sábado, 5 de diciembre de 2020

Beato Nicolás Stenses

En Schwerin, de la región del norte de Alemania, tránsito del beato Nicolás Stensen, obispo titular de Titiopolis, el cual, siendo oriundo de Dinamarca, fue primero uno de los más preclaros investigadores de las ciencias naturales de su tiempo, pero al abrazar la fe católica, queriendo servir a Dios en la tutela de la verdad, fue ordenado presbítero y después obispo, desarrollando con todo esmero su misión en la Europa septentrional.

Nació en Copenhague (Dinamarca), de padres luteranos, en un momento de intransigencia religiosa. En 1648, frecuentó la Escuela Latina, donde sobresalió en matemáticas y ciencias, pasando en 1656, a la Universidad para estudiar medicina, estudios que llevó adelante en Rostock, Amsterdam y Leiden, especializándose en anatomía y comenzando la publicación de trabajos que lo acreditaron como excelente científico; realizó sus primeros descubrimientos científicos sobre la tiroides, al que siguieron otros sobre músculos y el corazón. Entró además en contacto con grupos cristianos no luteranos y con la filosofía de Descartes y Spinoza que le hizo plantearse cuestiones vitales.

Por entonces entró en relación con dos médicos católicos: Reiner de Graff y Teodoro Kerchring. Regresó a su patria, pero no pudo conseguir la cátedra de anatomía de Copenhague y decidió, en 1660, ir a París, donde estuvo en contacto con religiosos católicos que ejercieron sobre él un importante influjo en su espíritu. Marchó a Italia, obteniendo en Florencia la amistad del gran duque Fernando II, y donde se relacionó con personalidades del mundo científico y eclesiástico; en junio de 1667, asistió en Livorno a la procesión del Corpus, que le dejó marcado. Preso ya de una gran crisis religiosa, volvió a Florencia. Aquí resistió las presiones de sus amistades para que se hiciera católico pero sin que él se decidiera. Su decisión fue imprevista; se dedicó al estudio de la Teología y en noviembre de 1667 ingresó en la Iglesia católica y confirmándose el día de la Inmaculada. 

Ya católico, siguió viviendo en Florencia, haciendo un extenso viaje por Europa y volviendo a Copenhague, el rey Cristián V lo nombró anatómico real. Pero su condición de católico le impidió ser catedrático en su país, y decidió volverse a Florencia (1674) para encargarse de la educación del príncipe heredero Fernando. Escribió una obra sobre los motivos que le habían inducido a abrazar la fe católica, y se decidió al apostolado gracias a que tenía muchos amigos en las iglesias reformadas. En 1675 fue ordenado sacerdote, sin abandonar su puesto de preceptor del príncipe. A ello unió la predicación asidua en varias iglesias florentinas así como el confesionario, al que acudían numerosos fieles, siendo director espiritual del gran duque.

En 1677 recibió la consagración episcopal como vicario apostólico de Hannover, con el título de obispo de Ticiópolis, y siendo el consagrante el beato Gregorio Barbarigo. Llegado a su Vicariato hizo visitas pastorales por su extenso territorio, donde había muy pocos católicos, y además diseminados. Se negó a enfrentarse con el clero protestante, y procuró mantener una relación ecuménica con todos. Terminó su visita en 1679 y envió un memorando al Papa con la propuesta de que el Vicariato fuera dividido en dos. El Pontífice aceptó y ejecutó la propuesta.

En 1680 fue nombrado obispo sufragáneo de Münster, resplandeciendo sus dotes de pastor de almas. Posteriormente fue Vicario apostólico en Hamburgo, y Dinamarca y otros países. Como se le ofrecía la posibilidad de entrar en Schwerin a ejercer su ministerio, dilató su proyectado viaje a Roma y visitó a los católicos de la zona hasta que a finales de 1686 le dio un terrible cólico nefrítico que acabó con su vida en pleno ministerio. Murió en Schwerin. Fue admirado tanto por católicos como por protestantes. Su cadáver fue llevado a Florencia, donde está enterrado en la iglesia de San Lorenzo. SS. Juan Pablo II lo beatificó en 1988.

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