Romano. Elegido en el 76. Murió en el 88 Mártir. Fijó las normas para la consagración de los Obispos. En el barrio Vaticano, cerca de la tumba de san Pedro, hizo construir un oratorio destinado a la sepultura de los mártires. Prescribió la forma de los hábitos eclesiásticos.
Martirologio Romano: En Roma, conmemoración de san Cleto, papa, el segundo que rigió la Iglesia Romana después de san Pedro. († 88)
¿Son dos o tan sólo uno?, por mucho tiempo se pensó que Anacleto y Cleto habían sido dos papas distintos del siglo primero. Después resultó claro que el segundo nombre era sólo una abreviación familiar del primero. Y así ha quedó registrado en la sucesión cronológica de los jefes de la iglesia de Roma: Anacleto o Cleto fue el tercero, después de Pedro y Lino.
Tercero, entonces, en la serie de papas. Sobre su origen sobreviven incertidumbres, algunos historiadores piensan que era nacido en Roma, pero su nombre de origen claramente griego deja una sombra de dudas sobre este tema.
Relatos muy antiguos le atribuyen la construcción de un santuario sepulcral llamado «Memoria», en el sitio del entierro de Pedro, en los jardines del Vaticano, territorio que entonces pertenecía al dominio imperial y formado por jardines, campos y tierras sin cultivar. A Anacleto se le atribuye también la disposición que prohibía a los hombres de Iglesia usar los cabellos largos, lo que sería un primer ejemplo de tonsura eclesiástica.
Su pontificado se desarrolla en algunos años de paz, bajo el emperador Vespasiano (que reina del 69 al 79), y bajo su hijo mayor Tito (79 al 81). En tiempos de este último Italia conoce una de las más importantes catástrofes de su historia: la erupción del Vesubio en agosto del 79, con la destrucción de Herculano y Pompeya. Y poco después Roma verá surgir el edificio destinado a convertirse en su emblema: el anfiteatro Flavio (Coliseo) para los juegos públicos, sede de luchas mortales entre gladiadores y de suplicios para los cristianos. El mismo lugar que diecinueve siglos después sería elegido por los sucesores de Pedro, Lino y Anacleto para presidir el Vía Crucis con el que se rememora el calvario de Cristo en Viernes Santo.
Finaliza pronto el reinado de Tito, y con el arribo de su hermano Domiciano comienza la persecusión. Pero no sólo contra los cristianos. De hecho, las primeras víctimas son los judíos, forzados a derivar al Estado el tributo debido al templo de Jerusalén destruido por Tito. Una persecución por razones financieras: porque las grandes obras públicas han desangrado las finanzas imperiales; también los judeocristianos deberán pagar. Después la persecusión va a ensañarse a los cristianos en general, no sólo contra sus bienes. Contra ellos se lanza la acusación de “ateísmo”, es decir, de no adorar a los dioses del Estado, y esta acusación comporta la pena capital.
No sabemos cómo murió Cleto; la persecusión a los cristianos continuó luego de su muerte. No se conoce el lugar de su sepultura, aunque es presumible que haya sido en los jardines vaticanos.
Martirologio Romano: En Roma, conmemoración de san Cleto, papa, el segundo que rigió la Iglesia Romana después de san Pedro. († 88)
¿Son dos o tan sólo uno?, por mucho tiempo se pensó que Anacleto y Cleto habían sido dos papas distintos del siglo primero. Después resultó claro que el segundo nombre era sólo una abreviación familiar del primero. Y así ha quedó registrado en la sucesión cronológica de los jefes de la iglesia de Roma: Anacleto o Cleto fue el tercero, después de Pedro y Lino.
Tercero, entonces, en la serie de papas. Sobre su origen sobreviven incertidumbres, algunos historiadores piensan que era nacido en Roma, pero su nombre de origen claramente griego deja una sombra de dudas sobre este tema.
Relatos muy antiguos le atribuyen la construcción de un santuario sepulcral llamado «Memoria», en el sitio del entierro de Pedro, en los jardines del Vaticano, territorio que entonces pertenecía al dominio imperial y formado por jardines, campos y tierras sin cultivar. A Anacleto se le atribuye también la disposición que prohibía a los hombres de Iglesia usar los cabellos largos, lo que sería un primer ejemplo de tonsura eclesiástica.
