“El ángel de los niños enfermos” El 24 de octubre de 1880 nació en San Gregorio, pequeño pueblo de montaña en la región de los Abruzos, Italia, Antonina De Angelis hija de Ludovica De Angelis y Santa Colaianni, humildes labradores de la región, quienes enseñaron a la pequeña sus primeras palabras y oraciones al mismo tiempo que infundían en ella el amor a Nuestro Señor Jesucristo, la devoción a la Santa Virgen María, a la misa dominical y a los sanos principios de castidad y caridad cristiana.
Antonina creció en ese hogar devoto y piadoso, ayudando a sus padres y llevando una vida ejemplar hasta que, a fines de 1904 , anunció que estaba decidida a abrazar la vida religiosa, ingresando el 14 de Noviembre de ese mismo año en el noviciado de las Hijas de la Misericordia. En mayo de 1905 vistió el hábito y tomó el nombre de María Ludovica, con el que pasaría a la inmortalidad . El 3 de ese mes hizo sus votos de obediencia, pobreza y castidad para dedicarse, durante los dos años siguientes, a la oración, al cuidado de la niñez y al socorro de los menesterosos.
El 14 de noviembre de 1907 su congregación la envió a la República Argentina, con un reducido grupo de religiosas que arribó al puerto de Buenos Aires el 4 de diciembre, encaminándose a la ciudad de La Plata donde, llamada por las damas de la Sociedad de Beneficencia, se incorporó al incipiente Hospital de Niños local, fundado el 6 de septiembre de 1887. Sor Ludovica supo brindar al Hospital de Niños una calidez especial con la que superó la típica frialdad de esas instituciones, estableciendo con éxito el espíritu de familia entre internados, médicos, enfermeros y directivos. Después de su fallecimiento, acaecido el 25 Febrero de 1962, cuando contaba 82 años de edad, el merecido homenaje pudo realizarse. Durante su sepelio, el Dr. Carlos Boffi, director del Hospital, manifestó que por entonces funcionaba “ … 25 servicios con capacidad de 600 enfermitos.
Todo es obra concebida, dirigida y obtenida por la Superiora, Madre Ludovica”. Con su desaparición, los niños enfermos no solamente perdieron una madre sino a un verdadero ángel protector. En el año 2004 fue beatificada por el Papa Juan Pablo II, después de haber sido reconocido un milagro de curación en una niña platense de pocos años de edad. De comprobarse un milagro más, la venerable religiosa de las Hijas de la Misericordia accederá a la santidad que ya tiene ganada por la grandeza de su obra en pro de los niños enfermos y necesitados.
Antonina creció en ese hogar devoto y piadoso, ayudando a sus padres y llevando una vida ejemplar hasta que, a fines de 1904 , anunció que estaba decidida a abrazar la vida religiosa, ingresando el 14 de Noviembre de ese mismo año en el noviciado de las Hijas de la Misericordia. En mayo de 1905 vistió el hábito y tomó el nombre de María Ludovica, con el que pasaría a la inmortalidad . El 3 de ese mes hizo sus votos de obediencia, pobreza y castidad para dedicarse, durante los dos años siguientes, a la oración, al cuidado de la niñez y al socorro de los menesterosos.
El 14 de noviembre de 1907 su congregación la envió a la República Argentina, con un reducido grupo de religiosas que arribó al puerto de Buenos Aires el 4 de diciembre, encaminándose a la ciudad de La Plata donde, llamada por las damas de la Sociedad de Beneficencia, se incorporó al incipiente Hospital de Niños local, fundado el 6 de septiembre de 1887. Sor Ludovica supo brindar al Hospital de Niños una calidez especial con la que superó la típica frialdad de esas instituciones, estableciendo con éxito el espíritu de familia entre internados, médicos, enfermeros y directivos. Después de su fallecimiento, acaecido el 25 Febrero de 1962, cuando contaba 82 años de edad, el merecido homenaje pudo realizarse. Durante su sepelio, el Dr. Carlos Boffi, director del Hospital, manifestó que por entonces funcionaba “ … 25 servicios con capacidad de 600 enfermitos.
Todo es obra concebida, dirigida y obtenida por la Superiora, Madre Ludovica”. Con su desaparición, los niños enfermos no solamente perdieron una madre sino a un verdadero ángel protector. En el año 2004 fue beatificada por el Papa Juan Pablo II, después de haber sido reconocido un milagro de curación en una niña platense de pocos años de edad. De comprobarse un milagro más, la venerable religiosa de las Hijas de la Misericordia accederá a la santidad que ya tiene ganada por la grandeza de su obra en pro de los niños enfermos y necesitados.
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