En la aldea de Krasic, cerca de Zagreb, en Croacia, beato Luis Stepinac, obispo de Zagreb, que rechazó con firmeza las doctrinas que se oponían a la fe y a la dignidad humana y, por su fidelidad a la Iglesia, después de prolongada prisión, víctima de la enfermedad y la miseria, terminó egregiamente su episcopado.
Nació en Brazaric, Croacia. Participó como soldado en la I Guerra Mundial, y fue apresado por los italianos. Terminada la guerra volvió a su casa y trabaja en el campo. Militó en las juventudes católicas.
Fue ordenado sacerdote en Roma en 1930. El papa Pío XI le nombró obispo coadjutor de Zagreb y pasó a ser titular en 1937. Le tocaron años difíciles, pero supo estar siempre a la altura de las circunstancias, fue siempre pastor al margen de las ideologías políticas, pero no dejó de orientar a sus fieles sobre los peligros que representaban muchas de estas ideologías que iban en contra de la fe. Abierto a una gran acción pastoral y benéfica, erigió nuevos centros parroquiales, promovió la prensa católica, insertó a las comunidades religiosas en la pastoral diocesana, impulso los movimientos apostólicos de seglares e insistió mucho en la unidad de todos los católicos con la Santa Sede.
Hizo cuanto pudo por su pueblo durante la II Guerra Mundial, y terminada ésta, se opuso a la idea del régimen comunista de crear una iglesia nacional cismática. Con los demás obispos de Croacia publicó en 1945 una carta pastoral en la que lamentaba la injusta condena de los sacerdotes y las miles de víctimas inocentes de la represión marxista.
Esta carta le supuso el juicio y la condena a 16 años de prisión, con el agravante de trabajos forzados y cinco años de privación de los derechos civiles. Le acusaron de colaboración con el nazismo, y que ha vuelto a ser aireada con motivo de su beatificación, pero que no tiene ningún fundamento real. Lo mismo a unas que a otras autoridades mostró siempre el respeto debido.
En 1951 fue trasladado a la cárcel de Lepoglava, en Krasic. Por su valor y su testimonio de fidelidad a Cristo y a la Iglesia, el papa Pío XII le nombró cardenal en 1953. Como seguía defendiendo a su patria y a los derechos de los pobres, y como no se lo podía matar porque toda la iglesia seguía su martirio, decidieron torturarlo silenciosamente. En la celda contigua instalaron unos aparatos de rayos x para radiarlo todas las noches y de esta forma debilitarlo poco a poco hasta provocarle una muerte dolorosa. Siguiendo el modelo de Cristo, soportó sin odio todo su martirio, ofreciendo su dolor por su pueblo.
Luego pasó a arresto domiciliario en Krasic, situación en la que estaba cuando le sobrevino la muerte. Pudieron matarlo un 10 de febrero de 1960, pero no pudieron doblegarlo ni callarlo. Antes de morir declaró: «Al pueblo Croata en cuyo seno nací, he tratado de serle útil hasta donde me fué posible y ahora, en la hora de mi muerte, cuando las cosas se ven de un modo diferente que en otros momentos, le encomiendo encarecidamente que permanezca siempre fiel a su santa fe católica y a la Sede Apostólica de Pedro». Sus restos descansan, ahora en su patria, Croacia, en la Catedral de Zagreb a la que nunca pudo ingresar como cardenal, con un epitafio que reproduce sus propias palabras: «odiar la injusticia y amar la justica, esto ha sido mi regla». Fue beatificado por SS Juan Pablo II el 3 de octubre de 1998.
Nació en Brazaric, Croacia. Participó como soldado en la I Guerra Mundial, y fue apresado por los italianos. Terminada la guerra volvió a su casa y trabaja en el campo. Militó en las juventudes católicas.
Fue ordenado sacerdote en Roma en 1930. El papa Pío XI le nombró obispo coadjutor de Zagreb y pasó a ser titular en 1937. Le tocaron años difíciles, pero supo estar siempre a la altura de las circunstancias, fue siempre pastor al margen de las ideologías políticas, pero no dejó de orientar a sus fieles sobre los peligros que representaban muchas de estas ideologías que iban en contra de la fe. Abierto a una gran acción pastoral y benéfica, erigió nuevos centros parroquiales, promovió la prensa católica, insertó a las comunidades religiosas en la pastoral diocesana, impulso los movimientos apostólicos de seglares e insistió mucho en la unidad de todos los católicos con la Santa Sede.
Hizo cuanto pudo por su pueblo durante la II Guerra Mundial, y terminada ésta, se opuso a la idea del régimen comunista de crear una iglesia nacional cismática. Con los demás obispos de Croacia publicó en 1945 una carta pastoral en la que lamentaba la injusta condena de los sacerdotes y las miles de víctimas inocentes de la represión marxista.
Esta carta le supuso el juicio y la condena a 16 años de prisión, con el agravante de trabajos forzados y cinco años de privación de los derechos civiles. Le acusaron de colaboración con el nazismo, y que ha vuelto a ser aireada con motivo de su beatificación, pero que no tiene ningún fundamento real. Lo mismo a unas que a otras autoridades mostró siempre el respeto debido.
En 1951 fue trasladado a la cárcel de Lepoglava, en Krasic. Por su valor y su testimonio de fidelidad a Cristo y a la Iglesia, el papa Pío XII le nombró cardenal en 1953. Como seguía defendiendo a su patria y a los derechos de los pobres, y como no se lo podía matar porque toda la iglesia seguía su martirio, decidieron torturarlo silenciosamente. En la celda contigua instalaron unos aparatos de rayos x para radiarlo todas las noches y de esta forma debilitarlo poco a poco hasta provocarle una muerte dolorosa. Siguiendo el modelo de Cristo, soportó sin odio todo su martirio, ofreciendo su dolor por su pueblo.
Luego pasó a arresto domiciliario en Krasic, situación en la que estaba cuando le sobrevino la muerte. Pudieron matarlo un 10 de febrero de 1960, pero no pudieron doblegarlo ni callarlo. Antes de morir declaró: «Al pueblo Croata en cuyo seno nací, he tratado de serle útil hasta donde me fué posible y ahora, en la hora de mi muerte, cuando las cosas se ven de un modo diferente que en otros momentos, le encomiendo encarecidamente que permanezca siempre fiel a su santa fe católica y a la Sede Apostólica de Pedro». Sus restos descansan, ahora en su patria, Croacia, en la Catedral de Zagreb a la que nunca pudo ingresar como cardenal, con un epitafio que reproduce sus propias palabras: «odiar la injusticia y amar la justica, esto ha sido mi regla». Fue beatificado por SS Juan Pablo II el 3 de octubre de 1998.
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