Su pontificado se desarrolla en algunos años de paz, bajo el emperador Vespasiano (que reina del 69 al 79), y bajo su hijo mayor Tito (79 al 81). En tiempos de este último Italia conoce una de las más importantes catástrofes de su historia: la erupción del Vesubio en agosto del 79, con la destrucción de Herculano y Pompeya. Y poco después Roma verá surgir el edificio destinado a convertirse en su emblema: el anfiteatro Flavio (Coliseo) para los juegos públicos, sede de luchas mortales entre gladiadores y de suplicios para los cristianos. El mismo lugar que diecinueve siglos después sería elegido por los sucesores de Pedro, Lino y Anacleto para presidir el Vía Crucis con el que se rememora el calvario de Cristo en Viernes Santo.
Finaliza pronto el reinado de Tito, y con el arribo de su hermano Domiciano comienza la persecusión. Pero no sólo contra los cristianos. De hecho, las primeras víctimas son los judíos, forzados a derivar al Estado el tributo debido al templo de Jerusalén destruido por Tito. Una persecución por razones financieras: porque las grandes obras públicas han desangrado las finanzas imperiales; también los judeocristianos deberán pagar. Después la persecusión va a ensañarse a los cristianos en general, no sólo contra sus bienes. Contra ellos se lanza la acusación de “ateísmo”, es decir, de no adorar a los dioses del Estado, y esta acusación comporta la pena capital.
No sabemos cómo murió Cleto; la persecusión a los cristianos continuó luego de su muerte. No se conoce el lugar de su sepultura, aunque es presumible que haya sido en los jardines vaticanos.
Nació en Roma. Mártir. Elegido el 30.VI.296, murió el 25.X.304. La persecución del Emperador Diocleciano alcanzó el máximo grado de violencia quemando iglesias y textos sagrados. Entre las víctimas S. Lucía, S, Inés, Santa Bibiana, S, Sebastián, San Luciano.
San MARCELINO (296-304) Nació en Roma. Fue pontífice cuando Diocleciano desató la décima persecución contra los cristianos. Ésta fue total. No hubo sector en el que ellos no fueran blancos: además de darles muerte, eran exiliados, se les excluía de los cargos y de las oficinas públicas, y se les expropiaban sus bienes. Las iglesias fueron destruidas, los textos sagrados quemados. Muchos fueron los mártires ilustres de esa época.
Marcelino fue acusado por los herejes donatistas de haber ofrecido un sacrificio a los ídolos para eludir la muerte. Pero la acusación era falsa. Sufrió el martirio el día de Navidad del año
304. Sus restos están custodiados en la iglesia romana de los SS. Apóstoles.
Hijo de un tal Proyecto, fue elegido papa bajo el reinado del emperador Diocleciano, quien, influenciado por las creencias cristianas de su esposa, tuvo en un primer momento un tratamiento benévolo hacía los cristianos.
Esta situación cambió cuando, en febrero de 303, el emperador Diocleciano persuadido por su césar Galerio, emitió un edicto contra la cristiandad por el que se expulsaba a los cristianos del ejercito, se confiscaron las propiedades de la Iglesia cerrándose o destruyéndose sus templos, se profanaron y quemaron los libros y vasos sagrados para, finalmente, tras dos incendios en el palacio del emperador cuya autoría se atribuyó a los cristianos, sentenciar a muerte a los que no apostataran de su fe.
Durante esta persecución Marcelino fue acusado por los donatistas de haber ofrecido sacrificios e incienso a los dioses paganos y de haber entregado los libros sagrados a las autoridades romanas. Estas acusaciones fueron posteriormente rebatidas por San Agustín.
Aunque la tradición cristiana lo considera mártir tras ordenar Diocleciano que fuera decapitado, Marcelino no figura como tal ni en el Martyrologium hieronymianum, ni en el Depositio episcoporum, ni en el Depositio martyrus.
