En Tonkín, hoy Vietnam, santos Francisco Gil de Féderich y Mateo Alonso Leciniana, sacerdotes de la Orden de Predicadores y mártires: bajo el reinado de Trin Doanh, después de una incesante predicación del Evangelio, continuada también en la cárcel, decapitados con la espada murieron gloriosamente por Cristo.
Francisco Gil de Federic (1702-1745). Nació en Tortosa, en el seno de una familia burguesa. Desde su infancia tuvo inclinación hacia la vida religiosa, y vivió en oración y ascésis. Conoció a los dominicos en Tortosa. A los 15 años, en 1718, ingreso en los dominicos del convento de Santa Catalina en Barcelona, e hizo la profesión al año siguiente. Realizó estudios en el patriarcal colegio de Santo Domingo de Orihuela. Fue ordenado sacerdote en 1727 en Séo de Urgel. Le nombraron maestro de estudiantes en el Estudio General de su propio convento de Barcelona. Con 27 años fue admitido en la Academia Literaria de Barcelona (actual Academia de las Buenas Letras). Pero se sentía más inclinado a evangelizar territorios de misión que a la enseñanza académica. Por ello pidió ser enviado como misionero, aunque intentaron disuadirlo.
Fue enviado a Filipinas, con escala en Méjico en 1729. Llegó a Filipinas en 1730, y le asignaron la catédra de la universidad, pero el prefirió una acción misional más viva y le enviaron a la provincia de Bataán y después a Pangasinan, donde organizó la misión. Aprendió la lengua de los distintos territorios. En 1733 le trasladaron a Manila con el nombramiento de secretario del prior provincial, pero, dos años más tarde, logró la autorización para misionar en Vietnam. Se dedicó desde el primer momento al estudio de la lengua del país, y durante los primeros años de estancia pudo ejercer con cierta libertad su misión en Luc Thuy. Se preparó con la oración y el estudio. Era extraordinariamente amable y humano con el trato con todos, y entregado hasta límites heroicos. Acudía al lado de los enfermos, aún cuando él estaba también enfermo. Cambió su nombre por uno nativo, y se llamará Cu Te, que significa “sacrificio”.
Fue arrestado, en 1737, al finalizar la celebración de la Eucaristía; fue apresado por su condición de misionero y le introdujeron en una barca, vio que allí tenían también arrestados a otros cristianos y dijo: “Ya me habéis hecho prisionero a mí, ¿por qué lleváis también presos a éstos? Soltadlos”. Con gran admiración de todos, el jefe los soltó a todos. Sufrió ocho años de cárcel y tormentos, a pesar de ello logró desarrollar una intensa labor apostólica. Se sabe que en solo dos años administró el sacramento de la penitencia a cerca de 3800 personas, bautizó a 112 y dio la unción de los enfermos a 108.
En una ocasión pusieron un martillo en sus manos para que destrozara una imagen de María con el Niño, y se negó a ello, entonces un bonzo intentó hacerla añicos. El misionero se interpuso y cubrió con su cuerpo la imagen, mientras decía: “!Descarga tus golpes sobre mi¡ ¡Golpéame donde quieras! ¡No ultrajes a mi Dios!”.
Los fieles quisieron comprar su liberación, pero él se negó. Degollado en Checo, junto con Mateo Alonso Leciniana. Su tumba fue muy venerada. Su memoria se celebra en la diócesis de Tortosa el 23 Enero.
Mateo Alonso Leciniana (1702-1745). Nació en Nava del Rey (Valladolid). Profesó en la Orden de Predicadores en 1723, en el convento de la Santa Cruz de Segovia. Recién ordenado presbítero marchó a Manila. Después de dos años en Manila, donde estuvo en la comunidad del colegio de Santo Tomás, en el año 1732, llegó a las misiones dominicas de Vietnam. Estudió el idioma del país en Trung-ling.
Trabajó en medio de la persecución, logró escapar gracias a la ayuda de los cristianos vietnamitas, hasta que mientras celebraba la eucaristía, tras la delación de un apóstata, fue arrestado, aunque intentó huir, tras consumir las formas consagradas, fue detenido en una cueva, después de que le dieran un lanzazo en un costado. Fue conducido a Nam-dinh y tras 14 meses de cárcel y tormentos murió decapitado en Hanoi junto con Francisco Gil de Féderich, después de que le fuera conmutada la pena de muerte por la cadena perpetua, no se consideró digno de no compartir la misma suerte que Francisco Gil.
