domingo, 31 de mayo de 2020

Domingo de PENTECOSTES


Día de Pentecostés, en el que se concluye el tiempo sagrado de los cincuenta días de Pascua y, con la efusión del Espíritu Santo sobre los discípulos en Jerusalén, se recuerda los orígenes de la Iglesia y del inicio de la misión de los apóstoles entre todas las tribus, lenguas, pueblos y naciones. 

Para los judíos es la fiesta que recuerda el día en el que Yahvé entregó a Moisés, en el monte Sinaí, las tablas de la Ley. Para la Iglesia Católica es la fiesta que recuerda la venida del Espíritu Santo sobre los apóstoles. 

ORIGEN DE LA FIESTA:

Para los judíos la fiesta era inicialmente denominada “fiesta de la cosecha” y “fiesta de los primeros frutos”; se celebraba 50 días después de la Pascua judía e indicaba el inicio de la cosecha del grano; en los textos bíblicos es siempre una alegre fiesta agrícola. 

También se la llama “fiesta de las Semanas”, porque se celebra 7 semanas después de Pascua; en griego “pentecostés” significa “50 días”. Il termino Pentecostés, refiriéndose a la “fiesta de las Semanas”, es citado en Tob 2, 1 y Mac 12, 31-32ss-

El fin primigenio de esta fiesta, era agradecer a Dios los frutos de la tierra, de aquí más tarde, se llega al recuerdo del más grande don realizado por Dios hacia el pueblo hebreo: la promulgación de la Ley mosaica en el monte Sinaí. 

Según el ritual judío, la fiesta consistía con la peregrinación de todos los hombres a Jerusalén, la abstinencia total de cualquier trabajo, una asamblea sagrada y sacrificios particulares; y era una de las tres fiestas de peregrinación (Pascua, Tiendas, Pentecostés), que cada devoto judío era invitado a celebrar en Jerusalén.

Hechos de los Apóstoles 2,1-11: 
“Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en el mismo lugar. De repente, un ruido del cielo, como de un viento recio, resonó en toda la casa donde se encontraban. Vieron aparecer unas lenguas, como llamaradas, que se repartían, posándose encima de cada uno. Se llenaron todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar en lenguas extranjeras, cada uno en la lengua que el Espíritu le sugería. Se encontraban entonces en Jerusalén judíos devotos de todas las naciones de la tierra. Al oír el ruido, acudieron en masa y quedaron desconcertados, porque cada uno los oía hablar en su propio idioma. Enormemente sorprendidos, preguntaban: - «¿No son galileos todos esos que están hablando? Entonces, ¿cómo es que cada uno los oímos hablar en nuestra lengua nativa? Entre nosotros hay partos, medos y elamitas, otros vivimos en Mesopotamia, Judea, Capadocia, en el Ponto y en Asia, en Frigia o en Panfilia, en Egipto o en la zona de Libia que limita con Cirene; algunos somos forasteros de Roma, otros judíos o prosélitos; también hay cretenses y árabes; y cada uno los oímos hablar de las maravillas de Dios en nuestra propia lengua.»

Evangelio según San Juan 20,19-23: 
“Al anochecer de aquel día, el día primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: - «Paz a vosotros.»
Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió: - «Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo.»
Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: - «Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.»

PENTECOSTES EN EL CRISTIANISMO: 

Los cristianos inicialmente llamaron Pentecostés, al periodo de cincuenta días después de Pascua. Por lo que parece, fue Tertuliano, el primero en hablar de una fiesta explícita en honor al Espíritu Santo. Al final del siglo IV, Pentecostés era una fiesta solemne en la que se confería el bautismo a quienes no lo habían podido recibir durante la Vigilia Pascual. 

Las "Constituciones apostólicas" dan testimonio de la Octava de Pentecostés en Oriente, mientras que en Occidente aparecen el periodo carolingio. La Octava litúrgica se conservó hasta el 1969; mientras los días festivos de Pentecostés se redujeron en el 1094, a los tres primeros días de la semana; luego reducidos a dos en las reformas del Setecientos. 

Al inicio del siglo XX, fue eliminado el Lunes de Pentecostés, que todavía hoy se conserva como fiesta en Francia y en los países protestantes. 

La Iglesia, en la fiesta de Pentecostés, ve su verdadero acto de nacimiento de inicio misionero, considerándola junto a la Pascua, la fiesta más solemne de todo el calendario cristiano.

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