En Constantinopla, san Romano, diácono, que fue apellidado Mélodo por su sublime pericia artística en componer himnos eclesiásticos en honor del Señor y de los santos.
Nació en la ciudad de Emesa en Siria (hoy Homs), en el seno de una familia judía. Fue bautizado siendo un niño (aunque no se sabe si sus padres también se convirtieron) y posteriormente se mudó a Berytus (hoy Beirut), donde fue ordenado diácono en la iglesia de la Resurrección.
Marchó a Constantinopla en tiempos del emperador Anastasio I. En Constantinopla sirvió como sacristán en la "Gran Iglesia" (Santa Sofía), residiendo hasta el final de sus días en el monasterio de Kyros, donde fue enterrado con su discípulo Ananías.
Se dice que al principio Romano no era considerado ni un lector, ni un cantor talentoso. Sin embargo, el Patriarca de Constantinopla le amaba por su gran humildad.
En una ocasión, alrededor del año 518, mientras servía en la iglesia de la Panagia en Blachernae, durante la Vigilia de Navidad, fue asignado para leer los versos “katisma del Salterio”. Leyó tan mal que otro lector hubo de tomar su lugar. Algunos miembros menores del clero ridiculizaron a Romano por esto y, habiendo sido humillado, se sentó en uno de los asientos del coro. Desanimado y profundamente apenado, pronto se quedó dormido. Mientras dormía, María, se le presentó y tendiéndole un libro le ordenó: "¡Trágatelo!" y en cuanto lo hizo, despertó. Inmediatamente recibió la bendición del Patriarca, se subió al ambón y cantó extemporáneamente su famoso “Kontakio de la Natividad”, "Hoy la Virgen da a luz a Aquél que está sobre todas las cosas...". El emperador, el patriarca, el clero y todos los reunidos se quedaron maravillados ante la profunda teología del himno, así como ante la clara y sonora voz de Romano para cantar.
De acuerdo con la tradición, este fue el primer “kontakio” jamás cantado. El término griego kontakion, se refiere al eje sobre el que se enrolla un pergamino, de ahí la importancia de la orden de María de que se tragara un rollo de pergamino, indicando que estas composiciones eran de inspiración divina.
Es el más importante compositor y poeta de las “kontakía” (cánticos) bizantinas; su melodías improvisadas en honor a la Virgen María, se conservan hoy. También compuso himnos en honor de los santos y para las fiestas del Señor. Se le atribuye el grande “Himno akáthistos”, pero parece que él no lo escribió. Es el más célebre himnógrafo de la Iglesia bizantina.
Romano escribió en un koiné literario -es decir, tenía un estilo a la vez popular y elevado y la gran cantidad de semitismos apoyan la teoría de que era de origen judío. Su estilo se caracteriza por la abundancia de imaginería llamativa, agudas metáforas y símiles, comparaciones audaces, antítesis y dramatizaciones vívidas.
Su “kontakion de la Natividades” considerado como su obra maestra y, hasta bien entrado el siglo XII, fue interpretado todos los años en el banquete imperial durante dicha fiesta por los coros juntos de Santa Sofía y de la Iglesia de los Santos Apóstoles en Constantinopla. De sus otras “Kontakia”, una de las más conocidas es el himno "Mi alma, mis almas,..." la cual es cantada como parte del servicio del "Gran Canon" de San Andrés el quinto martes de cuaresma.
El profesor Krumbacher dijo del trabajo de Romano que, "En talento poético, fuego de inspiración, profundidad de sentimiento y elevación de lenguaje, él, por mucho sobrepasa a todos los demás mélodas. La historia literaria del futuro probablemente aclamará a Romano como el más grandioso poeta eclesiástico de todas las épocas."
Nació en la ciudad de Emesa en Siria (hoy Homs), en el seno de una familia judía. Fue bautizado siendo un niño (aunque no se sabe si sus padres también se convirtieron) y posteriormente se mudó a Berytus (hoy Beirut), donde fue ordenado diácono en la iglesia de la Resurrección.
Marchó a Constantinopla en tiempos del emperador Anastasio I. En Constantinopla sirvió como sacristán en la "Gran Iglesia" (Santa Sofía), residiendo hasta el final de sus días en el monasterio de Kyros, donde fue enterrado con su discípulo Ananías.
Se dice que al principio Romano no era considerado ni un lector, ni un cantor talentoso. Sin embargo, el Patriarca de Constantinopla le amaba por su gran humildad.
En una ocasión, alrededor del año 518, mientras servía en la iglesia de la Panagia en Blachernae, durante la Vigilia de Navidad, fue asignado para leer los versos “katisma del Salterio”. Leyó tan mal que otro lector hubo de tomar su lugar. Algunos miembros menores del clero ridiculizaron a Romano por esto y, habiendo sido humillado, se sentó en uno de los asientos del coro. Desanimado y profundamente apenado, pronto se quedó dormido. Mientras dormía, María, se le presentó y tendiéndole un libro le ordenó: "¡Trágatelo!" y en cuanto lo hizo, despertó. Inmediatamente recibió la bendición del Patriarca, se subió al ambón y cantó extemporáneamente su famoso “Kontakio de la Natividad”, "Hoy la Virgen da a luz a Aquél que está sobre todas las cosas...". El emperador, el patriarca, el clero y todos los reunidos se quedaron maravillados ante la profunda teología del himno, así como ante la clara y sonora voz de Romano para cantar.
De acuerdo con la tradición, este fue el primer “kontakio” jamás cantado. El término griego kontakion, se refiere al eje sobre el que se enrolla un pergamino, de ahí la importancia de la orden de María de que se tragara un rollo de pergamino, indicando que estas composiciones eran de inspiración divina.
Es el más importante compositor y poeta de las “kontakía” (cánticos) bizantinas; su melodías improvisadas en honor a la Virgen María, se conservan hoy. También compuso himnos en honor de los santos y para las fiestas del Señor. Se le atribuye el grande “Himno akáthistos”, pero parece que él no lo escribió. Es el más célebre himnógrafo de la Iglesia bizantina.
Romano escribió en un koiné literario -es decir, tenía un estilo a la vez popular y elevado y la gran cantidad de semitismos apoyan la teoría de que era de origen judío. Su estilo se caracteriza por la abundancia de imaginería llamativa, agudas metáforas y símiles, comparaciones audaces, antítesis y dramatizaciones vívidas.
Su “kontakion de la Natividades” considerado como su obra maestra y, hasta bien entrado el siglo XII, fue interpretado todos los años en el banquete imperial durante dicha fiesta por los coros juntos de Santa Sofía y de la Iglesia de los Santos Apóstoles en Constantinopla. De sus otras “Kontakia”, una de las más conocidas es el himno "Mi alma, mis almas,..." la cual es cantada como parte del servicio del "Gran Canon" de San Andrés el quinto martes de cuaresma.
El profesor Krumbacher dijo del trabajo de Romano que, "En talento poético, fuego de inspiración, profundidad de sentimiento y elevación de lenguaje, él, por mucho sobrepasa a todos los demás mélodas. La historia literaria del futuro probablemente aclamará a Romano como el más grandioso poeta eclesiástico de todas las épocas."
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