Se desconoce su fecha de nacimiento; fue elegido el 30 de junio de 296; murió en el 304. Según el “Liber Pontificalis” era romano, hijo de un tal Proyecto. El Catálogo Liberiano de Papas (ed. Duchesne, “Lib. Pot.” I, 6-7) da el 30 de junio como el día de su elección, y los años 296-304 como el período de su pontificado. Estas fechas, aceptadas por el autor del “Liber Pontificalis” son verificadas por esa fuente antigua. No nos ha llegado nada respecto a las actividades de este Papa en su papado de ocho años. Sabemos por el epitafio del diácono romano Severo en la catacumba de Calixto (De Rossi, “Roma Sotterranea”, III, 46 tav. V) que en ese tiempo se estaban construyendo nuevas cámaras en el cementerio principal de la Iglesia Romana. Severo dice que había separado un cubículo doble con luminare y arcosolium, "jussu papæ sui Marcellini". Esto sucedió antes del estallido de la gran persecución de Diocleciano; pues durante ésta la Catacumba de Calixto fue confiscada, al igual que los demás lugares de reunión públicos de la comunidad romana. De Rossi asume que los cristianos obstruyeron las galerías principales de la catacumba en ese tiempo, para evitar la profanación de las numerosas tumbas de los mártires enterrados allí. La persecución de Diocleciano, cuyos severos edictos contra los cristianos fueron ejecutados por Maximiano Herculio, causó la mayor confusión en la Iglesia Romana después de 303. Marcelino murió en el segundo año de la persecución y, con toda probabilidad, de muerte natural. Ninguna fuente confiable de los siglos IV y V lo mencionan a él como un mártir. Su nombre no aparece tampoco en la lista de mártires u obispos en el “Cronógrafo” romano del año 354. Tampoco es mencionado en el “Martyrologium Hieronymianum”.
El “Marcellinus episcopus” del 4 de octubre en el “Codex Bernensis” (ed. De Rossi-Duchesne, 129) probablemente no es idéntico al Papa. Al mencionar a Marcelino, Eusebio de Cesarea usa una expresión obscura; el sólo dice: “la persecución también lo afectó” (‘òn kaì a’utòn kateílephon ‘o diogmòs, Historia de la Iglesia, VII.32). De esto obviamente podemos concluir que el Papa no sufrió martirio, de otro modo Eusebio lo hubiera establecido claramente. Incluso hubo informes posteriores en circulación que lo acusaban de haber entregado los libros sagrados después del primer edicto, o aun de haber ofrecido incienso a los dioses, para protegerse de la persecución. Pero las fuentes en las que se establece este reproche son muy cuestionables.
El obispo donatista Petiliano de Constanino en África afirmó, en la carta que escribió en 400 y 410, que Marcelino y los sacerdotes romanos Melquíades, Marcelo y Silvestre (sus tres sucesores) habían entregado los libros sagrados y que habían ofrecido incienso. Pero no pudo aducir ninguna prueba. En las actas de la confiscación de las edificaciones eclesiásticas en Roma, la cual en la gran conferencia cartaginense entre católicos y donatistas fueron presentados por éstos últimos, sólo dos diáconos romanos, Straton y Casio, fueron nombrados como traidores. San Agustín, en sus respuestas a Petiliano, cuestiona la verdad del informe de los últimos (Contra Petiliano 2.202: : "De quibus et nos solum respondemus: aut non probatis et ad neminem pertinet, aut probatis et ad nos non pertinet";
"De unico baptismo contra Petilianum", cap. xvi: "Ipse scelestos et sacrilegos fuisse dicit; ego innocentes fuisse respondeo"). Sólo se puede concluir de la acusación de Petiliano que tales rumores contra Marcelino y los sacerdotes romanos fueron circulados en África; pero que no pudieron ser probados, de otro modo Agustín no hubiese podido afirmar la inocencia de los acusados tan decididamente, o seguramente haberse referido al asunto en la conferencia de Cartago. Pero hasta en Roma se contaron historias similares sobre Marcelino en ciertos círculos, de modo que en dos informes legendarios posteriores una apostasía formal fue atribuida a este Papa, por supuesto, seguida por arrepentimiento y penitencia. La biografía de Marcelino en el “Liber Pontificalis”, la cual probablemente alude a una “passio” perdida de él, relata que fue llevado al sacrificio para que esparciera incienso, lo cual hizo. Pero a los pocos días fue embargado por el arrepentimiento, y Diocleciano lo condenó a muerte, junto con otros tres cristianos, y fue decapitado. Es claro que este informe intenta combinar un rumor de que el Papa había ofrecido incienso a los dioses, con el hecho de que, en otros círculos él era considerado un mártir y su tumba era venerada.
