lunes, 22 de febrero de 2021

Beata María de Jesús D'Oultremont

En Florencia, de la Toscana, beata María de Jesús (Emilia d'Oultremont d'Hooghvorst), la cual, nacida en Bélgica y madre de cuatro hijos, al quedar viuda, sin descuidar sus deberes maternos fundó y rigió la Sociedad de Hermanas de María Reparadora, confiando en el auxilio divino, y superando no pocas enfermedades, cuando regresaba a su patria terminó su terrena peregrinación, descansando en el Señor.

Nació en Wégimont (Bélgica), en el seno de una familia de la nobleza, su padre era hijo del conde de Wégimont y de Warfusée y era el embajador belga ante la Santa Sede; ella misma describió en su autobiografía como se sintió llamada por Dios en un salón de baile de un palacio romano, durante una de las muchas galas a las que asistió. Su pareja de baile, el conde de Seyselle, estaba elogiando los frescos que decoraban la estancia cuando ella oyó la voz de Dios que la solicitaba para escoger entre el camino del mundo y el de Jesús. "Señor, mi vida eres tu solamente", respondió Emilie. El conde, entre tanto, intentaba devolverla a la realidad sin poder explicarse que le había sucedido a su pareja de baile.

La respuesta a la llamada no llegó para Emilie sino muchos años después, cuando después de quedar viuda a los 29 años, al cuidado de cuatro hijos, decidió fundar una Congregación sin dejar de ocuparse de la formación de su familia. Tenía una gran devoción al Sagrado Corazón, a la Eucaristía y a María. Después de una visita al Papa, en 1831, escribió lo que pensaba de los pontífices de su tiempo, con los que se muestra crítica por su excesiva politización y falta de sintonía con los hombres y la ciencia. "En Roma el papa no debería ser más que padre y pontífice".

Estaba en Francia, con sus hijos, cuando fue testigo de la programación de la Inmaculada Concepción. Fundó así la Congregación de María Reparadora, en la ciudad de Estrasburgo, en 1857. Tuvo que sufrir la incomprensión de su familia por el ingreso en la vida religiosa de dos sus hijas. Durante su generalato, se expandió la Congregación. Tuvo que padecer la segregación de dos comunidades, una en Córdoba, España: las Franciscanas Misioneras de María, y otra en Wexford, Irlanda: Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús. Vivió la incomprensión de sus hermanas de religión, la muerte de dos de sus hijas, y una gran aridez espiritual, que consiguió superar con gran fortaleza de ánimo. Murió en Florencia a los 59 años. Fue beatificada por SS Juan Pablo II, el 12 de octubre de 1997.

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