jueves, 20 de julio de 2017

Lecturas



En aquellos días, al escuchar Moisés la voz del Señor entre las zarzas, le replicó:
«Mira, yo iré a los hijos d Israel y les diré: “El Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros”.
Si ellos me preguntan: “¿Cuál es su nombre?”, ¿qué les respondo?»
Dios dijo a Moisés:
«”Yo soy el que soy”; esto dirás a los hijos de Israel: “Yo soy” me envía a vosotros».
Dios añadió:
«Esto dirás a los hijos de Israel: “El Señor, Dios de vuestros padres, Dios de Abrahán, Dios de Isaac,
Dios de Jacob, me envía a vosotros. Este es mi nombre para siempre: así me llamaréis de generación en generación”.
Vete, reúne a los ancianos de Israel y diles: “El Señor Dios de vuestros padres se me ha aparecido, el Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Jacob, y me ha dicho: ‘”He observado atentamente cómo os tratan en Egipto y he decidido sacaros de la opresión egipcia y llevaros a la tierra de los cananeos, hititas, amorreos, perizitas, heveos y jebuseos, a una tierra que mana leche y miel”.
Ellos te harán caso, y tú, con los ancianos de Israel, te presentarás al rey de Egipto y le diréis: “El Señor Dios de los hebreos, nos ha salido al encuentro y ahora nosotros tenemos que hacer un viaje de tres jornadas por el desierto para ofrecer sacrificios al Señor nuestro Dios”.
Yo sé que el rey de Egipto no os dejará marchar ni a la fuerza; pero yo extenderé mi mano y heriré a Egipto con prodigios que haré en medio de él, y entonces os dejará marchar».


En aquel tiempo, tomó la palabra Jesús y dijo:
«Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera».

Palabra del Señor.

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