jueves, 19 de marzo de 2009

Homilía - 19/03/2009, Jueves de la 3ª semana de Cuaresma

HOMILÍA
19/03/2009, Jueves de la 3ª semana de Cuaresma Ciclo B
Realizada por: P. Luis Carlos Aparicio Mesones s.m.

SAN JOSE

EL HOMBRE HONRADO, JUSTO Y FIEL

En los pocos pasajes evangélicos que aparece José lo hace siempre en función de Jesús y de María. Siempre prestando un servicio, siempre atento, como Abraham, a lo que Dios le va pidiendo.
De esta manera asume el embarazo de su esposa, cuando aún no habían convivido juntos, y decide abandonarla en secreto, para no hacerle daño, para no llamar la atención.
Al recibir la revelación de Dios sobre la realidad de lo que estaba pasando, se entrega de todo corazón a la misión que le ha sido confiada: ser esposo y padre; el que alimenta, guía y dirige su familia desde la sencillez de un trabajo y desde la pobreza.

No se cita ni un solo milagro de José, pero la Iglesia lo reconoce como la persona más cercana a Jesús, inmediatamente después de la Virgen María, pero ¿cabe mayor milagro e influencia que educar a su hijo, Jesús, aunque no sea su padre biológico?
Es de suponer que José, como buen padre judío, ilustraría a Jesús en las Sagradas Escrituras, en las tradiciones de su pueblo, en los comportamientos humanos.
El mismo Lucas recuerda, para que no haya dudas, que Jesús “iba creciendo en edad, sabiduría y gracia delante de Dios y de los hombres” (Lc.2,52).

La pérdida de Jesús en el templo, el reencuentro con sus padres y los razonamientos que les da, van abriéndoles a éstos hacia el misterio de su vocación mesiánica. Algo que meditaban constantemente en su corazón.

Seguramente el diálogo, la comunicación, el respeto, la mutua aceptación y el amor entrañable que se vivía en el hogar de Nazaret contribuyeron en buena medida a configurar la condición humana de Jesús.
Es fácil deducir que Jesús vivió con José y María las bienaventuranzas antes de proclamarlas. ¿Cómo se explica sino la reiteración de Jesús en llamar a Dios “abba” (padrecito) sin haberlo experimentado primero en los labios de sus padres?
Nada hay más importante en la vida que educar a un hijo. Y esto lo supo hacer José con creces.
El “hijo del carpintero”, como popularmente era conocido Jesús entre sus paisanos, se destaparía más tarde como “rabí”, como “Mesías”, como “el Hijo del Hombre”, como el “Hijo de Dios”.

Hay un paralelismo claro entre Abraham, Patriarca por excelencia del AT. Y José, Patriarca del NT. Ambos son invitados por Dios a salir de su tierra; Abraham, de Ur de Caldea; José, de Belén. Los dos conocen las penalidades del destierro, son padres por encima de toda esperanza y a los dos se les exige similares sacrificios. Los dos también creen, se abandonan a la providencia de Dios, obedecen, se ponen en camino, rezan y se constituyen en padres de muchos pueblos.

Hoy es la fiesta de este hombre humilde y extraordinario, elocuente en su silencio, ejemplar en su discreción. Destaca de él más lo que se supone que lo que se dice. Basta mirar a Jesús para valorar su grandeza de espíritu.
En algunos lugares se le venera como abogado de la buena muerte al depositar su último aliento en los brazos de Jesús y de María.

Desde hace muchos años celebramos también en esta fecha el DIA DEL SEMINARIO.

Se necesitan con urgencia vocaciones religiosas y sacerdotes, que guíen y alimenten como José al Pueblo de Dios.
Algunas de nuestras diócesis tienen vacíos sus centros de formación. Otras, como Madrid y Toledo han experimentado durante los últimos años un fuerte incremento en el
número de seminaristas. Pero son la excepción en medio de una carestía vocacional casi generalizada.
¿A qué se debe la crisis? ¿A la falta de entrega? ¿Al materialismo hedonista y consumista? ¿A la disminución alarmante de la natalidad? ¿Al descrédito de la Iglesia?
-Todo es de falta de generosidad a la llamada.
Me resisto a creer que Dios no siga llamando. Y hemos de pedirle, con palabras de Jesús “al dueño de la mies que envíe operarios a su mies.”

Es largo el período de formación de nuestros seminaristas para capacitarles humana,intelectual y cristianamente de cara al servicio que deben prestar al Pueblo de Dios.
Henri Nowmen, sacerdote holandés y autor de un pequeño libro titulado “En nombre de Jesús” traza las líneas maestras del sacerdote del futuro.
Nowmen cambió radicalmente su forma de vida y se fue a Canadá a convivir con una comunidad del “El Arca”, institución fundada por Jean Vanier, que acoge a personas con deficiencia mental. Allí experimenta el significado de la entrega, la ternura y el amor. En síntesis viene a decir lo siguiente sobre el líder cristiano del futuro:

Está llamado a ser alguien irrelevante, presentándose ante el mundo como persona totalmente vulnerable.
El gran mensaje que debemos ofrecer es que Dios nos ama, no por lo que hacemos o hemos logrado, sino porque Dios nos ha escogido para proclamar ese amor como la verdadera fuente de toda vida humana. Esto lleva a un cambio de objetivos eludiendo tareas y liderazgos que no son de nuestra competencia y que ahora son asumidos por la sociedad y profesionales cualificados.
Sin embargo, en el mundo actual crece el sentimiento de soledad, abandono, vacío, falta de intimidad, ausencia de auténticos amigos, lo que origina minusvalías morales y espirituales de difícil curación. Aquí sí es necesaria la presencia del sacerdote.

Debe ser un místico, profundamente enraizado en el amor primero de Dios, de vivir en su presencia y escuchar su voz.

Pero sin duda y ante todo, debe ser persona con ansia de vivir en la presencia de Dios, de escuchar su voz, de estar en contacta con la Palabra encarnada de Dios.

Otro rasgo es el sentido comunitario, superando el creciente individualismo de los sacerdotes actuales. Jesús envió a predicar “de dos en dos” y estamos llamados a proclamar la buena nueva en comunidad, a ejercer de pastores que se sacrifican, acompañan y aman a su grey, sin ningún atisbo de poder.

Finalmente, y no es menos importante, quienes sirven como pastores de la comunidad siempre han de estar dispuestos a confesar su fragilidad y pedir perdón en los fallos, así como dejarse querer y apoyar por quienes, formando parte de su vida, lo tienen a su lado como guía, como padre o como hermano… Nouwen decía también que los líderes del futuro deberán saber iluminar los acontecimientos y los conflictos con una fe articulada en la presencia de Dios, identificando los caminos por los que Dios conduce a su pueblo...

Estas ideas sobre los líderes religiosos son aplicables a todo creyente, ya que la causa del evangelio es misión de todos. Bueno es reflexionarlas y valorarlas a la luz de Dios en esta fiesta de San José, enmarcada dentro de la Cuaresma y en los albores de la primavera, para despertar del letargo vacilante de una fe cristiana que, aparentemente, se tambalea. Aunque Dios sigue estando a nuestro lado.

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