En Lecce, de la Apulia, san Felipe Smaldone, presbítero, que se dedicó a atender a los sordos y ciegos indigentes, y para instruirlos humana y cristianamente fundó el Instituto de Hermanas Salesianas de los Sagrados Corazones.
Nació en Nápoles. Cuando tenía doce años, la monarquía borbónica, a la cual su familia estaba fuertemente unida, fue derrocada, y la Iglesia, con la conquista de Garibaldi, sufrió momentos muy dramáticos, que terminaron en el destierro del cardenal arzobispo de Nápoles Sixto Riario Sforza. Ciertamente no se vislumbraba un futuro favorable y prometedor, especialmente para la juventud, que padecía los "dolores del parto" del nuevo curso socio-político-religioso. Ahora bien, fue en esa fase de crisis institucional y social que Felipe tomó la decisión irrevocable de optar por el sacerdocio y de ponerse para siempre al servicio de la Iglesia, que veía en dificultad y perseguida.
Desde muy joven mostró un interés particular por los sordomudos, preferentemente si eran pobres. Se distinguió más por su actividad caritativa que por sus estudios. Su escaso rendimiento académico le obstáculo la recepción de las llamadas órdenes Menores. Eso provocó que se cambiara de la Arquidiócesis de Nápoles a la de Rossano Calabro, cuyo Arzobispo, Mons. Pietro Cilento, en consideración de su bondad y su óptimo espíritu eclesiástico, lo acogió generosamente, fue ordenado sacerdote en 1871.
Trabajó como catequista, visitador de enfermos en hospitales y casas particulares y volcándose en la atención a los apestados, de forma que se contagió y estuvo a punto de morir, pero se curó y atribuyó esta curación a la Virgen de Pompeya.
Su confesor le desaconsejó que se fuera a las misiones y se dedicó por entero al servicio de los sordomudos. Dejó la casa paterna y se estableció con un grupo de sacerdotes y laicos, que querían instituir una Congregación de Sacerdotes Salesianos, que, de hecho, nunca se realizó. Con el tiempo adquirió una gran competencia pedagógica en el sector y gradualmente fue proyectando la realización de una Institución estable e idónea para la atención, instrucción y asistencia humana y cristiana de los sordomudos.
Junto con algunos colaboradores sacerdotes fundo la congregación de Salesianas de los Sagrados Corazones para la atención de estos minusválidos, obra que extendió su acción a las niñas ciegas, huérfanas y abandonadas. Se le conoció como el "apóstol de los sordomudos".
Fundó la Liga de Sacerdotes adoradores y la de Damas eucarísticas y fue superior de la congregación de los Misioneros de San Francisco de Sales para las misiones populares. Su vida fue un ejemplo continuo de piedad, virtud y celo apostólico. Durante su vida, la Obra y la Congregación, a pesar de las duras pruebas a las cuales fue sometida desde afuera y desde adentro, se ensancharon y consolidaron. En Lecce fue furibundamente atacado por una Administración Municipal laicista y adversa a la Iglesia. Dentro de la Congregación tuvo que afrontar con amargura una delicada y compleja situación de secesión provocada por la primera Superiora General, que causó una larga Visita Apostólica. Fue en estas dolorosas circunstancias que brillaron las virtudes eximias de Smaldone, y quedó claro que su fundación era voluntad de Dios.
Por espacio de cuarenta años aproximadamente, Don Felipe Smaldone estuvo siempre en la brecha, sin jamás echarse atrás, desvelándose para sustentar materialmente y educar moralmente a sus queridos sordomudos, hacia los que dispensaba siempre afecto y atenciones paternales, y para formar en la vida de perfección, a sus Hermanas Salesianas de los Sagrados Corazones.
En Lecce, además del reconocimiento general de sus méritos como director del Instituto y fundador de las Hermanas Salesianas, también brillaba por su intenso y múltiple ministerio sacerdotal. Fue asiduo y estimado confesor de sacerdotes y seminaristas, confesor y director espiritual de muchas comunidades religiosas, fundador de la Liga Eucarística de los Sacerdotes Adoradores y de las Damas Adoradoras, y fue Superior de la Congregación de los Misioneros de San Francisco de Sales para las misiones populares. Fue condecorado con la Cruz Pro Ecclesia et Pontifice, formaba parte de los canónigos de la Catedral de Lecce, y fue distinguido con una Encomienda por parte de las Autoridades civiles.
A la edad de 75 años terminó sus días en Lecce, soportando con admirable serenidad, una diabetes complicada de disturbios cardiocirculatorios y una esclerosis generalizada. Murió santamente, después de haber recibido todos los auxilios religiosos y la bendición del arzobispo Trama, rodeado por muchos sacerdotes, sus Hermanas y sus queridos sordomudos. Fue beatificado por Juan Pablo II el 12 de mayo de 1996 y canonizado por SS Benedicto XVI el 15 de octubre de 2006 en la Plaza de San Pedro.
