viernes, 13 de noviembre de 2020

San Nicolás I “El grande” - Papa

En la basílica de San Pedro, de Roma, san Nicolás I, papa, que sobresalió por su energía apostólica al reafirmar la autoridad del Romano Pontífice en toda la Iglesia.

Nació en Roma en el seno de una importante familia romana. Su padre Teodoro era un alto funcionario y amante de la cultura que dio a su hijo una formación cultural por encima de la media de sus contemporáneos. Se hizo miembro del clero de la ciudad, y gozó de la confianza de los papas san Sergio I que lo ordenó subdiácono y de san León IV que lo ordenó diácono; del papa Benedicto III se convirtió en su confidente y fiel consejero; a la muerte de este pontífice fue elegido Papa en el 858; en su consagración estuvo presente el emperador Ludovico II que acudió a Roma para tan magno acontecimiento. 

Su energía y su coraje se salían de lo común. Consideraba que “quien administra los negocios de este mundo debe mantenerse alejado del gobierno de las cosas sagradas, del mismo modo que los clérigos no les corresponde tomar parte en los asuntos seculares”; con esto quiso mantener el difícil equilibrio entre el Imperio y el Papado. De esta manera sostuvo el primado universal del Obispo de Roma, frente a las injerencias de los emperadores. Colaboró con Anastasio el Bibliotecario que le ayudo en las relaciones con las iglesias orientales. Entre las personas que excomulgó, estaban: el arzobispo rebelde Juan de Ravenna que quería la autonomía de su Iglesia; al rey Lotario de Lorena, al que había anulado un matrimonio irregular; a Focio, el cismático patriarca de Constantinopla, y restableció a san Ignacio en su sede constantinopolitana después de convocar el sínodo de Letrán en el 863; además después de una fuerte lucha, obligó a Incmaro de Reims a reconocer la jurisdicción de apelación al Pontífice y lo restituyó en su sede del que había sido expusado. 

Sus contemporáneos le definen como campeón del pueblo. Tuvo que enfretarse contra Focio en la “cuestión búlgara”, y afirmó los derechos de la iglesia de Roma, frente a la de Constantinopla en la evangelización de este territorio que en estos momentos llevaban a cabo santos Cirilo y Metodio. Se ocupó de forma especial de la asistencia de los pobres. Confirmó a san Óscar en el cargo de legado pontificio para Escandinavia. Su lucha contra Focio marcó el inicio del cisma de Oriente. Murió en el Vaticano, reconocidos por todos como uno de los grandes pontífices del alto medioevo. 

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