sábado, 14 de agosto de 2010

Mañana es...




La fiesta de la Asunción de la Santísima Virgen María se halla presidida por el Ángel de la Gracia. El don de la gracia de Dios a la compasiva Madre de Cristo, que intercede por nosotros en el cielo, ofrece la esperanza de la salvación a millones de seres corrientes cuyas vidas parecen desesperadamente comprometidas.

Esta fiesta en honor de la milagrosa asunción de la Virgen María a los cielos, constituye una devoción fervorosa y difundida en las Iglesias católica y ortodoxa. Como María nació sin pecado original, abandonó esta vida sin sufrir la corrupción de la muerte, que es el resultado del pecado. Llevada en cuerpo y alma a la gloria de los cielos, anticipó el destino de todos los creyentes. Así la oración inicial de su Misa acaba con las palabras: "Os rogamos nos concedáis que, atentos siempre a las cosas del cielo, merezcamos participar de su gloria".

El torrente universal de devoción a la Bendita Virgen María en este día sacro se halla regido por el Ángel de la Gracia. Se trata de una celebración cordial de exaltación y curación. Cuando abrimos nuestros corazones al amor y solicitamos que la gracia de la Santísima Virgen María interceda por nosotros y escuche nuestras oraciones, nos acercamos todavía más al amor al espíritu maternal en nuestro seno.

Orienta tu atención hacia dentro y expulsa todos los pensamientos que sobran en tu mente. Imagite a su corazón como una luz dorada y resplandeciente que representase la esencia de Dios en su seno. Intensifica esa luz para que abarque a todo su amor.
Deja que penetre en tu cuerpo, tu mente y tu espíritu. Permite que irradie hacia ti el mundo, iluminando los rincones oscuros de los corazones y mentes de las gentes en donde no brilla el amor.
Esta gracia es una manifestación de su vinculación con el Espíritu Santo y procede de un corazón atento y cariñoso.


Al amado Ángel de la Gracia, cuya luz brilla sobre el rostro de todos aquellos que solicitan amor.
Enséñanos que nunca te hallas lejos de nosotros, que estás dispuesto a ser invitado a nuestros corazones. Ayúdanos a aceptar nuestras vidas con gracia y a compartir lo mejor de nuestra luz.
Todos ansiamos la experiencia profunda y rica de vivir en la presencia de Dios y con la bendición del Espíritu Santo.
Permite que tu gracia resplandezca dentro de nuestros corazones y mentes.

Amén

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