Nació en Nápoles. Cuando tenía doce años, la monarquía borbónica, a la cual su familia estaba fuertemente unida, fue derrocada, y la Iglesia, con la conquista de Garibaldi, sufrió momentos muy dramáticos, que terminaron en el destierro del cardenal arzobispo de Nápoles Sixto Riario Sforza. Ciertamente no se vislumbraba un futuro favorable y prometedor, especialmente para la juventud, que padecía los "dolores del parto" del nuevo curso socio-político-religioso. Ahora bien, fue en esa fase de crisis institucional y social que Felipe tomó la decisión irrevocable de optar por el sacerdocio y de ponerse para siempre al servicio de la Iglesia, que veía en dificultad y perseguida.
Desde muy joven mostró un interés particular por los sordomudos, preferentemente si eran pobres. Se distinguió más por su actividad caritativa que por sus estudios. Su escaso rendimiento académico le obstáculo la recepción de las llamadas órdenes Menores. Eso provocó que se cambiara de la Arquidiócesis de Nápoles a la de Rossano Calabro, cuyo Arzobispo, Mons. Pietro Cilento, en consideración de su bondad y su óptimo espíritu eclesiástico, lo acogió generosamente, fue ordenado sacerdote en 1871.
Trabajó como catequista, visitador de enfermos en hospitales y casas particulares y volcándose en la atención a los apestados, de forma que se contagió y estuvo a punto de morir, pero se curó y atribuyó esta curación a la Virgen de Pompeya.
Su confesor le desaconsejó que se fuera a las misiones y se dedicó por entero al servicio de los sordomudos. Dejó la casa paterna y se estableció con un grupo de sacerdotes y laicos, que querían instituir una Congregación de Sacerdotes Salesianos, que, de hecho, nunca se realizó. Con el tiempo adquirió una gran competencia pedagógica en el sector y gradualmente fue proyectando la realización de una Institución estable e idónea para la atención, instrucción y asistencia humana y cristiana de los sordomudos.
Junto con algunos colaboradores sacerdotes fundo la congregación de Salesianas de los Sagrados Corazones para la atención de estos minusválidos, obra que extendió su acción a las niñas ciegas, huérfanas y abandonadas. Se le conoció como el "apóstol de los sordomudos".
Fundó la Liga de Sacerdotes adoradores y la de Damas eucarísticas y fue superior de la congregación de los Misioneros de San Francisco de Sales para las misiones populares. Su vida fue un ejemplo continuo de piedad, virtud y celo apostólico. Durante su vida, la Obra y la Congregación, a pesar de las duras pruebas a las cuales fue sometida desde afuera y desde adentro, se ensancharon y consolidaron. En Lecce fue furibundamente atacado por una Administración Municipal laicista y adversa a la Iglesia. Dentro de la Congregación tuvo que afrontar con amargura una delicada y compleja situación de secesión provocada por la primera Superiora General, que causó una larga Visita Apostólica. Fue en estas dolorosas circunstancias que brillaron las virtudes eximias de Smaldone, y quedó claro que su fundación era voluntad de Dios.
Por espacio de cuarenta años aproximadamente, Don Felipe Smaldone estuvo siempre en la brecha, sin jamás echarse atrás, desvelándose para sustentar materialmente y educar moralmente a sus queridos sordomudos, hacia los que dispensaba siempre afecto y atenciones paternales, y para formar en la vida de perfección, a sus Hermanas Salesianas de los Sagrados Corazones.
En Lecce, además del reconocimiento general de sus méritos como director del Instituto y fundador de las Hermanas Salesianas, también brillaba por su intenso y múltiple ministerio sacerdotal. Fue asiduo y estimado confesor de sacerdotes y seminaristas, confesor y director espiritual de muchas comunidades religiosas, fundador de la Liga Eucarística de los Sacerdotes Adoradores y de las Damas Adoradoras, y fue Superior de la Congregación de los Misioneros de San Francisco de Sales para las misiones populares. Fue condecorado con la Cruz Pro Ecclesia et Pontifice, formaba parte de los canónigos de la Catedral de Lecce, y fue distinguido con una Encomienda por parte de las Autoridades civiles.
A la edad de 75 años terminó sus días en Lecce, soportando con admirable serenidad, una diabetes complicada de disturbios cardiocirculatorios y una esclerosis generalizada. Murió santamente, después de haber recibido todos los auxilios religiosos y la bendición del arzobispo Trama, rodeado por muchos sacerdotes, sus Hermanas y sus queridos sordomudos. Fue beatificado por Juan Pablo II el 12 de mayo de 1996 y canonizado por SS Benedicto XVI el 15 de octubre de 2006 en la Plaza de San Pedro.
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