Memoria de san Juan Bosco, sacerdote: después de una dura infancia, ordenado sacerdote, dedicó todas sus fuerzas a la educación de los adolescentes, fundando la Sociedad Salesiana y, con la colaboración de santa María Doménica Mazzarello, el Instituto de las Hijas de Auxiliadora, para la formación de la juventud en el trabajo y en la vida cristiana. En este día en Turín, después de cumplir muchas obras, pasó devotamente al banquete eterno.
Nació en Becchi, caserío de Murialdo, aldea de Castelnuovo de Asti. Después de perder a su padre labrador en Turín, trabajo sin descanso como cuidador de ganado para poder formarse intelectualmente, a pesar de las dificultades que le deparó su pobreza y su hermanastro Antonio, que durante su niñez le hizo la vida imposible, de manera que su madre, tuvo que separarlos. Aprendió a leer en cuatro semanas, pues tenia una memoria fotografica. Para poder costearse sus estudios trabajó en toda clase de oficios. Después de haber hecho los estudios secundarios en el real colegio de Chieri, donde sufrió el rigorismo y distanciamiento de los maestros, a los veinte años ingresó en el seminario arzobispal de Turín. "Si yo llego a ser sacerdote, como espero, jugaré con los niños y los querré, les haré cantar y con alegría a todos querré salvar"... Para ingresar en el seminario pidió ayuda al joven sacerdote san José Cafasso.
Ordenado sacerdote en 1841 en Turín y con ayuda de su madre, mamma Margarita y del teólogo Juan Borel, recogió hasta 300 niños pobres en unos locales que llamó Oratorios de San Francisco de Sales. Su madre, su gran educadora le dijo un día: "Puedes imaginarte, hijo mío, la gran alegría que embarga mi corazón, pero, por favor, no deshonres nunca este hábito. será mejor que lo abandonaras. Cuando viniste al mundo te consagré por entero a la Virgen María; cuando comenzaste los estudios te recomendé la tierna devoción hacia Ella; ahora te encarezco que seas todo de Ella... Si llegas a ser sacerdote, recomienda y propaga siempre su devoción...". Estamos en los años en que Turín vivió la época preindustrial, con el consiguiente problema de la emigración juvenil, que en los círculos culturales provocaba proyectos de instrucción y alguna que otra idea de prevención. En este contexto don Bosco, como hábil organizador de iniciativas, iba reflexionando sobre lo que más tarde se llamaría el "sistema preventivo", fundado en "razón, religión y afabilidad". Dos eran las armas de que se sirvió: La Eucaristía y la Penitencia. Estos dos sacramentos obraron maravillas entre los jóvenes.
A pesar de las críticas y de los violentos ataques de los anticlericales y de los propios eclesiásticos, el oratorio festivo (y posteriormente cotidiano) en Valdocco, se enriqueció con talleres artesanos y profesionales, con escuelas de artes y oficios para jóvenes obreros y escuelas humanísticas para los jóvenes que aspiraban al sacerdocio; tanto que ya en 1868 los jóvenes eran cerca de 800; es decir la mayor concentración de adolescentes de extracción popular existente entonces en Italia. Los educó con tanta bondad y firmeza que fundó una congregación religiosa: la Sociedad de Sacerdotes y Hermanos Salesianos, en el que ingresó como uno de los primeros miembros el beato Miguel Rúa, y, más tarde fundó para mujeres, el Instituto de Hijas de Maria Auxiliadora junto con santa María Dominica Mazzarello y después la Asociación de Cooperadores Salesianos. La obra de Don Bosco tendrá como centro de devoción y ayuda a María Auxiliadora. Su norma fue la de no castigar nunca a nadie, de atraer a todos con la bondad y la simpatía. Propagó la devoción Sagrado Corazón de Jesús. Su fe en la Providencia no tenía límites lo que le permitió superar la política anticlerical de las autoridades, la escasez de medios económicos y las incomprensiones de muchos eclesiásticos.
En 1875 empezó, merced al influjo migratorio hacia Iberoamérica, la epopeya misionera de los salesianos. Don Bosco comenzó a peregrinar por Europa en busca de fondos y colaboradores. Murió en Turín con fama de santidad, en total pobreza, y diciendo: “Decide a mis muchachos que os espero a todos en el Paraíso”. Don Bosco fue también escritor popular con miras predominantemente catequéticas, escolásticas y apologéticas. Sus "Lecturas católicas" se difundieron por todos los rincones de Italia, lo mismo que su "Boletín salesiano". Este gran apóstol de la juventud vivió y murió con el optimismo cristiano desarrollado al máximo en una total confianza y abandono en la Providencia. Fue siempre sacerdote diocesano, pues nunca emitió votos religiosos.
