domingo, 12 de abril de 2015

SAN JULIO I – PAPA

(337-352) Nació en Roma. Constantino antes de morir expresó el deseo de que Atanasio, obispo de Alejandría, por él exiliado, volviera y fuera reintegrado en su sede episcopal. El hijo Constancio, que al principio era favorable a esta decisión, se opuso, y le envió de nuevo en exilio. Atanasio solicitó la ayuda del papa Julio, que convocó un concilio en Roma en el que se le rehabilitó completamente. Pero no pudo volver materialmente a Alejandría por la abierta hostilidad de los Amanos, con los que Constancio simpatizaba, y por la presencia en aquella sede del nuevo obispo impuesto por el emperador, Gregorio de Capadocia.

Se hizo necesario otro concilio, que Constancio de acuerdo con Julio convocó en Sárdica, la actual Sofia, para que Atanasio saliera completamente rehabilitado. Sin embargo para que le fuera devuelta su sede, tuvo que esperar que Gregorio, protegido por Constancio, se muriera. En este concilio se establecieron unos cánones para la reforma de la disciplina eclesiástica en línea con el concilio de Nicea, y se afirmó un concepto que sentaría la base de la consolidación de la posición preeminente de la sede de Roma en materia disciplinaria, jurídica y de fe: se estableció que toda decisión tomada por concilios o por individuales sedes episcopales, fuera ratificada por Roma, y sólo entonces asumiría valor definitivo.

El mismo Julio en el pasado escribió a los obispos de oriente las siguientes palabras: «Cuando surjan cuestiones, según la costumbre, en primer lugar hay que escribir a nosotros para que, con justicia, resolvamos el problema». Estas continuas posturas se hicieron necesarias en consideración de los reiterados intentos de ingerencia por parte del poder imperial, en cuestiones a menudo estrictamente religiosas.

A este papa se debe la fundación de los archivos de la S. Sede. Además dispuso que también la Iglesia de oriente celebrase la Navidad el 25 de diciembre, y no el 6 de enero como se hacía hasta entonces. Su cuerpo yace en la iglesia romana de S. María en Trastevere.

Fue el inmediato sucesor del Papa Silvestre, Arcus, que rigió la Iglesia Romana durante un breve periodo de tiempo – del 18 de Enero al 7 de Octubre del 336 – y después de su muerte el trono papal permaneció vacante durante cuatro meses. Se desconoce lo que ocasionó, comparativamente, esta larga vacante. El 6 de Febrero del 337, Julio, hijo de Rustico y nativo de Roma, fue elegido Papa. Su pontificado es recordado principalmente por su firme y juiciosa intervención en las controversias Arianas, sobre las que tenemos abundantes fuentes de información. Después de la muerte de Constantino El Grande (22 de Mayo del 337), su hijo Constantino II, Gobernador de Gaul, permitió al exiliado Anastasio regresar a su sede de Alejandría. Por su parte los Arianos, en Egipto, nombraron obispo a la persona de Pistus y enviaron una embajada al Papa Julio rogándole que admitiera a Pistus en comunión a Roma, dejando al Papa las decisiones del Concilio de Tiro (335) para validar así la destitución de Anastasio. Anastasio a su vez, envió mensajeros a Roma para entregar a Julio una carta sinodal de los obispos de Egipto conteniendo una completa justificación de sus respectivos patriarcados. A la llegada de los enviados de Anastasio a Roma, Macario, el jefe de los representantes de los Arianos junto con los delegados de Anastasio, fueron convocados por el Papa Julio. La legación Ariana entonces suplicó al Papa que convocase a asamblea al gran sínodo, ante el cual, ambas partes presentarían sus respectivos casos para una solución.

