martes, 27 de abril de 2021

San Macaldo de la Isla de Man

En la isla de Man, en la parte septentrional de Cambria, san Macaldo o Maughold, obispo, célebre por su santidad.

Bandido irlandés, del que se dice que fue un desterrado, que san Patricio convirtió y envió a la isla de Man, para compensar los robos anteriores, donde convirtió los corazones de aquellos isleños. Fue obispo de la isla y tuvo un gran éxito. Probablemente se el mismo san Maughold. Se le ha confundido algunas veces con otros santos irlandeses.

Transcribo tal cual la traducción realizada por el hagiógrafo Abel Della Costa en “El Testigo Fiel”: “La leyenda local, recogida en un el archivo de tradiciones de la Isla de Man por el estudioso William Harrison, cuenta a grandes trazos esto mismo que recogía Butler, con la variante de que la leyenda da a entender que san Patricio lo recibe en la isla (y por tanto en forma de aparición), no que lo convierte estando en Irlanda; de la conversión y sus motivos la leyenda no habla, sólo menciona el hecho. Las frases en cursiva están en prosa en el original: 

“Os contaré la leyenda, tan bien como pueda,/ de san Maughold, el piadoso y antiguo obispo de Man.

Este hombre (como su padre)/ era un libertino, o al menos,/ lo fue en un tiempo anterior,/ si es que podemos/ destapar sus pecados. Antes de ser obispo/ daba a su pobre esposa,/ se dice, una triste vida:/ la engañaba y sacudía (cheat and beat)/ y a veces la maltrataba;/ y hasta amenazaba con pegarle,/ cuando estaba bajo licor./ Pues aunque ahora es un santo,/ fue en otro tiempo, entre los bandidos,/ el Capitan o líder, tan feroz como se pueda ser, en esa isla que Moore llama "La gema del mar" [Irlanda].

Y dondequiera que iba,/ se redoblaba el saqueo...

Pero luego de algunos años comenzó a arrepentirse.

Así que lo pusieron a flotar/ en un bote de cuero crudo,/ en un muy duro clima,/ sus manos atadas juntas,/ con cerrojos en los pies,/ y sin nada que comer.

Y así cantaba (mientras continuaba su viaje por las olas): «Estoy a flote, estoy a flote, sobre la feroz marea.»

Al fin fue arrojado/ en una isla desconocida;/ o al menos muy pocos/ sabían de ella en aquel tiempo./ A donde el bote llegó/ era la Isla de Man;/ y san Patricio (el gran santo),/ lo recogió, seguramente desmayado, y ese hombre llegó a ser -y creemos que es posible- un digno y respetable obispo de Man.

Sí! tal era su fama,/ que llegó a tener gran nombre,

Cuando santa Brígida, una monja irlandesa, lo fue a visitar, perdió su corazón, dicen algunos (como prueba del asunto).

Y muy pronto tomó el velo,/ cuando lo vio tan pálido,/ con tantos ayunos,/ para expiar sus locuras.

Pues éste llegó a ser -y creemos que es posible- un digno y respetable obispo de Man.

Y en la hermosa Isla de Mona [en el NE?]/ el santo vivió por un tiempo,/ donde ahora hay un famoso pozo/ que tiene, según se dice,/ un excelente manantial que los maneses (a pesar del barro) usan, por sus famosas virtudes medicinales. 

Estas, -¿no lo sabes?-/ eran eficaces,/ para los hijos e hijas de la Isla/ que bebían sus aguas,/eran sobre todo sanados (a pesar de que sabía a pintura) bebiéndola en el asiento del santo.

No es una moderna y cómoda silla,/ más bien uno duro y despojado,/ tal que ya nadie ahora querría sentarse/ donde el santo, con su camisa de pelo,/ y todo cubierto de suciedad/ se arrepentía de sus fechorías/ y repasaba sus cuentas.

Así he contado la historia, en verso, lo mejor que he podido, de san Maughold, el obispo de Man.”

Es el patrón de la isla de Man. Tiene culto local.

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