En Córdoba, en la región española de Andalucía, conmemoración del beato Álvaro de Zamora o Álvaro de Córdoba, presbítero de la Orden de Predicadores, que se hizo célebre por su modo de predicar y contemplar la Pasión del Señor.
Nació en el seno de una familia rica y caballeresca de Zamora. El joven Álvaro era inteligente, simpático, abierto y devorador de libros. Malos años aquellos para la Iglesia y en general para la humanidad: la peste negra y el Cisma de Occidente. El 1416, Benedicto XIII, el papa Luna, le concedió el titulo de maestro en Teología en Salamanca. Fue profesor durante mucho tiempo en el Estudio General de San Pablo de Valladolid, y catedrático de dogmática. A pesar de todo ello, Álvaro, se hizo dominico en Córdoba (1368), fue ordenado sacerdote.
Álvaro quería terminar con la corrupción de costumbres de tantos sacerdotes y seglares cristianos, reyes y gentes sencillas, que sólo pretendían medrar a costa de la fe y religión: orar mucho, llevar vida de austeridad y ser fieles al Evangelio a toda costa. Para llevar a cabo esta misión recorrió Andalucía, Francia e Italia. La reina Catalina lo eligió como consejero y tutor de su hijo Juan II. El beato Álvaro luchó contra el papa de Aviñón, Pedro de Luna. A petición de doña María de Aragón, esposa del rey Juan II, el papa Martín V expidió una bula por la que nombró a fray Álvaro, superior mayor vitalicio de los conventos fundados de la nueva reforma y de los entonces existiesen que abrazasen la reforma. La reforma consiguió que el superior mayor fuera un cargo vitalicio y no estuviera bajo la jurisdicción, presuntamente caprichosa del provincial, sino inmediatamente vinculada a la autoridad del maestro general de la Orden dominicana.
Organizó la "Vía Dolorosa" en Tierra Santa, fomentando nuestro actual "Vía Crucis", que el introdujo por primera vez en el convento de Escalaceli. Fue el paladín de la reforma. Además de los muchos conventos que reformó, fundó el convento de Portaceli de Sevisa y uno en el que quiso pasar los últimos años de su vida, el de Santo Domingo de Scala Coeli (Córdoba), que fue un centro de cultura y de piedad. Su vida está marcada por el cristocentrismo, un canto al amor de Cristo crucificado. El culto del beato fue confirmado por Benedicto XIV el 22 de septiembre de 1741.
Nació en el seno de una familia rica y caballeresca de Zamora. El joven Álvaro era inteligente, simpático, abierto y devorador de libros. Malos años aquellos para la Iglesia y en general para la humanidad: la peste negra y el Cisma de Occidente. El 1416, Benedicto XIII, el papa Luna, le concedió el titulo de maestro en Teología en Salamanca. Fue profesor durante mucho tiempo en el Estudio General de San Pablo de Valladolid, y catedrático de dogmática. A pesar de todo ello, Álvaro, se hizo dominico en Córdoba (1368), fue ordenado sacerdote.
Álvaro quería terminar con la corrupción de costumbres de tantos sacerdotes y seglares cristianos, reyes y gentes sencillas, que sólo pretendían medrar a costa de la fe y religión: orar mucho, llevar vida de austeridad y ser fieles al Evangelio a toda costa. Para llevar a cabo esta misión recorrió Andalucía, Francia e Italia. La reina Catalina lo eligió como consejero y tutor de su hijo Juan II. El beato Álvaro luchó contra el papa de Aviñón, Pedro de Luna. A petición de doña María de Aragón, esposa del rey Juan II, el papa Martín V expidió una bula por la que nombró a fray Álvaro, superior mayor vitalicio de los conventos fundados de la nueva reforma y de los entonces existiesen que abrazasen la reforma. La reforma consiguió que el superior mayor fuera un cargo vitalicio y no estuviera bajo la jurisdicción, presuntamente caprichosa del provincial, sino inmediatamente vinculada a la autoridad del maestro general de la Orden dominicana.
Organizó la "Vía Dolorosa" en Tierra Santa, fomentando nuestro actual "Vía Crucis", que el introdujo por primera vez en el convento de Escalaceli. Fue el paladín de la reforma. Además de los muchos conventos que reformó, fundó el convento de Portaceli de Sevisa y uno en el que quiso pasar los últimos años de su vida, el de Santo Domingo de Scala Coeli (Córdoba), que fue un centro de cultura y de piedad. Su vida está marcada por el cristocentrismo, un canto al amor de Cristo crucificado. El culto del beato fue confirmado por Benedicto XIV el 22 de septiembre de 1741.
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