con cuanto Jesús tiene de más querido. Lo ha pagado con su sangre.

Los hombres de nuestro tiempo, particularmente atravesado por oleadas y tempestades, tiene más que nunca necesidad de un punto de referencia estable y seguro. Tenemos necesidad de la certeza de Cristo, que apacienta sus corderos y sus ovejas a través de Pedro. Apacentar es alimentar. Apacentar es iluminar. Apacentar es confortar. Apacentar es liberar. Apacentar es hacer desarrollar. Pedro es un don pascual. Es uno de nosotros, un hermano nuestro, hecho pastor no por su humanidad, frágil como la de todos, sino por la palabra de Jesús que lo sostiene. Cumple el papel de guía, en el nombre de Jesús, sobre nosotros, la grey de su pueblo.

Alégrate Virgen Madre: Cristo ha resucitado, ¡Aleluya!

Nosotros te agradecemos, Jesús resucitado, por el Pedro de hoy, nuestro Papa. Que vive su servicio apostólico con tanta generosidad y calor, en el sacrificio de estos tiempos tan bellos, pero tan duros. Cada día nos interpelas también a nosotros: "¿Me amas tú más que éstos?". A nosotros, con Pedro y bajo Pedro, nos confías una porción de tu grey. Y nosotros nos encomendamos a ti. Persuádenos, Maestro y dador de vida, que sólo si amamos apacentaremos tu grey; y sólo con nuestro sacrificio, lo alimentaremos con tu verdad y con tu paz.

Amén
Oh María. Templo del Espíritu Santo,
Guíanos como testigos del Resucitado
por el camino de la luz.

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