viernes, 29 de mayo de 2020

Santa Úrsula Ledóchowska


En Roma, tránsito de santa Úrsula (Julia) Ledóchowska, virgen, que fundó el Instituto de Religiosas Ursulinas del Sagrado Corazón de Jesús Agonizante, y afrontó fatigosos viajes a través de Polonia, Escandinavia, Finlandia y Rusia.

Nació en Loosdorf, Austria, en el seno de una familia de la nobleza polaca y suiza en decadencia y exiliada y se llamaba Julia. Su hermana la beata María Teresa Ledóchowska, fue fundadora de las Misioneras de San Pedro Claver (Hermanas Claverianas) y conocida como “madre África”; su hermano Vladimiro, fue Prepósito General de la Compañía de Jesús; otro de sus hermanos, Ignacio, general del ejército polaco, murió en el campo de concentración de Dora-Nordhausen en 1945 por los nazis. 

Se trasladó con su familia a Cracovia (1883) y se dedicó a los pobres, ingresó en el monasterio de Santa Úrsula de Cracovia. Durante su profesión en 1889 tomó el nombre de María Úrsula de Jesús. Destacó por su amor a Dios, su talento educativo y su sensibilidad ante las necesidades sociales de las jóvenes. En 1904 fue elegida superiora del convento de Cracovia. Abrió el primer internado para universitarias en Polonia. Convencida de cambiar las Constituciones según las nuevas exigencias pastorales, se dirigió a Roma, y en audiencia con san Pío X, le pidió realizar su trabajo apostólico en Rusia.

Se marchó a Petroburgo para dirigir el convento "Stella Maris" para las muchachas rusas de religión católica, siempre en clandestinidad. Expulsada de Rusia durante la I Guerra Mundial (por ser austriaca), viajó por Escandinavia y Dinamarca recogiendo ayuda para las víctimas de la guerra. Trasladó su comunidad a Aalborg, en Dinamarca, en 1917 a raíz de la revolución bolchevique. En este tiempo la Santa Sede le concedió permiso para transformar su convento autónomo de Ursulinas en la Congregación de Hermanas Ursulinas del Sagrado Corazón de Jesús Agonizante. 

La espiritualidad de esta Congregación se centra en la contemplación del amor salvífico de Cristo y en la participación en la misión por medio de la educación y el servicio al prójimo, especialmente a los más necesitados. Úrsula educaba a sus religiosas para amar a Dios sobre todas las cosas y en Dios a toda persona humana y a toda la creación. Recomendaba, como testimonio creíble de una relación personal con Cristo, la sonrisa, la serenidad de espíritu, la humildad y la capacidad de vivir la vida ordinaria como camino privilegiado para la santidad. Ella misma era un ejemplo notable de ese tipo de vida. Por su gran labor recibió condecoraciones estatales y eclesiásticas. Murió en Roma. Fue canonizada por san Juan Pablo II el 18 de mayo de 2003.

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