En la ciudad de Foligno, en la Umbría (hoy Italia), santa Ángela, la cual, después de la muerte de su esposo y de sus hijos, siguió las huellas de san Francisco, entregándose totalmente a Dios, y escribió un libro, en donde cuenta las experiencias de su vida mística.
Nació en Foligno (Umbría). Pasó una juventud mundana y distraída, detrás de las riquezas y las ambiciones, como hija de una familia noble. Esposa de un marido altanero, y madre humanamente complacida de una numerosa prole. La desgracia llegó a su casa privándola de sus hijos y marido. Fatigosamente, entre incertezas y errores, se convirtió a la vida espiritual, gracias a la intervención del Espíritu Santo. Se deshizo de todas sus pertenencias y entró en las Terciarias franciscanas en 1291.
En Foligno, se hizo notar por su apostolado y caridad, legando sus bienes a los pobres. Durante una peregrinación a Asís, en 1292, atravesó una terrible crisis espiritual. Su director espiritual, fray Arnaldo, se preocupó. Y vio en la penitente una desconcertante profundidad, y ordenó de detallarle sus propias experiencias interiores, y que él escribía en latín dialectal. Después la sometió a juicio de las autoridades eclesiásticas, temiendo que fueran debido a perversiones malignas o sugestiones.
De aquí nació una de las más bellas obras de revelación mística llamada "Libro de las admirables visiones y consolaciones". Narra 18 pasos espirituales, a través de los cuales completó su conversión. Su libro forma un tratado de Teología mística, y fue nombrada "maestra de teólogos".
El cardenal Colonna leyó sus escritos, y pese a su resistencia, consiguió que fuera nombrada directora de una pequeña comunidad mixta adherida a la Orden. No sabía escribir. Su sabiduría nació de la práctica del amor y todo giró en torno a la cruz. Cristo desde la cruz es el "Libro de la Vida", como lo llamaba ella. No podía contemplar representaciones sobre la pasión de Cristo sin enfermar. Lloró inconsolable sus pecados y se flageló hasta exageraciones que su director hubo de reprimir. Se decidió por despojarse de todo por Cristo. "Como ves, Ángela, no te he amado en broma", le dijo una vez el Señor.
Su unión con Jesús, a pesar de las grandes tentaciones: "Tú eres Yo y Yo soy tú" le dijo un día el Amado. Decía: "El alma es como una encina: cuando más profunda está enraizada, tanto más gloriosamente se espacia"; recibió en su vida muchos regalos divinos. Ella se preparó con la más dócil disponibilidad. "Que nadie se excuse, adviertía la beata, con que no puede hallar la divina gracia, pues Dios la da a todos los que la desean".
Durante los últimos doce años de su vida, tuvo frecuentes éxtasis que le hicieron llorar muchísimo. Sobre ello escribió: “La oración me proporciona un gozo tan grande que he perdido todo anhelo de comer y deseo no tener que comer nunca más, a fin de seguir orando para siempre”.
Junto a las demás Terciarias atendió a los enfermos, mendigó limosnas para socorrer a los pobres. En su lecho de muerte se despidió diciendo “Procurad ser sencillos y veraces, sumisos y afables”. Murió en Asís o en Foligno.
El 9 de octubre de 2013, el papa Francisco autorizó la extensión del culto de la beata Foligno a la Iglesia universal, proclamándola santa, por un procedimiento denominado «canonización equivalente», por el que el Santo Padre obvia algunos pasos de la canonización habitual, cuando la fama continua de santidad junto con la extensión del culto en la Iglesia universal es ya un hecho asentado.
Nació en Foligno (Umbría). Pasó una juventud mundana y distraída, detrás de las riquezas y las ambiciones, como hija de una familia noble. Esposa de un marido altanero, y madre humanamente complacida de una numerosa prole. La desgracia llegó a su casa privándola de sus hijos y marido. Fatigosamente, entre incertezas y errores, se convirtió a la vida espiritual, gracias a la intervención del Espíritu Santo. Se deshizo de todas sus pertenencias y entró en las Terciarias franciscanas en 1291.
En Foligno, se hizo notar por su apostolado y caridad, legando sus bienes a los pobres. Durante una peregrinación a Asís, en 1292, atravesó una terrible crisis espiritual. Su director espiritual, fray Arnaldo, se preocupó. Y vio en la penitente una desconcertante profundidad, y ordenó de detallarle sus propias experiencias interiores, y que él escribía en latín dialectal. Después la sometió a juicio de las autoridades eclesiásticas, temiendo que fueran debido a perversiones malignas o sugestiones.
De aquí nació una de las más bellas obras de revelación mística llamada "Libro de las admirables visiones y consolaciones". Narra 18 pasos espirituales, a través de los cuales completó su conversión. Su libro forma un tratado de Teología mística, y fue nombrada "maestra de teólogos".
El cardenal Colonna leyó sus escritos, y pese a su resistencia, consiguió que fuera nombrada directora de una pequeña comunidad mixta adherida a la Orden. No sabía escribir. Su sabiduría nació de la práctica del amor y todo giró en torno a la cruz. Cristo desde la cruz es el "Libro de la Vida", como lo llamaba ella. No podía contemplar representaciones sobre la pasión de Cristo sin enfermar. Lloró inconsolable sus pecados y se flageló hasta exageraciones que su director hubo de reprimir. Se decidió por despojarse de todo por Cristo. "Como ves, Ángela, no te he amado en broma", le dijo una vez el Señor.
Su unión con Jesús, a pesar de las grandes tentaciones: "Tú eres Yo y Yo soy tú" le dijo un día el Amado. Decía: "El alma es como una encina: cuando más profunda está enraizada, tanto más gloriosamente se espacia"; recibió en su vida muchos regalos divinos. Ella se preparó con la más dócil disponibilidad. "Que nadie se excuse, adviertía la beata, con que no puede hallar la divina gracia, pues Dios la da a todos los que la desean".
Durante los últimos doce años de su vida, tuvo frecuentes éxtasis que le hicieron llorar muchísimo. Sobre ello escribió: “La oración me proporciona un gozo tan grande que he perdido todo anhelo de comer y deseo no tener que comer nunca más, a fin de seguir orando para siempre”.
Junto a las demás Terciarias atendió a los enfermos, mendigó limosnas para socorrer a los pobres. En su lecho de muerte se despidió diciendo “Procurad ser sencillos y veraces, sumisos y afables”. Murió en Asís o en Foligno.
El 9 de octubre de 2013, el papa Francisco autorizó la extensión del culto de la beata Foligno a la Iglesia universal, proclamándola santa, por un procedimiento denominado «canonización equivalente», por el que el Santo Padre obvia algunos pasos de la canonización habitual, cuando la fama continua de santidad junto con la extensión del culto en la Iglesia universal es ya un hecho asentado.
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