domingo, 14 de agosto de 2022

14 de Agosto San MAXIMILIANO MARÍA KOLBE

Memoria de san Maximiliano María (Ramón) Kolbe, sacerdote de la Orden de los Hermanos Menores Conventuales y mártir, que, fundador de la Milicia de María Inmaculada, fue deportado a distintos lugares de prisión y, al final llegó al campo de exterminio de Auschwitz cercano a Cracovia en Polonia, se presentó a los carniceros en lugar de un compañero de prisión, ofreciendo su ministerio como holocausto de caridad y modelo de fidelidad a Dios y a los hombres. 

Raimundo nació en Zdunska-Wola (Polonia), en el seno de una familia de acomodados tejedores cristianos. La familia se trasladó a Pabianice con intención de mejorar la vida. Maximiliano fue un chico vivaracho, travieso y bastante obstinado. Parece ser que desde muy niño tuvo una visión de María, que le presentó dos coronas: la de la santidad y la del martirio, y Maximiliano eligió las dos. Ingresó muy joven en el convento de los Hermanos Menores Conventuales en Leópoli, junto a su hermano Francisco, pero a los 16 años, pensando que no tenía vocación decidió exponerlo a sus padres, quiénes adelantándose a su decisión, sin conocerla, le propusieron su propio deseo de ingresar cada uno en un convento, esta confesión le hizo callarse la suya. Ingresó en 1907, en los Franciscanos Menores Conventuales.

Fue enviado a Roma, donde se doctoró en la Filosofía y Teología en la universidad Gregoriana, y en 1918, fue ordenado sacerdote. Por su ardiente amor a María, tomo su nombre de Maximiliano María en 1914, al hacer los votos solemnes. Estaba convencido de que comenzaba la época de la Inmaculada, en la que María aplastaría la cabeza de la serpiente. Por eso fundó la asociación denominada Milicia de la Inmaculada (llamada Pía Unión de María Inmaculada), cuyos miembros hacían una opción global; editaron una revista “El Caballero de la Inmaculada” que tuvo una gran difusión. Construyó de la nada toda una ciudad (1927), llamada ciudad de la Inmaculada (Niepokalonw), cerca de Varsovia, que se difundió por su patria y por varias regiones (a los diez años contaba con 762 religiosos). Mientras tanto había regresado a Polonia en 1919, con el título de profesor de Historia eclesiástica del seminario de Cracovia. Pero tuvo que abandonar porque enfermó de tuberculosis, que le llevaría al borde de la muerte. Después de pasar cuatro años en el sanatorio e Zakopane, salió de allí muy debilitado, pero continuó con su ideal de extender la devoción a la Inmaculada y al Sagrado Corazón.

Misionero en Japón en 1930, fundó allí una ciudad análoga en la periferia de Nagasaki, a la que llamó "El Jardín de la Inmaculada". Vuelto a su patria en 1936, sufrió la persecución de la Gestapo, que transformó la Ciudad de la Inmaculada en un campo de concentración; mientras él había puesto a salvo a todos sus hermanos, pero él se quedó en su puesto y con otras personas que también se quedaron fueron arrestados y enviados al campo de concentración de Amitz. Después de tres meses se les permitió volver a Niepokalonw, donde lograron reorganizarla para la supervivencia de todos los deportados, y crearon una enfermería para ello. En la última edición de su revista, escribió Maximiliano un artículo en el que invocaba a la Inmaculada que trajese la paz al mundo. Arrestado en 1941 por segunda vez, fue encerrado en el campo de trabajo de Auschwitz con cuatro ancianos sacerdotes, donde se le dio el número 16.670 y por odio se le mezcló con los judíos. En el campo hizo trabajos forzados, sufrió una grave pulmonía, y fue designado al famoso bloque 14. Durante su prisión les decía a todos: "El odio no es una fuerza creativa; sólo el amor es la fuerza creativa".

A fines de Julio de 1941, hubo una fuga en el campo de concentración del bloque 14, y como represalia se eligió por azar a unos cuantos prisioneros para que murieran de hambre. Uno de los designados era el sargento polaco Franciszek Gajowniezel, padre de familia, y entonces Maximiliano se adelantó ofreciéndose a ocupar su lugar: "soy sacerdote católico" dijo. Tres semanas después, quedaron solo cuatro presos, Kolbe murió, tras habérsele inyectado ácido muriático, consolando a sus compañeros en la víspera de la fiesta de la Asunción. Sus restos fueron incinerados. El día 10 de octubre de 1982, el Papa Juan Pablo II lo proclamó santo.

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