En el monasterio de Hautecombe, junto al lago de Burget, en Saboya, inhumación del beato Bonifacio, obispo, que, de estirpe regia, se retiró primero a una Cartuja, y elevado después a la sede episcopal de Belley y finalmente a la de Canterbury, en ambos lugares se entregó asiduamente al cuidado de su grey.
Nació en el castillo de Sainte-Hélène-du-Lac en Saboya, era hijo del conde Tomás I de Saboya y de Margarita de Ginebra. Siguiendo la voluntad paterna, ingresó en la Gran Cartuja de Grenoble, donde se hizo notar por su espiritualidad. Todavía no había profesado cuando fue elegido prior de la cartuja de Nantua, y en el 1232, con 25 años y todavía subdiácono fue elegido obispo de Belley por los canónigos de la catedral, que deseaban como obispo a una persona de la nobleza. Cuando murió su hermano Guillermo, que era obispo de Valenza, Bonifacio administró la diócesis hasta 1242.
Por influencia de su sobrina, la reina santa Leonor, esposa de Enrique III de Inglaterra, fue elegido arzobispo de Canterbury (1241), sucediendo a san Edmundo Rich; por la muerte en breve tiempo de dos pontífices, su nombramiento fue confirmado en 1243, por el papa Inocencio IV. Al año siguiente llegó por primera vez a Inglaterra, donde fue ordenado diácono y sacerdote por el obispo de Worcester; el rey había causado un desastre financiero en la diócesis a causa de los excesivos impuestos, Bonifacio se opuso con energía y obtuvo éxito pleno. Fue consagrado obispo en 1245 por el papa Inocencio IV, durante el Concilio de Lyon, obteniendo beneficios económicos para sanar la balanza de la diócesis de Canterbury. Tomó plena posesión de la diócesis en 1249, iniciando la visita general de la diócesis y de la provincia eclesiástica, luchando para reprimir los abusos del clero. Excomulgó al deán y al clero de la iglesia de San Pablo de Londres, porque no querían reconocer su autoridad y su visita, porque para ellos el que debía hacerlo era el obispo de Londres. La misma resistencia tuvo del priorato de San Bartolomé, que no querían reconocer su autoridad, sino sólo la del obispo de Londres, Bonifacio en un exceso de ira arrojó al suelo al viejo viceprior, desencadenando contra él el furor de los londinenses que lo agredieron rompiéndole las vestiduras, y acusándolo de transferir a Francia los réditos de los beneficios ingleses. Liberado de la guardia, Bonifacio huyó en barca por el Támesis, refugiándose en Lambeth, desde donde excomulgó al clero de San Bartolomé y al obispo de Londres. También en San Albano el clero se resistió, rechazando pagar las tasas apelando a Roma.
También Bonifacio apeló al Papa, acercándose a Roma donde consiguió un compromiso, fueron confirmados los derechos de la visita pastoral pero restringiendo su uso. Regresó a Inglaterra en el 1252 y se unió con los barones rebeldes al rey Enrique III, que obligaron al soberano a jurar y observar los pactos de la "Carta Magna", suscrito por su padre el rey Juan sin Tierra y por los notables del reino. En el 1256, Bonifacio marchó a Turín para obtener la libertad de su hermano Tomás II prisionero de los turineses; siguió con su trabajo en defensa de los derechos de la Iglesia de Inglaterra, convocando un Concilio en el 1258 en Merton.
Tuvo que huir a Francia en 1262, cuando se puso de parte del rey en contra de los barones rebeldes que iniciaron una guerra civil. Después de tres años y después de la victoria del rey Enrique III, pudo regresar a Inglaterra; dejó la isla por última vez en el 1268, para acompañar a la cruzada al príncipe Eduardo, pero enfermó gravemente, y lo dejó todo para ir a morir a su patria de Saboya. Fue sepultado en la abadía cisterciense de Hautecombe en el lago de Bourget. Su culto, muy extendido en Saboya, fue aprobado por Gregorio XVI el 1 de septiembre de 1838, a instancias del rey Carlos Alberto, debido a la veneración que el pueblo cristiano le profesaba desde tiempo inmemorial.
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