YO SOY EL CAMINO, LA VERDAD Y LA VIDA.
La Iglesia nos invita durante estos próximos domingos a preparar las fiestas de la Ascensión y Pentecostés, ya cercanas.
Por eso la liturgia de hoy está impregnada de un fuerte sentimiento de despedida de Jesús hacia los suyos, a quienes trata de insuflar ánimos para cuando él se ausente.
“No perdáis la calma” (Juan 14, 1)
Estas palabras de Jesús resuenan en nuestros oídos y son como un bálsamo en nuestro quehacer cotidiano.
Vivimos muy acelerados e inquietos, atrapados por las preocupaciones y problemas.
No logramos a menudo concentrarnos, porque nuestra mente y nuestro corazón están llenos de sueños inútiles, en tanto que lo sustancial, lo que da realce a nuestra existencia, lo soslayamos. Quizás nos da miedo enfrentarnos a nuestra realidad.
Hemos avanzado en tecnología, pero hemos retrocedido en las relaciones humanas. Esto suele llevar a un cierto vacío existencial, que se traduce en mal humor, ensimismamiento negativo y falta de creatividad.
Necesitamos hacer un alto en el camino y preguntarnos: ¿Tiene sentido lo que hago?, ¿Debo cambiar mi forma de proceder? ¿Cultivo mi vida espiritual y la relación con Dios y los demás? ¿Escucho a mi familia y me involucro con ella?
No podemos negar el malestar social que ocasiona el paro y la incertidumbre del futuro, pero también es cierto que todavía disponemos de pan que llevarnos a la boca.
Nos habíamos acostumbrado a una artificial sociedad de bienestar mientras podíamos hacer frente a las hipotecas, pero la mayoría de los sueños se han venido abajo con la recesión económica.
El viejo mal de poner la esperanza en el dinero ha dejado a muchos con las desnudeces al aire, y nos urge revestirnos de Dios.
Si de verdad estuviéramos convencidos que la buena salud, la armonía de la familia, el anhelo de compartir los bienes y la unidad a la hora de enfrentarse a los problemas, entenderíamos mejor las palabras de Jesús: “No perdáis la calma”.
Hay infinidad de detalles por los que dar gracias a Dios y sentir su presencia.
Si esto nos lleva a valorar las prioridades que fortalecen nuestro espíritu, terminaremos hasta dar por bienvenida la crisis.
La mayor parte de las cosas que poseemos son superfluas y prescindibles. No es tanto lo que necesitamos para subsistir.
Los Hechos de los Apóstoles- primera lectura- reflejan la profunda sensibilidad de los primeros cristianos hacia los pobres. Entienden que es sagrado compartir sus bienes y no atesorar baldíamente. De hecho, y para asegurar este servicio, eligen cono diáconos a siete hombres, llenos de espíritu de sabiduría.
La función diaconal, que se había casi perdido, ha sido reinstaurada por el Concilio Vaticano II como ministerio permanente en la Iglesia.
“Piedras vivas”
La carta de San Pedro nos presenta de forma simbólica cómo debe ser la comunidad creyente: “piedra viva”.
Esta “piedra viva” es el mismo Cristo, “la roca que desecharon los arquitecto que se ha convertido en piedra angular” (I Pedro 2, 8).
Los creyentes en Jesús somos esas “piedras vivas” sobre las que se edifica la Iglesia.
Por tanto, los templos de esta comunidad no son edificios, sino personas que intentan vivir con el talante de Jesús
Esta es la razón por la que la Iglesia ha sobrevivido a muchas persecuciones y ha sido testigo de la caída de numerosos Imperios considerados en su tiempo inexpugnables; entre ellos el Comunismo Soviético.
Se han destruido iglesias, catedrales, ermitas, abadías, monasterios... pero no se ha apagado la fe. El propio Jesús le había dicho a la mujer samaritana: “Ha llegado ya la hora en que los que dan culto auténtico darán culto al Padre con espíritu y verdad, pues de hecho el Padre busca hombres que lo adoren así” (Juan 4, 23-24).
¿Por qué son perseguidos los cristianos en diversos países del mundo? ¿Por qué razón se intenta echar de la vida pública a la Iglesia incluso en algunos países mayoritariamente cristianos?
La causa habrá que buscarla en turbios manejos para quebrar su influencia en los corazones de los hombres e impedir que se denuncien los atropellos a los derechos humanos, el aborto libre, la eutanasia, el desorden moral o la opresión de las conciencias, para crear una sociedad sin Dios y sin principios básicos de convivencia.
Esto ha molestado siempre a los dictadores de turno, a radicales ateos y a descerebrados violentos e intolerantes.
No hemos de amedrentarnos, porque continuará habiendo millones de cristianos que seguirán apostando fuerte por la concordia, el diálogo y la entrega gratuita a los demás. porque Cristo, la roca firme, es su suprema garantía de supervivencia.
“Me voy a prepararos sitio”
Esta frase de Jesús, dicha en un contexto de despedida, me recuerda los tiempos de cuando España era un país de emigrantes. Las personas más cualificadas de familias necesitadas emprendían el camino de la emigración para ganarse el sustento, enviar ayuda a los suyos y, de paso, preparar el camino para el agrupamiento familiar en el país de acogida. Aunque se han cambiado las tornas y son otros los que vienen, la necesidad que subyace en el trasfondo sigue siendo la misma: siempre hay un primer adelantado que prepara el camino a sus seres queridos.
Los emigrantes, aunque desconocedores de lo que les podría deparar el inmediato futuro, sabían al menos a qué lugar iban. Por eso la pregunta de Tomás a Jesús tiene sentido. “Señor, no sabemos adónde vas. ¿Cómo podemos saber el camino?”(Juan 14, 5).
La respuesta de Jesús a los dos apóstoles da a entender su ceguera al no comprender, después de años de convivencia juntos, la unión íntima con su Padre del cielo: “Felipe, quien me ha visto a mí ha visto al Padre” (Juan 14,9) y “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida” (Juan 14, 6).
A través de Jesús conocemos la bondad infinita y el amor de Dios. Es quien nos enseña el Camino a seguir para descubrir a Dios, la Verdad que nos hace realmente libres y la Vida eterna y verdadera como aspiración final.
¡Cuántos hombres y mujeres se han dejado seducir a lo largo de la historia por estas palabras que cambiaron radicalmente sus vidas!
“Lectio divina”
En varias diócesis españolas se está extendiendo la experiencia de la “lectio divina” o lectura orante de la Biblia. Es una forma maravillosa de conocer a Jesús a través de las Sagradas Escrituras, encontrarnos personalmente con Cristo y seguirle.
Es un método sencillo y práctico como parte importante de la acción pastoral en comunidades y parroquias, dentro de un proceso previamente preparado. Se suele empezar por el evangelio de San Marcos. En sucesivas sesiones y a lo largo del año, semanal, quincenal o mensualmente, se lee, medita, ora y comparte con el grupo la Palabra de Dios. Este proceso no termina hasta que se llega a la acción (actio), que mueve la vida del creyente a convertirse en don para los demás.
Constatamos con alegría el crecimiento de estos grupos y la vitalidad que irradian en su entorno.
Señor, estas tres últimas semanas nos hemos visto envueltos en campañas políticas para elegir en Autonomías y Ayuntamientos a quienes nos tienen que gobernar; te pedimos por ellos, para que acierten en su misión de servicio, pero sobre todo, por los que creemos en ti y te consideramos como el Supremo Pastor , Camino, Verdad y Vida
¡Feliz Domingo!
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