sábado, 10 de abril de 2021

San Miguel de los Santos

En Valladolid, en España, san Miguel de los Santos, presbítero de la Orden de la Santísima Trinidad, que se entregó por completo a obras de caridad y a la predicación de la palabra de Dios.

Miguel Argemir y Mitjana o Mitjá, nació en Vich, Barcelona, en el seno de una familia cristiana de tejedores de lana. Su padre era notario, y cuando se quedó huérfano tuvo que ponerse a trabajar de recadero en un comercio de Vich y después en una cordonería de Barcelona. En su niñez hizo voto de celibato y estudió gramática en el estudio general de Vich. Pero su primera vocación que era el de eremita solitario en el Montseny, tuvo que abandonarla porque todavía era un chiquillo; en los conventos de Vich le rechazaron, hasta que a los 12 años consiguió entrar como trinitario calzado en Barcelona. Estudió y se formó en Barcelona y Zaragoza, donde profesó en 1607. Pero no le gustaba la Orden por ser demasiada blanda, y al mes de la profesión, la abandonó.

En 1608, cuando contaba 16 años, recibió en el convento de Oteiza en Navarra, el hábito de la Orden de descalzos de la Santísima Trinidad redención de los Cautivos, que en aquellos momentos estaba reformando san Juan Bautista de la Concepción. Desde este momento su vida cambió totalmente; en Madrid realizó su noviciado y profesó en Alcalá de Henares donde tomó el nombre de Miguel de los Santos (1609). Fue trasladado a La Solana (Ciudad Real), Sevilla donde tendrá sus primeras experiencias místicas. En 1611 estudió Filosofía en la universidad de Baeza, y en 1614 inició sus estudios de Teología en la universidad de Salamanca. Recibió la ordenación sacerdotal en la ciudad de Faro, Portugal hacia 1615. Volverá a Baeza donde ejerció los ministerios de la predicación, del confesionario y de la dirección espiritual, hasta que en 1625, fue nombrado superior del convento de Valladolid, donde admiraron su santidad.

Maravilló por la fenomenología mística que siempre le acompañó: éxtasis, levitaciones, milagros... de manera que se le llamó "el extático", porque realizaba vuelos extáticos cuando se hallaba en oración o celebrando la Misa. El acontecimiento más extraordinario que se conoce de su vida fue el cambio místico de corazón con Jesucristo. Fue un hombre de profunda oración y de gran amor a la Eucaristía. Escribió "Tratado de la tranquilidad del alma". Murió en Valladolid, había sido un hombre de luces para el gobierno de la comunidad, escritor ameno, místico y buen predicador. Murió diciendo: "Creo en Dios, espero en Dios, amo a Dios, me pesa, Señor, de haberos ofendido" después de haber padecido calumnias y meses de cárcel. Murió en Valladolid a causa de unas fiebres tifoideas. Está enterrado en el convento de Valladolid. Fue canonizado por el beato Pío IX el 8 de junio de 1862. Patrón de Vich.

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