sábado, 24 de abril de 2021

San Fidel de Sigmaringen

San Fidel de Sigmaringa, presbítero y mártir, que, siendo abogado, decidió entrar en la Orden de los Hermanos Menores Capuchinos, donde llevó una vida observante de vigilias y oraciones. Asiduo en la predicación de la Palabra de Dios, fue enviado a la región de Recia para consolidar la verdadera doctrina, y por su fe católica, en Sevis, en Suiza, sufrió el martirio por obra de algunos herejes.

Se llamaba Markus Roy, hijo del burgomaestre de Sigmaringen (Suabia, Alemania), donde nació (entonces principado de Hohenzollern). Estudió en la universidad (entonces colegio de los jesuitas) de Friburgo de Brisgovia o Brisgau y, luego en la de Willingen, donde se había trasladado la de Friburgo huyendo de la peste, consiguiendo un doble doctorado (en Derecho y Filosofía) en 1611, y mientras tanto enseñó Filosofía. Viajó por Europa (Francia, España e Italia) con la familia de los Stotzingen, de la que era preceptor de sus hijos; el viaje duró de 1604 a 1610. Ejerció la abogacía en Ensisheim (Alsacia), ayudando a los más necesitados; fue llamado "el abogado de los pobres". Pero fueron unas palabras de un compañero suyo que le habló con tan poca seriedad de la abogacía y la justicia humana e intentó sobornarle en un caso, decidió tomar otro camino. 

Intentó hacerse capuchino, como su hermano Jorge, pero la edad, hizo que se le negase el ingreso, entonces pensó en el clero diocesano y recibió el sacerdocio a los 35 años, en 1612; ingresó después en la Orden capuchina en Friburgo de Brisgovia, donde recibió el nombre de Fidel. Durante el año de su noviciado escribió para uso personal, una colección de oraciones y meditaciones, que luego fueron compilados con el título de "Exercitia spiritualia seraphicae devotionis". Antes de emitir sus votos, en 1613, redactó su "Testamento", con él fundó becas de estudios para los jóvenes católicos pobres de la familia Roy o de otros parientes. Durante cinco años estudió silenciosamente Teología en Constanza. Se dedicó a la predicación en el convento de Altdorf y al apostolado castrense entre las tropas austriacas del emperador. Hasta su muerte fue guardián en los conventos de Rheinfelden, Feldkirch, Friburgo. Además se le encargó la asistencia espiritual de los soldados.

Por fin fue enviado por la congregación De Propaganda Fide a Retia para consolidar la fe contra los progresos de la herejía calvinista, donde logró convertir al mismo conde Rodolfo de Salis. Tuvo rasgos de marcado heroísmo durante una epidemia de peste. Intentó la unidad entre católicos y calvinistas. Se impuso a si mismo la penitencia como regla de conducta: "He dado a Dios los bienes de la tierra y El me da el reino de los cielos. ¿Puede haber permuta más ventajosa?". Conociendo el gran peso de la acción clandestina de los predicadores zuinglianos y preveyendo su martirio, redactó el llamado "Mandato de castigo" o "Diez artículos de la religión". La reacción contra el edicto que obtuvo la proscripción del culto protestante en los Grisones, donde Austria había puesto pie, provocó la violenta reacción de los campesinos calvinistas, que, capitaneados por un ministro (tras el golpe se convirtió), lo mataron a golpe de maza y rematado de una puñalada en la puerta de la iglesia de Seewis (Suiza), acusado de ser un agente político del emperador de Austria. En el momento de su martirio dijo: “Señor Jesús, ten piedad de mi. Santa María, socórreme”.

Antes de ejecutarlo le invitaron a abrazar la fe calvinista, pero Fidel respondió: "He venido para luchar contra la herejía, no para abrazarla". Cayó a tierra perdonando a sus asesinos. Toda su vida se podía resumir en aquella famosa frase que camino de Mayenfeld dijo a un compañero: "Dos cosas pido a Dios de corazón: Pasar la vida sin ofenderle y derramar mi sangre por la fe católica". Su cabeza se conserva en la catedral de Coira. Protomártir de la Propaganda Fide. Primer mártir capuchino. Fue canonizado por Benedicto XIV el 29 de junio de 1746. Patrón de la región de Hohenzollern.

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