En Beirut, en el Líbano, beato Santiago Ghazir Haddad, presbítero y fundador.
Nació en Ghazir (Líbano) en el seno de una familia de rito maronita y se llamaba Khalil. En Beirut estudió árabe, francés y sirio. En 1892 se fue a Alejandría (Egipto) donde enseño árabe en el Colegio de los Hermanos Cristianos, y allí sintió la llamada al sacerdocio. Ingresó en el convento de los capuchinos de Khashbau y durante el noviciado tomó el nombre de Jacques (Santiago) en recuerdo del hermano franciscano Santiago de la Marca. Todos los hermanos lo admiraban por su abnegación, su piedad, su caridad, su obediencia, y por el sentido del humor, que no dejaba nunca de usar como instrumento de paz. En 1901, fue ordenado sacerdote en Beirut (Líbano).
Sus superiores le confiaron la economía general de los cinco conventos de Beirut y de la Montaña, encargo que lo obligó a tratar cuestiones administrativas, recorriendo muchos caminos. Decenas de veces, como él mismo cuenta en sus "Memorias", fue agredido, golpeado y amenazado de muerte, aunque milagrosamente la cruz de Jesús lo salvó siempre. En 1905 fue nombrado director de las escuelas que los hermanos capuchinos tenían a su cargo en el Líbano, introduciendo en ellas importantes renovaciones. Su modelo no era tener una gran escuela con muchos alumnos, sino escuelas más pequeñas con clases de pocos alumnos. Así en 1910 las escuelas eran 230 con 7.500 alumnos.
Predicó con gran ardor la palabra de Dios en el Líbano, Siria, Palestina, Irak y Turquía. Fue llamado "el apóstol del Líbano". Tuvo la alegría de ir a Lourdes, a Asís y a Roma, donde se encontró con el papa san Pío X. Consciente de la importancia de la prensa, en 1913 fundó la revista mensual "El Amigo de la Familia".
A causa del estallido de la Primera Guerra Mundial, en 1914, los capuchinos franceses dejaron el Líbano y a Abuna Santiago se le encomendó la Misión, a la que se dedicó con valentía y competencia. La nueva tarea no le impidió ocuparse de los Terciarios, de distribuir pan a los hambrientos, de dar sepultura a los muertos abandonados por las calles. La Providencia cuidaba de él. Muchas veces escapó del arresto, de la prisión e incluso del verdugo.
Asistió a los más pobres y para ello abrió: hospitales, asilos y colegios, como necesitaba cooperadores, fundó las Hermanas Franciscanas de la Santa Cruz. En los estatutos de la nueva congregación Abuna Santiago insiste sobre todo en que no falten nunca las siguientes obra de misericordia: asistencia hospitalaria para los sacerdotes enfermos y que por su avanzada edad no puedan ejercitar el ministerio; cuidado de los disminuidos, de los ciegos, de los inválidos, de los discapacitados mentales, de los incurables abandonados; educación y cuidado de los huérfanos. Y agrega: "Cuando sea necesario, es posible dedicarse al apostolado en las escuelas en aquellas localidades donde ya existe una casa de las hermanas y no está presente otra congregación dedicada a la educación".
Su caridad y entrega no tuvo límites, y sus fundaciones fueron las más modernas del Próximo Oriente. Su esfuerzo le llevó a padecer muchas enfermedades, entre ellas la leucemia, y permaneció sufriendo hasta su muerte, la que recibió en oración. El Nuncio Apostólico sintetizaba su a vida con estas palabras: "Fue el hombre más grande que el Líbano haya dado en nuestros días", y el presidente Naccache, en nombre del presidente de la República, Camille Chamoun, puso sobre su pecho la Medalla de oro del cedro de primera clase, signo de reconocimiento por el bien realizado. El cuerpo fue colocado en el sepulcro de la nueva Capilla del Calvario. Fue beatificado en el Líbano el 22 de junio de 2008 por SS Benedicto XVI
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