sábado, 30 de mayo de 2020

San Huberto de Lieja


En Tervueren, también en Brabante, en Austrasia, tránsito de san Huberto, obispo de Tongres y Maastricht, discípulo y sucesor de san Lamberto, que se dedicó con todas sus fuerzas a la difusión del Evangelio por Brabante y las Ardenas, donde terminó con las costumbres paganas.

Natural de Toulouse del Languedoc, Francia. Vivió durante un tiempo como anacoreta y luego viajo a Roma, donde el Papa le nombró sucesor de san Lamberto como obispo de Maastricht y Tongres (c.706). En un pequeño pueblo de pescadores, sepultó el cuerpo de su predecesor, el obispo mártir san Lamberto; y de aquí surgirá la ciudad de Lieja, de la que fue su primer obispo (722-727). Evangelizó la región de las Ardenas, y murió a causa de un accidente de pesca que le deparó una herida en los dedos, en Tervuren, Bélgica. Algunos escritores afirman que Huberto ingresó en la comunidad de Stavelot.

Según la leyenda, era un cortesano de Pipino de Heristal, hijo mayor de Bertrán y de Hugbern, o Afre que era hermana de santa Oda de Amay. Algunas genealogías tienen a santa Oda como la esposa de Bertrán y madre de Huberto y de su hermano Eudo. Como los nobles merovingios de su tiempo, Huberto practicaba asiduamente la caza. Se trasladó a Metz, donde se casó (682) con Floribana, hija de Dagoberto, Conde de Lovaina. Fue una elección matrimonial conveniente por la importancia de las dos familias. Su hijo san Floriberto, como Huberto, llegaría a ser obispo de Lieja.

Huberto partió, luego de sentir el llamado del Señor, hacia Maastricht, donde san Lamberto era obispo, y a partir de entonces actuó como su director espiritual. Huberto renunció a su rango y derechos de primogenitura en el Ducado de Aquitania en favor de su hermano Eudo, que fue nombrado tutor de san Floriberto, el hijo de Huberto y Floribana. Distribuyó a los pobres su riqueza y estudió órdenes sagradas, para ser consagrado presbítero, asistiendo en la administración de la diócesis de Maastricht-Tongres a san Lamberto. Siguiendo su consejo, partió en romería hasta Roma el año 708, durante su ausencia fue asesinado su obispo y mentor. La hagiografía de Huberto indica que este asesinato fue revelado al Papa con la indicación de designar a Huberto, sucesor de san Lamberto en la diócesis de Maastricht-Tongres, como así sucedió.

Como obispo, trasladó la sede de Mastricht a Lieja, enterró a su predecesor en una basílica construida para honrar su memoria en el lugar mismo del asesinato y sentó las bases para hacer de Lieja una gran ciudad. El obispo Huberto destacó por su sencillez y austeridad, por intensidad de sus oraciones y ayunos y su famosa elocuencia. Evangelizó el área de las Ardenas.

Huberto murió en Tervuren, Brabante y fue enterrado en Lieja. Sus restos fueron luego exhumados el año 825 y trasladados a la abadía benedictina de Andain, situada en la población que actualmente se llama San Huberto. En los siguientes años hasta el siglo XVI, en que desaparecieron los restos, su sepulcro fue muy visitado y centro de peregrinación.

Según una leyenda posterior, al morir Floribana, al dar a luz a su hijo, se retiró Huberto a las boscosas Ardenas y se entregó a la caza. Pronto se obró un cambio espiritual en él. Cuando un Viernes Santo se encontraba cazando, al perseguir a un hermoso venado, éste se volvió y dejó ver un crucifijo entre la cornamenta, resaltado por luminosos rayos, según relata la pía leyenda. Seguidamente, oyó que decía: "Huberto, si no vuelves al Señor y llevas una vida santa, irás al infierno". Al oírlo, Huberto bajó del caballo, se postró y dijo: "Señor, ¿qué quieres que haga?. La respuesta fue: "Ve y busca a Lamberto, que te dirá lo que tienes que hacer".

La leyenda del ciervo crucífero apareció en la hagiografía medieval, repitiendo la leyenda que ya se atribuía de san Eustaquio, mártir romano del siglo II. Hacia el siglo XV, era una leyenda muy repetida en muchas partes Europa central. Es el patrón de los cazadores. El nombre y la protección de San Huberto se tomaron por algunas Ordenes Militares en el siglo XV. 

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