Julió convocó al sínodo en Roma habiendo despachado a dos mensajeros portando una carta de invitación a los obispos de Oriente. Bajo el liderazgo de Eusebio quien se había elevado desde Nicomedia a la Sede de Constantinopla, los obispos Arianos habían mantenido mientras tanto un concilio en Antioquia y eligieron Jorge de Capadocia Obispo de Alejandría en lugar de Pistus. A Jorge se le introdujo forzadamente en su sede y Anastasio, estando de nuevo en el exilio, se puso en camino a Roma. Muchos otros obispos que fueron sustituidos de sus cargos por el partido Ariano, entre ellos Marcelo de Ancyra, también llegaron a Roma. En una carta redactada en términos muy altivos, los obispos Arianos del partido de Eusebio, rechazaron asistir al sínodo convocado por Julio. El sínodo se celebró en el otoño del 340 o 341, bajo presidencia del Papa en la iglesia titular del presbítero Vitus. Después de un detallado examen de los documentos, Anastasio y Marcelo de Ancyra, quienes habían hecho una satisfactoria profesión de fe, fueron exonerados y restablecidos en sus derechos episcopales. El Papa Julio comunicó esta decisión en una carta muy notable y lograda a los obispos del partido de Eusebio. En esta carta él justifica su proceder en este caso, defiende en detalle la reinstauración de Anastasio y amonesta contundentemente acerca de la ausencia de los obispos de Oriente en el Concilio del que por otra parte, ellos mismos habían sugerido la conveniencia de su celebración. Incluso si Anastasio y sus compañeros fueron de alguna manera culpables, la carta explica, la iglesia de Alejandría debería haber escrito primero al Papa. “Podéis ser ignorantes” escribe el Papa “ de que esta es la costumbre, deberíamos habernos escrito primero, así que de ahora en adelante esto debe quedar claro” (Julii ep. Ad Antiochenos, c. xxii). Después de la victoria sobre su hermano Constantino II, el Emperador Constans gobernó sobre gran parte del Imperio. Era enteramente ortodoxo en sus puntos de vista y bajo petición del Papa y de otros obispos Occidentales, intercedió ante su hermano Constantino, Emperador de Oriente, a favor de los obispos que habían sido depuestos y perseguidos por el partido Ariano. Ambos gobernantes acordaron que debía ser convocado en Sardica, ciudad principal de la Provincia de la Dacia Mediterránea (la moderna Sofía), un Concilio General de los obispos de Oriente y Occidente. Tuvo lugar en el otoño del 342 o 343, Julio envió como sus representantes a los sacerdotes Archidamus y Philoxenus y al diácono Leo. A pesar de que los obispos Orientales del partido Ariano no se unieron al Concilio, mantuvieron su propia reunión por separado y luego se marcharon, el concilio cumplió su objetivo. A través de los importantes cánones iii, iv y v de éste (vii en el texto latino) el procedimiento a seguir en caso de acusación contra un obispo fue regulado con más exactitud y la forma de intervención Papal en la condena de obispos fue definitivamente establecida.

Al cierre de sus deliberaciones el sínodo comunicó sus decisiones al Papa mediante carta formal. No apoyando la reafirmación de su inocencia por el Sínodo de Sardica, San Anastasio no fue restaurado en su puesto por el Emperador Constantino hasta después de la muerte de Jorge, el Obispo rival de Alejandría, en el 346. El Papa Julio aprovechó la ocasión para escribir una carta, la cual todavía existe, a los sacerdotes, diáconos y a todos los creyentes de Alejandría para felicitarles por el regreso de su gran pastor. Los dos obispos Ursacio de Singidunum y Valens de Mursia, quienes como consecuencia de su Arianismo habían sido depuestos por el Concilio de Sardica, hicieron una retractación pública de su error ante Julio, quien, habiéndoles convocado en audiencia y después de recibir una confesión de fe firmada, les restauró en sus respectivas sedes episcopales. Sobre el funcionamiento interno de la Iglesia Romana durante el pontificado de Julio carecemos de información exacta; todos están de acuerdo , no obstante, de que hubo un rápido incremento del número de creyentes en Roma, donde Julio había levantado dos nuevas basílicas: la iglesia titular de Julio (actualmente S. María en el Trastevere) y la Basílica Julia ( actualmente la Iglesia de los Doce Apóstoles). Junto a estas construyó tres iglesias sobre cementerios fuera de las murallas de Roma: una en la carretera a Porto, una segunda en la Vía Aurelia y una tercera en la Vía Flaminia en la tumba del mártir San Valentín. Las ruinas de esta última han sido descubiertas. La veneración de los creyentes por las tumbas de los mártires continuó extendiéndose rápidamente. Bajo el pontificado de Julio, si no antes, se pusieron en uso catálogos de las festividades de los santos- el Santoral Romano de Philocalus data del año 336.

A través de San Anastasio, quien permaneció en Roma varios años después del 339, la vida monástica Egipcia fue bien conocida en la capital y el ejemplo de los eremitas de los desiertos Egipcios encontraron muchos imitadores en la Iglesia Romana. Julio murió el 12 de Abril del 352 y fue enterrado en las catacumbas de Calepodius en la Vía Aurelia y muy poco después de su muerte fue venerado como santo. Su cuerpo fue mas tarde trasladado a Santa María en el Trastevere, la iglesia que él había construido.

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