A comienzos del siglo VI, y bastante después de esta “passio Marcellini”, apareció una colección de documentos falsificados, los cuales fueron fabricados en la disputa entre el Papa San Símaco y Laurencio. Entre ellos se hallan actas apócrifas de un alegado sínodo de trescientos obispos, que se realizó en 303 en Sinuesa (entre Roma y Capua) a fin de investigar la acusación contra Marcelino de que él había sacrificado por órdenes de Diocleciano. En los primeros dos días Marcelino había negado todo, pero al tercer día el admitió su lapso y se arrepintió; sin embargo el sínodo no aprobó ninguna condena sobre él "quia prima sedes non judicatur a quoquam". Cuando Diocleciano se enteró de lo sucedido, hizo que el Papa y muchos obispos del sínodo fueran ejecutados (Hefele, "Konziliengeschichte", I, 2 Aufl. 143-45).
La falsedad de estas actas es casi segura. El falsificador ha sacado el mayor provecho al rumor de la caída de Marcelino para su propio propósito en un modo diferente al autor de la “passio”, que se deslizó al “Liber Pontificalis”. Estos fragmentos apócrifos no pueden por sí mismos ser considerados como prueba histórica, no más que los rumores en los círculos donatistas en África. Se acepta como cierto que el Papa no cumplió con el edicto imperial por un acto abierto, tal como entregar los escritos sagrados, o incluso de ofrecer incienso ante la estatua de un dios. Los autores contemporáneos sin duda le hubiesen dado la mayor prominencia a tal apostasía de un obispo romano. Eusebio no ha usado la antedicha idea. Y después, Teodoreto estuvo menos en la posición de establecer en su “Historia de la Iglesia”, que Marcelino había sido prominente en la persecución ’en tô diogmô diaprépsanta (Historia de la Iglesia I.2). Y Agustín no hubiese podido afirmar tan bruscamente en su respuesta a Petiliano, que Marcelino y los sacerdotes acusados con él de traidores y débiles (“lapsi”) eran inocentes.
Por otro lado es notable que en el “Cronógrafo” romano, cuya primera edición salió en 336, solamente falta el nombre de este Papa, mientras que sí aparecen todos los otros Papas desde el Papa San Lucio I. En ese manuscrito ciertamente está bajo el 16 de enero (XVIII kal. Feb.) el nombre Marcelino, pero claramente es un desliz de la pluma por “Marcelo”; pues la fiesta de este Papa se encuentra tanto en el "Martyrologium Hieronymianum" como en los antiguos libros litúrgicos romanos bajo esa fecha, mientras que en el “Liber Pontificalis” y, en conexión con ello, en los martirologios históricos del siglo IX, la fiesta de Marcelino es transferida al 16 de abril (Acta SS., June, VII, 185). Ciertos investigadores (Mommsen, de Smedt) rastrearon la falta del nombre de Marcelino a la omisión de un copista, debido a la similitud en los nombres, y en el “Depositio Episcoporum” ellos pretendían suplementar el “Cronógrafo”: XVII kal. Febr. Marcelli in Priscillæ VI kal. Maii Marcellini in Priscillæ (de Smedt, "Introductio in hist. eccl. critice tractandam", 512-13).
Pero esta hipótesis no es aceptada. Las fechas de la muerte de los Papas, tan lejos como Silvestre en la lista de sucesiones, son idénticas con los días del mes en las cuales se celebran sus fiestas. Así Marcelino debe venir primero después de Gayo, cuyo nombre es citado bajo la fecha X kal. Maii. Entonces Marcelino falta no sólo en el “Cronógrafo”, sino también en el "Martyrologium Hieronymianum", y en todas las listas de Papas de los siglos V y VI. Esta omisión es por lo tanto, no accidental, sino intencional.
