jueves, 2 de febrero de 2023

02 de Febrero - SAN NICOLÁS SAGGIO DE LONGOBARDIS

En Roma, san Nicolás Saggio de Langobardis, religioso de la Orden de los Mínimos, que ejerció con humildad y santamente el oficio de portero.

Juan Bautista Saggio nació en Longobardo en Calabria. Hijo de pobres progenitores, aprendió de ellos el amor a Dios. No sabía ni escribir ni leer, sólo sabía orar y trabajar, humillarse y mortificarse. Había en su pueblo un convento de religiosos mínimos de San Francisco de Paula y a él acudió Juan Bautista para encauzar la vocación religiosa que intensamente sentía. Sus padres, pese a ser personas piadosas, se opusieron con toda energía, y hubo el joven con gran paciencia y la ayuda extraordinaria de Dios de vencer esta resistencia y poder realizar su vocación. Con 20 años fue enviado a Paola a hacer su noviciado, recibiendo el hábito en calidad de oblato y tomando el nombre de hermano Nicolás. Fue realmente mínimo entre los mínimos. 

Destinado a su propio pueblo natal por dos años, pasó luego al de San Marco Argentano, donde desempeñó los oficios de cocinero, jardinero y limosnero. Posteriormente pasó por otros cuatro conventos con idénticos oficios. En todos los conventos dejaba una estela de ejemplaridad en el cumplimiento de la regla y en el espíritu de fervorosa piedad. El corrector general de la Orden, P. Pedro Curtí de Cosenza, se lo llevó a Roma, al convento de San Francisco de Paula ai Monti, donde fue sacristán y luego portero. Dios le concedió extraordinarios dones místicos que le hicieron notable en su comunidad y fuera de ella, por lo que tuvo general fama de santidad en Roma. Entre 1693 y 1697 vivió fuera de Roma, y dentro de esos años, uno en el convento de su pueblo natal, cuya iglesia logró restaurar con las limosnas recogidas.

Vuelto a Roma, volvió a ser objeto de la veneración universal por su contagiosa piedad y su humildad evangélica. No pudo ser sacerdote porque era indocto. Fue siempre sereno, obediente y humildísimo; además, en su tiempo libre, visitaba las “siete iglesias”, y ayudaba a enfermos y pobres. Cuando se puso enfermo, acudieron a visitar su pobre celda cientos de personas, entre ellos cardenales y prelados de la Curia. Fue beatificado por Pío VI el 11 de julio de 1786 y canonizado por Francisco el 23 de noviembre de 2014.

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