En Génova, en Italia, san Agustín Roscelli, presbítero y fundador de la Congregación de Hermanas de la Inmaculada Concepción de la Bienaventurada Virgen María, para la formación de las niñas.
Nació en Bargone de Casarza Ligure (Génova, Italia). Pertenecía a una familia de campesinos: inició sus estudios eclesiásticos en Génova, gracias a los consejos de san Antonio María Gianelli. San Antonio María le dio el cargo de clérigo-sacristán y guardián de la iglesia del conservatorio de las Hijas de San José en San Rocchino, del que era director el propio santo. Fue ordenado sacerdote en 1846. Como sacerdote encarnó la figura del "pastor", del educador en la fe, del ministro de la Palabra, del guía espiritual.
Se dedicó al trabajo parroquial, primero como vicepárroco en San Martín de Albaro; en 1854, fue nombrado párroco de la Consolación, donde se distinguió por el cumplimiento de sus deberes pastorales, especialmente como confesor. Siempre dispuesto a donarse en la obediencia, en la humildad, en el silencio y en el sacrificio, buscó sólo la voluntad de Aquél que lo había llamado y enviado. En el desarrollo de su ministerio sacerdotal siguió el ejemplo de Cristo, armonizando la vida interior con la intensa acción pastoral y su obra fue fecunda porque estuvo alimentada por la continua oración y por un gran amor hacia la Eucaristía.
En 1858 se dedicó con gran entusiasmo a la obra de los Pequeños Obreros y se estableció en Carignano, zona en la que dirigió espiritualmente numerosos monasterios de clausura. En 1872, se dedicó por completo a la citada Obra y se interesó por los presos de la cárcel de San Andrés, ingresando en la Compañía de la Misericordia, para acompañar y asistir a los condenados a muerte. Supo leer las situaciones de su tiempo e intervenir concretamente en favor de los más indefensos, y en particular se empeñó para salvar a la juventud, de las insidias y de los peligros morales.
En 1874, Capellán del nuevo Horfanato Provincial en la calle "delle Fieschine", se dedicó a los recién nacidos administrándoles el Bautismo por un lapso de 22 años (de los registros resulta que los bautizados fueron 8.484). Trabajó también con las madres solteras, creando para ellas casas-taller y proporcionándoles cultura y formación religiosa, y de aquí surgió su fundación del Instituto de las Religiosas de la Inmaculada Concepción de la Bienaventurada Virgen María para la formación de las niñas en 1864.
La tímida idea de dar vida a una Congregación religiosa fue estimulada por Mons. Salvador Magnasco y por las colaboradoras del Padre Roscelli, las maestras de las Casas-Taller, las que estaban convencidas que la Consagración a Cristo y el empeño de santificación en la vida comunitaria, son la fuerza del apostolado. El Padre Agustín, interpeló incluso al Papa el beato Pío IX y después de haber recibido la respuesta "Deus benedicat te et opera tua bona" (Dios te bendiga a ti y a tu buena obra), se sometió totalmente a la voluntad de Dios y el 15 de octubre de 1876 realizó su sueño, y el 22 del mismo mes, entregó el hábito religioso a sus primeras Hijas a las que llamó Hermanas de la Inmaculada, indicando a las mismas el camino de santidad, señalado particularmente por las virtudes propias de Quien es el modelo de la vida consagrada. Después de las primeras incertezas, su obra se consolidó y se dilató más allá de los confines de Génova y de Italia. Al final de su vida se vio afectado por la ceguera; murió en Génova. Fue canonizado por Juan Pablo II el 10 de junio de 2001.
Nació en Bargone de Casarza Ligure (Génova, Italia). Pertenecía a una familia de campesinos: inició sus estudios eclesiásticos en Génova, gracias a los consejos de san Antonio María Gianelli. San Antonio María le dio el cargo de clérigo-sacristán y guardián de la iglesia del conservatorio de las Hijas de San José en San Rocchino, del que era director el propio santo. Fue ordenado sacerdote en 1846. Como sacerdote encarnó la figura del "pastor", del educador en la fe, del ministro de la Palabra, del guía espiritual.
Se dedicó al trabajo parroquial, primero como vicepárroco en San Martín de Albaro; en 1854, fue nombrado párroco de la Consolación, donde se distinguió por el cumplimiento de sus deberes pastorales, especialmente como confesor. Siempre dispuesto a donarse en la obediencia, en la humildad, en el silencio y en el sacrificio, buscó sólo la voluntad de Aquél que lo había llamado y enviado. En el desarrollo de su ministerio sacerdotal siguió el ejemplo de Cristo, armonizando la vida interior con la intensa acción pastoral y su obra fue fecunda porque estuvo alimentada por la continua oración y por un gran amor hacia la Eucaristía.
En 1858 se dedicó con gran entusiasmo a la obra de los Pequeños Obreros y se estableció en Carignano, zona en la que dirigió espiritualmente numerosos monasterios de clausura. En 1872, se dedicó por completo a la citada Obra y se interesó por los presos de la cárcel de San Andrés, ingresando en la Compañía de la Misericordia, para acompañar y asistir a los condenados a muerte. Supo leer las situaciones de su tiempo e intervenir concretamente en favor de los más indefensos, y en particular se empeñó para salvar a la juventud, de las insidias y de los peligros morales.
En 1874, Capellán del nuevo Horfanato Provincial en la calle "delle Fieschine", se dedicó a los recién nacidos administrándoles el Bautismo por un lapso de 22 años (de los registros resulta que los bautizados fueron 8.484). Trabajó también con las madres solteras, creando para ellas casas-taller y proporcionándoles cultura y formación religiosa, y de aquí surgió su fundación del Instituto de las Religiosas de la Inmaculada Concepción de la Bienaventurada Virgen María para la formación de las niñas en 1864.
La tímida idea de dar vida a una Congregación religiosa fue estimulada por Mons. Salvador Magnasco y por las colaboradoras del Padre Roscelli, las maestras de las Casas-Taller, las que estaban convencidas que la Consagración a Cristo y el empeño de santificación en la vida comunitaria, son la fuerza del apostolado. El Padre Agustín, interpeló incluso al Papa el beato Pío IX y después de haber recibido la respuesta "Deus benedicat te et opera tua bona" (Dios te bendiga a ti y a tu buena obra), se sometió totalmente a la voluntad de Dios y el 15 de octubre de 1876 realizó su sueño, y el 22 del mismo mes, entregó el hábito religioso a sus primeras Hijas a las que llamó Hermanas de la Inmaculada, indicando a las mismas el camino de santidad, señalado particularmente por las virtudes propias de Quien es el modelo de la vida consagrada. Después de las primeras incertezas, su obra se consolidó y se dilató más allá de los confines de Génova y de Italia. Al final de su vida se vio afectado por la ceguera; murió en Génova. Fue canonizado por Juan Pablo II el 10 de junio de 2001.
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