Santos Cristóbal Magallanes, presbítero, y compañeros, mártires, que, perseguidos en diversas regiones de México en odio al nombre cristiano y a la Iglesia católica, por haber confesado fielmente a Cristo Rey alcanzaron la corona del martirio.
La persecución religiosa de Méjico se extendió, en diferentes oleadas a lo largo de casi tres decenios del siglo XX. En 1911, apenas vencieron las fuerzas revolucionarias de Madero, sobre las de Porfirio Díaz, comenzó para los católicos un periodo de dos años en los que gozaron de igualdades jurídicas y políticas. En 1913, fue asesinado el presidente Madero, y fueron acusados los católicos y su jerarquía de se causantes o apoyar el asesinato, con lo cual fueron víctimas de una cruel persecución por las fuerzas revolucionarias. Venció el ejército de Carranza en 1914, que redactó la Constitucion anticlerical de 1917, donde se exiliaron a los obispos y la mayoría de los religiosos y el clero; se destruyeron iglesias y se prohibió el culto. En 1920, con la llegada del general Obregón se pusieron las bases para la paz religiosa, ablandando la censura, permitiendo el regreso de los obispos y el clero. En 1925, el presidente Calles, originó el cisma y volvió a la persecución religiosa, que originó un levantamiento del pueblo mejicano, llamados "cristeros" que reivindicaba la catolicidad del pueblo de Méjico, una parte del clero rural tuvo que ver en este levantamiento, y todo ello originó una fuerte persecución. Los obispos, la mayoría en el exilio, estuvieron divididos, y una parte no fue partidaria de la lucha armada. La Santa Sede a pesar de condenar la "Constitución de 1917", no apoyó a los "cristeros". El 1929, la Santa Sede consiguió y firmó con el gobierno mejicano "un modus vivendi" que comprometió al gobierno a firmar una amnistía a los clérigos y fieles y a deponer las armas a los cristeros. Hasta 1992, hubo en Méjico un estado laico, anticlerical, pero se "toleraba" a la Iglesia, hasta que se establecieron las relaciones diplomáticas con el Vaticano.
Víctimas de la persecución religiosa, de 1915 a 1937, dieron su vida por Cristo 22 presbíteros y 3 laicos, cuyas memorias y biografías se encuentran a lo largo del año. Los encabeza Cristóbal Magallanes. Fueron beatificados por Juan Pablo II el 22 de noviembre de 1992, y canonizados, por el mismo Pontífice, el 21 de mayo de 2000.
Los mártires fueron: David Galván Bermúdez (1915). Luis Batís Sáinz, Manuel Morales, Salvador Lara Puente, David Roldán Lara (1926). Cristóbal Magallanes Jara, Agustín Caloca Cortés, José María Robles Hurtado, Román Adame Rosales, Julio Álvarez Mendoza, Pedro Esqueda Ramírez, Rodrigo Aguilar Alemán, Jenaro Sánchez Delgadillo, José Isabel Flores Valera, Sabás Reyes Salazar, Mateo Correa Magallanes, David Uribe Velasco, Margarito Flores García, Miguel de la Mora y el beato Miguel Agustín Pro Juárez (1927). Justino Arona Madrigal, Atiliano Cruz Alvarado, Tranquilino Ubiarco Robles, Toribio Romo González, Jesús Méndez Montoya (1928). Pedro Maldonado Lucero (1937).
La persecución religiosa de Méjico se extendió, en diferentes oleadas a lo largo de casi tres decenios del siglo XX. En 1911, apenas vencieron las fuerzas revolucionarias de Madero, sobre las de Porfirio Díaz, comenzó para los católicos un periodo de dos años en los que gozaron de igualdades jurídicas y políticas. En 1913, fue asesinado el presidente Madero, y fueron acusados los católicos y su jerarquía de se causantes o apoyar el asesinato, con lo cual fueron víctimas de una cruel persecución por las fuerzas revolucionarias. Venció el ejército de Carranza en 1914, que redactó la Constitucion anticlerical de 1917, donde se exiliaron a los obispos y la mayoría de los religiosos y el clero; se destruyeron iglesias y se prohibió el culto. En 1920, con la llegada del general Obregón se pusieron las bases para la paz religiosa, ablandando la censura, permitiendo el regreso de los obispos y el clero. En 1925, el presidente Calles, originó el cisma y volvió a la persecución religiosa, que originó un levantamiento del pueblo mejicano, llamados "cristeros" que reivindicaba la catolicidad del pueblo de Méjico, una parte del clero rural tuvo que ver en este levantamiento, y todo ello originó una fuerte persecución. Los obispos, la mayoría en el exilio, estuvieron divididos, y una parte no fue partidaria de la lucha armada. La Santa Sede a pesar de condenar la "Constitución de 1917", no apoyó a los "cristeros". El 1929, la Santa Sede consiguió y firmó con el gobierno mejicano "un modus vivendi" que comprometió al gobierno a firmar una amnistía a los clérigos y fieles y a deponer las armas a los cristeros. Hasta 1992, hubo en Méjico un estado laico, anticlerical, pero se "toleraba" a la Iglesia, hasta que se establecieron las relaciones diplomáticas con el Vaticano.
Víctimas de la persecución religiosa, de 1915 a 1937, dieron su vida por Cristo 22 presbíteros y 3 laicos, cuyas memorias y biografías se encuentran a lo largo del año. Los encabeza Cristóbal Magallanes. Fueron beatificados por Juan Pablo II el 22 de noviembre de 1992, y canonizados, por el mismo Pontífice, el 21 de mayo de 2000.
Los mártires fueron: David Galván Bermúdez (1915). Luis Batís Sáinz, Manuel Morales, Salvador Lara Puente, David Roldán Lara (1926). Cristóbal Magallanes Jara, Agustín Caloca Cortés, José María Robles Hurtado, Román Adame Rosales, Julio Álvarez Mendoza, Pedro Esqueda Ramírez, Rodrigo Aguilar Alemán, Jenaro Sánchez Delgadillo, José Isabel Flores Valera, Sabás Reyes Salazar, Mateo Correa Magallanes, David Uribe Velasco, Margarito Flores García, Miguel de la Mora y el beato Miguel Agustín Pro Juárez (1927). Justino Arona Madrigal, Atiliano Cruz Alvarado, Tranquilino Ubiarco Robles, Toribio Romo González, Jesús Méndez Montoya (1928). Pedro Maldonado Lucero (1937).
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