martes, 30 de mayo de 2023

30 de Mayo – San FERNANDO III "el Santo"

San Fernando III, rey de Castilla y de León, que fue prudente en el gobierno del reino, protector de las artes y las ciencias, y diligente en propagar la fe. Descansó finalmente en la ciudad de Sevilla.

Nació en Valparaíso, Zamora, y era hijo de Alfonso IX de León y de Berenguela de Castilla y primo de san Luis IX, rey de Francia. El papa Inocencio III declaró nulo el matrimonio de sus padres, pues doña Berenguela era sobrina de don Alfonso, pero luego el hijo fue legitimado por el mismo Pontífice; su padre se casó con la beata Teresa de Portugal. Su madre le educó en la fe cristiana y cuando contaba diez años le salvó la vida: Fernando no podía dormir y comer, Berenguela cogió al niño en sus brazos, se fue al monasterio de Oña, rezó durante una noche entera ante la imagen de María "y el menino empieza a dormir, et depois que foi esperto, luego de comer pedía". Se casó con Beatriz de Suabia, hija del rey alemán Felipe, con quien tuvo diez hijos, después de 16 años de matrimonio feliz se quedó viudo, y por razones políticas se volvió a casar con la princesa Juana de Ponthieu, de la que tuvo tres hijos.

Su madre le cedió sus derechos como rey de Castilla, al morir su tío Enrique I. Tuvo dificultades con su padre, pero al morir éste, también heredó el reino de León. De esta forma consiguió unir los dos reinos. Pero su idea fija fue la total reconquista de España, el retorno de Andalucía a la civilización cristiana. Tenía 25 años cuando pisó por primera vez tierras andaluzas. Liberó de los sarracenos Baeza, Córdoba, Jaén, Murcia y Sevilla; en frase suya, "no por nuestros merecimientos, sino por los de Cristo, cuyo caballero nos somos; y por los ruegos de Santa María, cuyo siervo nos somos; y por los merecimientos de Santiago, cuyo alférez nos somos y cuya enseña traemos y que nos ha ayudado siempre a vencer". Llevó siempre consigo una imagen de la Virgen de Oña que entronizó en Sevilla y Andalucía para que fueran "La tierra de María Santísima". La toma de la ciudad de Sevilla le costó 20 meses de asedio.

Creó la universidad de Salamanca, concedió grandes beneficios a los estudiantes, abrió una era de esplendor para Castilla. Inauguró las obras de grandes catedrales como las de Burgos, Toledo, León, Osma, Palencia y convirtió en iglesia la mezquita de Córdoba. Mandó traducir el "Fuero Juzgo". Impulsó el uso del castellano-leonés en sustitución del latín. Fundó el Tribunal Supremo de Castilla para unificar la justicia. Por primera vez se reunieron las Cortes de Castilla. Tuvo buenos consejeros, como el arzobispo don Rodrigo Jiménez de Rada. 

Recibió con singular agrado a los pobres, los sentaba a su mesa, les servía y les lavaba los pies. "Más temo, solía decir, la maldición de una pobre vieja que todos los ejércitos juntos de los moros". Temía cometer la más pequeña injusticia y ofender al último de sus súbditos. Se dice que fue terciario franciscano. Cuando preparaba, en Sevilla, una expedición al Norte de África se sintió enfermo y murió, con esta oración: "Señor, te doy gracias; te entrego el reino que me diste, con aquel aprovechamiento que yo en él pude hacer; y te ofrezco mi alma para que la recibas en la compañía de tus siervos". A su hijo Alfonso X el Sabio le aconsejó: “Hijo, trabaja por ser bueno y hacer el bien, que ya tienes con qué”. Murió de hidropesía en Sevilla. Está enterrado en Sevilla y en su tumba hay una inscripción en hebreo, latín, árabe y castellano que dice: “Rey de las tres religiones”. Fue canonizado el 7 de febrero de 1671 por el papa Clemente X.

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