Los dos dominicos fueron beatificados por Pío X en 1906 y canonizados por Juan Pablo II el 19 de junio de 1988 en la ceremonia de los 117 mártires de la persecución en Vietnam, cuya grupo se lo refiere encabezado por san Andrés Dung Lac.
Francisco Gil de Federic (1702-1745). Nació en Tortosa, en el seno de una familia burguesa. Desde su infancia tuvo inclinación hacia la vida religiosa, y vivió en oración y ascésis. Conoció a los dominicos en Tortosa. A los 15 años, en 1718, ingreso en los dominicos del convento de Santa Catalina en Barcelona, e hizo la profesión al año siguiente. Realizó estudios en el patriarcal colegio de Santo Domingo de Orihuela. Fue ordenado sacerdote en 1727 en Séo de Urgel. Le nombraron maestro de estudiantes en el Estudio General de su propio convento de Barcelona. Con 27 años fue admitido en la Academia Literaria de Barcelona (actual Academia de las Buenas Letras). Pero se sentía más inclinado a evangelizar territorios de misión que a la enseñanza académica. Por ello pidió ser enviado como misionero, aunque intentaron disuadirlo.
Fue enviado a Filipinas, con escala en Méjico en 1729. Llegó a Filipinas en 1730, y le asignaron la catédra de la universidad, pero el prefirió una acción misional más viva y le enviaron a la provincia de Bataán y después a Pangasinan, donde organizó la misión. Aprendió la lengua de los distintos territorios. En 1733 le trasladaron a Manila con el nombramiento de secretario del prior provincial, pero, dos años más tarde, logró la autorización para misionar en Vietnam. Se dedicó desde el primer momento al estudio de la lengua del país, y durante los primeros años de estancia pudo ejercer con cierta libertad su misión en Luc Thuy. Se preparó con la oración y el estudio. Era extraordinariamente amable y humano con el trato con todos, y entregado hasta límites heroicos. Acudía al lado de los enfermos, aún cuando él estaba también enfermo. Cambió su nombre por uno nativo, y se llamará Cu Te, que significa “sacrificio”.
Fue arrestado, en 1737, al finalizar la celebración de la Eucaristía; fue apresado por su condición de misionero y le introdujeron en una barca, vio que allí tenían también arrestados a otros cristianos y dijo: “Ya me habéis hecho prisionero a mí, ¿por qué lleváis también presos a éstos? Soltadlos”. Con gran admiración de todos, el jefe los soltó a todos. Sufrió ocho años de cárcel y tormentos, a pesar de ello logró desarrollar una intensa labor apostólica. Se sabe que en solo dos años administró el sacramento de la penitencia a cerca de 3800 personas, bautizó a 112 y dio la unción de los enfermos a 108.
En una ocasión pusieron un martillo en sus manos para que destrozara una imagen de María con el Niño, y se negó a ello, entonces un bonzo intentó hacerla añicos. El misionero se interpuso y cubrió con su cuerpo la imagen, mientras decía: “!Descarga tus golpes sobre mi¡ ¡Golpéame donde quieras! ¡No ultrajes a mi Dios!”.
Los fieles quisieron comprar su liberación, pero él se negó. Degollado en Checo, junto con Mateo Alonso Leciniana. Su tumba fue muy venerada. Su memoria se celebra en la diócesis de Tortosa el 23 Enero.
Mateo Alonso Leciniana (1702-1745). Nació en Nava del Rey (Valladolid). Profesó en la Orden de Predicadores en 1723, en el convento de la Santa Cruz de Segovia. Recién ordenado presbítero marchó a Manila. Después de dos años en Manila, donde estuvo en la comunidad del colegio de Santo Tomás, en el año 1732, llegó a las misiones dominicas de Vietnam. Estudió el idioma del país en Trung-ling.
Trabajó en medio de la persecución, logró escapar gracias a la ayuda de los cristianos vietnamitas, hasta que mientras celebraba la eucaristía, tras la delación de un apóstata, fue arrestado, aunque intentó huir, tras consumir las formas consagradas, fue detenido en una cueva, después de que le dieran un lanzazo en un costado. Fue conducido a Nam-dinh y tras 14 meses de cárcel y tormentos murió decapitado en Hanoi junto con Francisco Gil de Féderich, después de que le fuera conmutada la pena de muerte por la cadena perpetua, no se consideró digno de no compartir la misma suerte que Francisco Gil.
Los dos dominicos fueron beatificados por Pío X en 1906 y canonizados por Juan Pablo II el 19 de junio de 1988 en la ceremonia de los 117 mártires de la persecución en Vietnam, cuya grupo se lo refiere encabezado por san Andrés Dung Lac.
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