domingo, 25 de julio de 2010

Homilía


SOLEMNIDAD DE
SANTIAGO APOSTOL,
PATRON DE ESPAÑA

Pocos santos están tan envueltos en la leyenda como Santiago Apóstol: su supuesta llegada a España, la aparición de la Virgen María a un cansado Apóstol en Zaragoza, a orillas del Ebro; su intervención en la Batalla de Clavijo o el misterio de su tumba.
No es mi propósito investigar la historia y analizar los acontecimientos, sino comentar la realidad evangélica y la tradición que ha llegado hasta nuestros días, desde una visión de fe.

Datos que nos ofrecen los Hechos de los Apóstoles y los Evangelios

Santiago era hermano de Juan. Este había encontrado a Jesús, junto con Andrés, en un día inolvidable, a las 4 de la tarde, tal como nos relata el cuarto evangelio.
Poco tiempo después, ambos hermanos, parientes de Jesús, lo encuentran a la orilla del lago de Galilea. Están componiendo las redes de pesca con Zebedeo, su padre.
También los hermanos, Pedro y Andrés, se hallan cerca haciendo lo mismo.
Los cuatro reciben la invitación de Jesús para pescar a una hora inapropiada, y asisten atónitos a la mayor redada de peces que habían recogido en su vida de pescadores.
Lo dejan todo ante la llamada de Jesús en una respuesta decidida.
Los dos hermanos y Pedro, pertenecientes al grupo de los Doce, son elegidos como los tres más íntimos de Jesús y testigos predilectos de la resurrección de la hija de Jairo, la Transfiguración en el Monte Santo y la Oración del Huerto de los Olivos.
El carácter impulsivo de los dos hermanos queda de manifiesta en Samaria, cuando Jesús no es bien recibido en un pueblo; le piden al Maestro que haga llover sobre la gente del lugar “fuego del cielo”.
Desde entonces son apodados los “Hijos del Trueno”.
El evangelio de hoy recoge la petición de las “madre de los Zebedeos” para que sus hijos ocupen puestos relevantes en el Reino de los Cielos al lado de Jesús.
La pregunta de Jesús: ¿Podéis beber el cáliz que yo he de beber”?, recibe rápida respuesta: “PODEMOS”
Y, ¡vaya si pudieron!
Santiago apuró el cáliz del sacrificio siendo el primero del grupo de los Doce en dar su vida por Jesús. Fue decapitado por mandato del rey Herodes, según el relato de los Hechos que hemos escuchado.

Lo que ha llegado desde la tradición

Santiago sería el primero de los Apóstoles en llegar a España, obedeciendo el mandato de Jesús de llevar el evangelio hasta los confines de Occidente. Cansado de andar por los caminos y predicar por pueblos, aldeas y ciudades, recibe la vista de la Virgen en carne mortal, sobre un pilar, a orillas del Ebro, en la entonces ciudad romana, Caesar Augusta, una de la principales del Imperio.

Otra maravillosa tradición surge en torno a un campo de estrellas, que el eremita Pelayo interpreta como señal del sepulcro del Apóstol, y que se convertirá en Compostela.

Entre los ss. XI y XIV los caminos de Europa, y sobre todo de España, se pueblan de iglesias, monasterios, ermitas, posadas, ciudades y negocios de diversa índole, que se van abriendo hacia Compostela.
Millares de peregrinas afluyen desde los puntos más lejanos de Europa, tardando a veces años, hasta llegar a los pies del Apóstol para sanar las heridas del alma, reencontrarse consigo mismos y hallar una razón suprema a su vida cristiana en el extremo del mundo, en Finisterre, frente al mítico océano desconocido.

La necesidad de peregrinar a Compostela se hace más necesaria desde la conquista y posterior cierre de Jerusalén por los sarracenos.

Los símbolos jacobeos

Tanto el bastón como la viera y la calabaza están asociados al Camino.

El bastón o báculo del peregrino es una valiosa ayuda para soportar los duros avatares de la vida.


La viera palabra gallega, nos habla del misterio del mar, del horizonte infinito, del Finisterre, reto y aventura.

La calabaza es un elemento imprescindible para llevar la humilde agua que se comparte con otros caminantes.


El Camino de Santiago hoy

Los avances tecnológicos, la sed de aventuras, los desafíos personales y, sobre todo, la fe han convertido el camino en un desfile continuo de masas.
Las autoridades civiles y religiosas han arreglado las rutas jacobeas, invertido en alojamientos y desplegado eficaces propagandas.
Los motivos que alientan a los peregrinos de todo el mundo son múltiples; desde los que lo hacen por puro deporte y afán de superación hasta los que viven las jornadas como reencuentro con sus raíces cristianas y como expresión evangélica de fe con todos los peregrinan a su lado.
En cualquier caso, la meta sigue siendo la misma: el abrazo al Apóstol y la solidaridad con gentes de distintas razas y naciones.
El cambio que se opera en cada peregrino entra en el capítulo de la intimidad
Hoy necesitamos, más que nunca, recuperar el dinamismo de la Edad Media y cimentar en torno a la fe la unidad de la vieja Europa, resquebrajada por los egoísmos nacionales e intereses contrapuestos.
La ruta jacobea sigue siendo un referente único.

¿Qué nos dice esta fiesta de nuestro Santo Patrón?

1.- Que Santiago (San Yago) encarna las virtudes del pueblo español: el apasionamiento y la radicalidad en el seguimiento de Jesús, pero también los defectos: la intransigencia y la intolerancia, que dieron origen a la inquisición y a numerosas guerras civiles.
A Santiago lo transformó el encuentro definitivo con el Resucitado.
Algo parecido puede ocurrirnos en la medida que seamos abiertos a otras culturas y a la aceptación de las discrepancias.

2.- Que debemos romper, como el Apóstol, las fronteras que nos separan en pos de un ideal que dé sentido auténtico a nuestras vidas.

Visto el mundo de esta manera es más fácil crear fraternidad y solidaridad.
Es una utopía, pero no olvidemos que el mismo Evangelio nos arrastra hacia ella.

¡QUE SANTIAGO
BENDIGA A
NUESTRA PATRIA!

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