En conexión con los rumores antes mencionados y las narrativas de los fragmentos apócrifos, ciertamente debe ser admitido que en ciertos círculos de Roma no se aprobaba la conducta del Papa durante la persecución de Diocleciano. Sabemos que en esta persecución sólo dos clérigos romanos fueron martirizados: el sacerdote Marcelino y el exorcista Petro. El obispo romano y los otros miembros del alto clero, excepto los clérigos antedichos, pudieron eludir a los perseguidores. No sabemos cómo sucedió esto. Es posible que el Papa Marcelino pudo esconderse a tiempo en un lugar seguro, como hicieron otros obispos. Pero es posible que al publicarse el edicto él aseguró su propia inmunidad; en los círculos romanos esto se le habría imputado como debilidad, de modo que su memoria sufrió por ello, y debido a ese relato es que fue omitido por el autor de el “Depositio Episcoporum” del “Cronógrafo”, mientras que encontró un lugar en el “Catálogo Liberiano”, que era casi contemporáneo. Pero su tumba era venerada por los cristianos de Roma, y luego fue reconocido como un mártir, como muestra la “passio”.
Marcelino murió en 304. No hay certeza sobre el día de su muerte; en el “Liber Pontificalis” su entierro es situado erróneamente el 26 de abril, y esta fecha se mantiene en los martirologios históricos del siglo IX, y de ellos, en los martirologios posteriores. Pero si calculamos la fecha de su muerte desde la duración de su pontificado dado en el Catálogo Liberiano, el habría muerto el 24 ó 25 de octubre de 304.
Su cuerpo fue sepultado en la Catacumba de Priscila en la Vía Salaria, cerca de la cripta donde el mártir Crescencio encontró su sepultura. La Catacumba de Calixto, el cementerio oficial de la Iglesia Romana, donde por muchas décadas habían sido enterrados los predecesores de Marcelino, evidentemente fue confiscada durante la persecución, mientras que la Catacumba de Priscila, que pertenecía a los Acilii Glabriones, estaba todavía a la disposición de los cristianos.
Los cristianos de Roma veneraban la tumba de Marcelino desde una fecha muy temprana. Las declaraciones precisas sobre su localización, en el “Liber Pontificalis”, indican esto. En uno de los itinerarios de las tumbas de los mártires romanos del siglo VII, en el "Epitome de locis ss. martyrum", se menciona expresamente entre las tumbas sagradas de la Catacumba de Priscila (De Rossi, "Roma sotteranea", I, 176).
En las excavaciones de esta catacumba la cripta de San Crescencio, al lado de la cual estaba la cámara sepulcral de Marcelino, estaba satisfactoriamente identificada. Pero no se descubrió ningún monumento que hiciera referencia a este Papa. La posición precisa de esta cámara mortuoria todavía es muy incierta. La perdida “passio” de Marcelino escrita hacia el final del siglo V, la cual fue utilizada por el autor del “Liber Pontificalis” muestra que él era honrado como un mártir de ese tiempo; sin embargo, su nombre aparece primero en el “Martirologio” de Beda, quien sacó su relato del “Liber Pontificalis” (Quentin, "Les martyrologes historiques", 103, sq.).
Esta fiesta se celebra el 26 de abril. Los breviarios antiguos, que siguen el relato del “Liber Pontificalis” concerniente a su caída y arrepentimiento, fueron alterados en 1883.
San MARCELINO (296-304) Nació en Roma. Fue pontífice cuando Diocleciano desató la décima persecución contra los cristianos. Ésta fue total. No hubo sector en el que ellos no fueran blancos: además de darles muerte, eran exiliados, se les excluía de los cargos y de las oficinas públicas, y se les expropiaban sus bienes. Las iglesias fueron destruidas, los textos sagrados quemados. Muchos fueron los mártires ilustres de esa época.
Marcelino fue acusado por los herejes donatistas de haber ofrecido un sacrificio a los ídolos para eludir la muerte. Pero la acusación era falsa. Sufrió el martirio el día de Navidad del año
304. Sus restos están custodiados en la iglesia romana de los SS. Apóstoles.
Hijo de un tal Proyecto, fue elegido papa bajo el reinado del emperador Diocleciano, quien, influenciado por las creencias cristianas de su esposa, tuvo en un primer momento un tratamiento benévolo hacía los cristianos.