Su canonización tuvo lugar el 1 de abril de 1934 por el papa Pío XI. El 31 de enero de 1988, el papa beato Juan Pablo II lo declaró Padre y Maestro de la juventud, “estableciendo que con este título fuera honrado e invocado, especialmente por cuantos se reconocen sus hijos espirituales”.
Nació en Becchi, caserío de Murialdo, aldea de Castelnuovo de Asti. Después de perder a su padre labrador en Turín, trabajo sin descanso como cuidador de ganado para poder formarse intelectualmente, a pesar de las dificultades que le deparó su pobreza y su hermanastro Antonio, que durante su niñez le hizo la vida imposible, de manera que su madre, tuvo que separarlos. Aprendió a leer en cuatro semanas, pues tenia una memoria fotografica. Para poder costearse sus estudios trabajó en toda clase de oficios. Después de haber hecho los estudios secundarios en el real colegio de Chieri, donde sufrió el rigorismo y distanciamiento de los maestros, a los veinte años ingresó en el seminario arzobispal de Turín. "Si yo llego a ser sacerdote, como espero, jugaré con los niños y los querré, les haré cantar y con alegría a todos querré salvar"... Para ingresar en el seminario pidió ayuda al joven sacerdote san José Cafasso.
Ordenado sacerdote en 1841 en Turín y con ayuda de su madre, mamma Margarita y del teólogo Juan Borel, recogió hasta 300 niños pobres en unos locales que llamó Oratorios de San Francisco de Sales. Su madre, su gran educadora le dijo un día: "Puedes imaginarte, hijo mío, la gran alegría que embarga mi corazón, pero, por favor, no deshonres nunca este hábito. será mejor que lo abandonaras. Cuando viniste al mundo te consagré por entero a la Virgen María; cuando comenzaste los estudios te recomendé la tierna devoción hacia Ella; ahora te encarezco que seas todo de Ella... Si llegas a ser sacerdote, recomienda y propaga siempre su devoción...". Estamos en los años en que Turín vivió la época preindustrial, con el consiguiente problema de la emigración juvenil, que en los círculos culturales provocaba proyectos de instrucción y alguna que otra idea de prevención. En este contexto don Bosco, como hábil organizador de iniciativas, iba reflexionando sobre lo que más tarde se llamaría el "sistema preventivo", fundado en "razón, religión y afabilidad". Dos eran las armas de que se sirvió: La Eucaristía y la Penitencia. Estos dos sacramentos obraron maravillas entre los jóvenes.
A pesar de las críticas y de los violentos ataques de los anticlericales y de los propios eclesiásticos, el oratorio festivo (y posteriormente cotidiano) en Valdocco, se enriqueció con talleres artesanos y profesionales, con escuelas de artes y oficios para jóvenes obreros y escuelas humanísticas para los jóvenes que aspiraban al sacerdocio; tanto que ya en 1868 los jóvenes eran cerca de 800; es decir la mayor concentración de adolescentes de extracción popular existente entonces en Italia. Los educó con tanta bondad y firmeza que fundó una congregación religiosa: la Sociedad de Sacerdotes y Hermanos Salesianos, en el que ingresó como uno de los primeros miembros el beato Miguel Rúa, y, más tarde fundó para mujeres, el Instituto de Hijas de Maria Auxiliadora junto con santa María Dominica Mazzarello y después la Asociación de Cooperadores Salesianos. La obra de Don Bosco tendrá como centro de devoción y ayuda a María Auxiliadora. Su norma fue la de no castigar nunca a nadie, de atraer a todos con la bondad y la simpatía. Propagó la devoción Sagrado Corazón de Jesús. Su fe en la Providencia no tenía límites lo que le permitió superar la política anticlerical de las autoridades, la escasez de medios económicos y las incomprensiones de muchos eclesiásticos.
En 1875 empezó, merced al influjo migratorio hacia Iberoamérica, la epopeya misionera de los salesianos. Don Bosco comenzó a peregrinar por Europa en busca de fondos y colaboradores. Murió en Turín con fama de santidad, en total pobreza, y diciendo: “Decide a mis muchachos que os espero a todos en el Paraíso”. Don Bosco fue también escritor popular con miras predominantemente catequéticas, escolásticas y apologéticas. Sus "Lecturas católicas" se difundieron por todos los rincones de Italia, lo mismo que su "Boletín salesiano". Este gran apóstol de la juventud vivió y murió con el optimismo cristiano desarrollado al máximo en una total confianza y abandono en la Providencia. Fue siempre sacerdote diocesano, pues nunca emitió votos religiosos.
Su canonización tuvo lugar el 1 de abril de 1934 por el papa Pío XI. El 31 de enero de 1988, el papa beato Juan Pablo II lo declaró Padre y Maestro de la juventud, “estableciendo que con este título fuera honrado e invocado, especialmente por cuantos se reconocen sus hijos espirituales”.
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