lunes, 27 de abril de 2009

Vía Lucís

7. ESTACIÓN: La Reconciliación
El Resucitado da el poder de perdonar los pecados
Te adoramos, oh Cristo resucitado, y te bendecimos.
Porque con tu Pascua has dado la vida al mundo.


Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: "Paz a vosotros". Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió: "Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo". Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: "Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados, a quienes se los retengáis, les quedan retenidos".
Del Evangelio según San Juan (Jn 20, 19-23)

El Espíritu Santo: he aquí el don pascual que el Resucitado, ya constituido Señor envía; junto con el Padre y el Unigénito resucitado ofrecen su máximo don. Es su eterno vínculo de amor. Es su "beso infinito". Es su alegría recíproca. Es su fiesta, sin sombras. El Espíritu es simbolizado con el aliento, que el soplo de vida que sale de lo profundo del pecho. Precisamente como el Espíritu, que brota de lo profundo de la vida del Padre y del Hijo. Por eso el resucitado comunica aquí la paz, el schalom: la remisión de los pecados. El Espíritu es armonía perfecta entre el Padre y el Hijo. "Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único" (Jn 3, 16). El Padre y el Hijo resucitado han amado tanto al mundo que le han donado su Espíritu. Aquí se toca el fondo del amor, que da y perdona.

El hombre de hoy tiene necesidad de vida. Todo el mundo, por tanto, tiene necesidad del Espíritu. Vida y paz del Padre, del Hijo y del Espíritu. Nosotros, aún habiendo multiplicado tantos medios de vida, hemos apagado la alegría de la vida. Hemos apagado tantas vidas en germen. Hemos apagado el sentido de la vida. Nosotros, aún habiendo multiplicado los instrumentos de la comunicación, nos encontramos en el frío anonimato y en la incomunicabilidad angustiante. Aunque nosotros hemos aumentado el rédito general, los dos tercios del mundo están en total indigencia. El hambre de tener del Norte del mundo causa el hambre de bienes del sur del mundo. Es posible resurgir. La Iglesia del Resucitado tiene el poder de remitir los pecados, de cerrazón y de egoísmo.

Alégrate Virgen Madre: Cristo ha resucitado, ¡Aleluya!

Ven Espíritu Santo. Tú, primer don de Jesús resucitado, eres entusiasmo del Padre y del Hijo en nosotros, que nadamos en el aburrimiento y en la oscuridad. Tú, armonía del Padre y del Hijo, empújanos hacia la justicia y la paz: libéranos de nuestras cápsulas de muerte. Tú, vida eterna del Padre y del Hijo, sopla sobre estos huesos áridos y haznos pasar el pecado a la gracia. Tú, juventud del Padre y del Hijo, haznos jóvenes perennes, haznos hombres entusiastas, haznos expertos de la Pascua.

Amén
Oh María. Templo del Espíritu Santo,
Guíanos como testigos del Resucitado
por el camino de la luz.


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