Esta situación cambió cuando, en febrero de 303, el emperador Diocleciano persuadido por su césar Galerio, emitió un edicto contra la cristiandad por el que se expulsaba a los cristianos del ejercito, se confiscaron las propiedades de la Iglesia cerrándose o destruyéndose sus templos, se profanaron y quemaron los libros y vasos sagrados para, finalmente, tras dos incendios en el palacio del emperador cuya autoría se atribuyó a los cristianos, sentenciar a muerte a los que no apostataran de su fe.
Durante esta persecución Marcelino fue acusado por los donatistas de haber ofrecido sacrificios e incienso a los dioses paganos y de haber entregado los libros sagrados a las autoridades romanas. Estas acusaciones fueron posteriormente rebatidas por San Agustín.
Aunque la tradición cristiana lo considera mártir tras ordenar Diocleciano que fuera decapitado, Marcelino no figura como tal ni en el Martyrologium hieronymianum, ni en el Depositio episcoporum, ni en el Depositio martyrus.
Se desconoce su fecha de nacimiento; fue elegido el 30 de junio de 296; murió en el 304. Según el “Liber Pontificalis” era romano, hijo de un tal Proyecto. El Catálogo Liberiano de Papas (ed. Duchesne, “Lib. Pot.” I, 6-7) da el 30 de junio como el día de su elección, y los años 296-304 como el período de su pontificado. Estas fechas, aceptadas por el autor del “Liber Pontificalis” son verificadas por esa fuente antigua. No nos ha llegado nada respecto a las actividades de este Papa en su papado de ocho años. Sabemos por el epitafio del diácono romano Severo en la catacumba de Calixto (De Rossi, “Roma Sotterranea”, III, 46 tav. V) que en ese tiempo se estaban construyendo nuevas cámaras en el cementerio principal de la Iglesia Romana. Severo dice que había separado un cubículo doble con luminare y arcosolium, "jussu papæ sui Marcellini". Esto sucedió antes del estallido de la gran persecución de Diocleciano; pues durante ésta la Catacumba de Calixto fue confiscada, al igual que los demás lugares de reunión públicos de la comunidad romana. De Rossi asume que los cristianos obstruyeron las galerías principales de la catacumba en ese tiempo, para evitar la profanación de las numerosas tumbas de los mártires enterrados allí. La persecución de Diocleciano, cuyos severos edictos contra los cristianos fueron ejecutados por Maximiano Herculio, causó la mayor confusión en la Iglesia Romana después de 303. Marcelino murió en el segundo año de la persecución y, con toda probabilidad, de muerte natural. Ninguna fuente confiable de los siglos IV y V lo mencionan a él como un mártir. Su nombre no aparece tampoco en la lista de mártires u obispos en el “Cronógrafo” romano del año 354. Tampoco es mencionado en el “Martyrologium Hieronymianum”.
El “Marcellinus episcopus” del 4 de octubre en el “Codex Bernensis” (ed. De Rossi-Duchesne, 129) probablemente no es idéntico al Papa. Al mencionar a Marcelino, Eusebio de Cesarea usa una expresión obscura; el sólo dice: “la persecución también lo afectó” (‘òn kaì a’utòn kateílephon ‘o diogmòs, Historia de la Iglesia, VII.32). De esto obviamente podemos concluir que el Papa no sufrió martirio, de otro modo Eusebio lo hubiera establecido claramente. Incluso hubo informes posteriores en circulación que lo acusaban de haber entregado los libros sagrados después del primer edicto, o aun de haber ofrecido incienso a los dioses, para protegerse de la persecución. Pero las fuentes en las que se establece este reproche son muy cuestionables.
