jueves, 9 de julio de 2020

Beata Juana Scopelli


En Reggio, de la Emilia, beata Juana Scopelli, virgen, de la Orden Carmelitana, que, con los donativos recibidos de sus conciudadanos, fundó un monasterio y con su oración consiguió proporcionar pan a sus hermanas en el refectorio.

Nació Reggio Emilia en el seno de una familia profundamente cristiana. Sus padres dieron a sus tres hijos una ferviente educación cristiana. Juana ayudó a sus hermanas para que afrontaran el matrimonio con auténtico espíritu cristiano. Se sentía gozosa de ayudar y servir a su familia. Se desvivió en atenderles y ayudarles en todas sus necesidades aunque careciera de tiempo para sí misma.

Se enteró de la existencia de jóvenes que, bajo la regla carmelitana, vivían encerradas en su casa, como si fuera un monasterio, sin vivir para ello en la vida claustral. Juana, con el permiso de sus padres, se entregó de lleno, siempre que la obligación no la llamaba a otra cosa, a su nueva vida: vida de oración, lectura de la Biblia y penitencia corporal (según la costumbre de la época). Pronto su ejemplo cundió, y una buena señora le ofreció su misma casa para que, juntamente con ella y sus dos hijas, formaran una especie de familia religiosa con la única finalidad de vivir íntegramente la vida cristiana y, si era necesario, también la caridad hacia el prójimo. Vivieron juntas desde 1480 a 1484.

Aquella comunidad fue creciendo y aquella casa no daba abasto. Juana pidió la iglesia de San Bernardo, propiedad de los hermanos Humillados, con el fin de fundar un monasterio y así vivir en mayor consonancia con sus deseos de entrega a Dios y a María, en 1485 comenzó el nuevo monasterio, que cambió el nombre de San Bernardo por el de Santa María del Popolo (después llamado “Le Bianche”). Desde un principio intentó agregarse a las carmelitas pues le atraía especialmente su gran amor a María y por su entrega a la vida de oración. En su tiempo florecía en la orden carmelitana una reforma que llegó a producir muchos frutos de santidad; se llamaba la "congregación Mantuana". A ella perteneció el nuevo monasterio que fundó Juana. Para sustentar el convento rechazó la dote, solamente admitía aquellas aportaciones nacidas de la caridad de sus vecinos, ya sea como ofrenda o como limosna. Sus paisanos se volcaron en esta nueva reforma. Fue priora y vivió una gran ascesis en la oración, que fue dedicada a sus vecinos que tanto la habían ayudado. Su culto fue confirmado en 1771.

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