El obispo donatista Petiliano de Constanino en África afirmó, en la carta que escribió en 400 y 410, que Marcelino y los sacerdotes romanos Melquíades, Marcelo y Silvestre (sus tres sucesores) habían entregado los libros sagrados y que habían ofrecido incienso. Pero no pudo aducir ninguna prueba. En las actas de la confiscación de las edificaciones eclesiásticas en Roma, la cual en la gran conferencia cartaginense entre católicos y donatistas fueron presentados por éstos últimos, sólo dos diáconos romanos, Straton y Casio, fueron nombrados como traidores. San Agustín, en sus respuestas a Petiliano, cuestiona la verdad del informe de los últimos (Contra Petiliano 2.202: : "De quibus et nos solum respondemus: aut non probatis et ad neminem pertinet, aut probatis et ad nos non pertinet";
"De unico baptismo contra Petilianum", cap. xvi: "Ipse scelestos et sacrilegos fuisse dicit; ego innocentes fuisse respondeo"). Sólo se puede concluir de la acusación de Petiliano que tales rumores contra Marcelino y los sacerdotes romanos fueron circulados en África; pero que no pudieron ser probados, de otro modo Agustín no hubiese podido afirmar la inocencia de los acusados tan decididamente, o seguramente haberse referido al asunto en la conferencia de Cartago. Pero hasta en Roma se contaron historias similares sobre Marcelino en ciertos círculos, de modo que en dos informes legendarios posteriores una apostasía formal fue atribuida a este Papa, por supuesto, seguida por arrepentimiento y penitencia. La biografía de Marcelino en el “Liber Pontificalis”, la cual probablemente alude a una “passio” perdida de él, relata que fue llevado al sacrificio para que esparciera incienso, lo cual hizo. Pero a los pocos días fue embargado por el arrepentimiento, y Diocleciano lo condenó a muerte, junto con otros tres cristianos, y fue decapitado. Es claro que este informe intenta combinar un rumor de que el Papa había ofrecido incienso a los dioses, con el hecho de que, en otros círculos él era considerado un mártir y su tumba era venerada.
A comienzos del siglo VI, y bastante después de esta “passio Marcellini”, apareció una colección de documentos falsificados, los cuales fueron fabricados en la disputa entre el Papa San Símaco y Laurencio. Entre ellos se hallan actas apócrifas de un alegado sínodo de trescientos obispos, que se realizó en 303 en Sinuesa (entre Roma y Capua) a fin de investigar la acusación contra Marcelino de que él había sacrificado por órdenes de Diocleciano. En los primeros dos días Marcelino había negado todo, pero al tercer día el admitió su lapso y se arrepintió; sin embargo el sínodo no aprobó ninguna condena sobre él "quia prima sedes non judicatur a quoquam". Cuando Diocleciano se enteró de lo sucedido, hizo que el Papa y muchos obispos del sínodo fueran ejecutados (Hefele, "Konziliengeschichte", I, 2 Aufl. 143-45).
La falsedad de estas actas es casi segura. El falsificador ha sacado el mayor provecho al rumor de la caída de Marcelino para su propio propósito en un modo diferente al autor de la “passio”, que se deslizó al “Liber Pontificalis”. Estos fragmentos apócrifos no pueden por sí mismos ser considerados como prueba histórica, no más que los rumores en los círculos donatistas en África. Se acepta como cierto que el Papa no cumplió con el edicto imperial por un acto abierto, tal como entregar los escritos sagrados, o incluso de ofrecer incienso ante la estatua de un dios. Los autores contemporáneos sin duda le hubiesen dado la mayor prominencia a tal apostasía de un obispo romano. Eusebio no ha usado la antedicha idea. Y después, Teodoreto estuvo menos en la posición de establecer en su “Historia de la Iglesia”, que Marcelino había sido prominente en la persecución ’en tô diogmô diaprépsanta (Historia de la Iglesia I.2). Y Agustín no hubiese podido afirmar tan bruscamente en su respuesta a Petiliano, que Marcelino y los sacerdotes acusados con él de traidores y débiles (“lapsi”) eran inocentes.
Por otro lado es notable que en el “Cronógrafo” romano, cuya primera edición salió en 336, solamente falta el nombre de este Papa, mientras que sí aparecen todos los otros Papas desde el Papa San Lucio I. En ese manuscrito ciertamente está bajo el 16 de enero (XVIII kal. Feb.) el nombre Marcelino, pero claramente es un desliz de la pluma por “Marcelo”; pues la fiesta de este Papa se encuentra tanto en el "Martyrologium Hieronymianum" como en los antiguos libros litúrgicos romanos bajo esa fecha, mientras que en el “Liber Pontificalis” y, en conexión con ello, en los martirologios históricos del siglo IX, la fiesta de Marcelino es transferida al 16 de abril (Acta SS., June, VII, 185). Ciertos investigadores (Mommsen, de Smedt) rastrearon la falta del nombre de Marcelino a la omisión de un copista, debido a la similitud en los nombres, y en el “Depositio Episcoporum” ellos pretendían suplementar el “Cronógrafo”: XVII kal. Febr. Marcelli in Priscillæ VI kal. Maii Marcellini in Priscillæ (de Smedt, "Introductio in hist. eccl. critice tractandam", 512-13).
Pero esta hipótesis no es aceptada. Las fechas de la muerte de los Papas, tan lejos como Silvestre en la lista de sucesiones, son idénticas con los días del mes en las cuales se celebran sus fiestas. Así Marcelino debe venir primero después de Gayo, cuyo nombre es citado bajo la fecha X kal. Maii. Entonces Marcelino falta no sólo en el “Cronógrafo”, sino también en el "Martyrologium Hieronymianum", y en todas las listas de Papas de los siglos V y VI. Esta omisión es por lo tanto, no accidental, sino intencional.
En conexión con los rumores antes mencionados y las narrativas de los fragmentos apócrifos, ciertamente debe ser admitido que en ciertos círculos de Roma no se aprobaba la conducta del Papa durante la persecución de Diocleciano. Sabemos que en esta persecución sólo dos clérigos romanos fueron martirizados: el sacerdote Marcelino y el exorcista Petro. El obispo romano y los otros miembros del alto clero, excepto los clérigos antedichos, pudieron eludir a los perseguidores. No sabemos cómo sucedió esto. Es posible que el Papa Marcelino pudo esconderse a tiempo en un lugar seguro, como hicieron otros obispos. Pero es posible que al publicarse el edicto él aseguró su propia inmunidad; en los círculos romanos esto se le habría imputado como debilidad, de modo que su memoria sufrió por ello, y debido a ese relato es que fue omitido por el autor de el “Depositio Episcoporum” del “Cronógrafo”, mientras que encontró un lugar en el “Catálogo Liberiano”, que era casi contemporáneo. Pero su tumba era venerada por los cristianos de Roma, y luego fue reconocido como un mártir, como muestra la “passio”.
Marcelino murió en 304. No hay certeza sobre el día de su muerte; en el “Liber Pontificalis” su entierro es situado erróneamente el 26 de abril, y esta fecha se mantiene en los martirologios históricos del siglo IX, y de ellos, en los martirologios posteriores. Pero si calculamos la fecha de su muerte desde la duración de su pontificado dado en el Catálogo Liberiano, el habría muerto el 24 ó 25 de octubre de 304.
Su cuerpo fue sepultado en la Catacumba de Priscila en la Vía Salaria, cerca de la cripta donde el mártir Crescencio encontró su sepultura. La Catacumba de Calixto, el cementerio oficial de la Iglesia Romana, donde por muchas décadas habían sido enterrados los predecesores de Marcelino, evidentemente fue confiscada durante la persecución, mientras que la Catacumba de Priscila, que pertenecía a los Acilii Glabriones, estaba todavía a la disposición de los cristianos.
Los cristianos de Roma veneraban la tumba de Marcelino desde una fecha muy temprana. Las declaraciones precisas sobre su localización, en el “Liber Pontificalis”, indican esto. En uno de los itinerarios de las tumbas de los mártires romanos del siglo VII, en el "Epitome de locis ss. martyrum", se menciona expresamente entre las tumbas sagradas de la Catacumba de Priscila (De Rossi, "Roma sotteranea", I, 176).
En las excavaciones de esta catacumba la cripta de San Crescencio, al lado de la cual estaba la cámara sepulcral de Marcelino, estaba satisfactoriamente identificada. Pero no se descubrió ningún monumento que hiciera referencia a este Papa. La posición precisa de esta cámara mortuoria todavía es muy incierta. La perdida “passio” de Marcelino escrita hacia el final del siglo V, la cual fue utilizada por el autor del “Liber Pontificalis” muestra que él era honrado como un mártir de ese tiempo; sin embargo, su nombre aparece primero en el “Martirologio” de Beda, quien sacó su relato del “Liber Pontificalis” (Quentin, "Les martyrologes historiques", 103, sq.).
Esta fiesta se celebra el 26 de abril. Los breviarios antiguos, que siguen el relato del “Liber Pontificalis” concerniente a su caída y arrepentimiento, fueron alterados en 1883.
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