En Vienne, en la Galia Lugdunense, san Avito, obispo, que, en tiempo del rey Gundobaldo, con su fe y su actividad pastoral defendió a la Galia de la herejía arriana.
Nació en Vienne (Francia) y era hermano de san Apolinar, obispo de Valence. Su padre san Esiquio, había sido senador romano y obispo de Vienne. Creció en un clima en que la fe y la cultura iban hermanadas. Contrajo matrimonio y formó una familia; tenía unos cuarenta años cuando enviudó; distribuyó sus bienes entre los pobres y se retiró en un monasterio a las afueras de su ciudad natal. En el 490, fue nombrado obispo de Vienne, sucediendo a san Mamerto, el sucesor de su padre, y se conquistó el respeto de sus fieles, de los francos paganos y de los burgundios arrianos.
Enodio, en su "Vida de San Epifanio de Pavía", dice de Avito que era un arsenal de sabiduría, y añade que cuando los borgoñones habían cruzado los Alpes y se habían llevado gran cantidad de cautivos de Liguria, Avito rescató a muchos. El rey de Francia, Clodoveo, aunque todavía era pagano y Gondebaldo, rey de Borgoña, no obstante ser arriano, lo respetaban mucho. Después de la muerte de Gondebaldo en 516, su hijo y sucesor, san Segismundo, fue atraído a la fe cristiana por Avito. En 517, el santo presidió un famoso concilio en Epaon, que ratificó el paso de los burgundios al catolicismo y dio a la iglesia burgundia una organización propia. Cuando el rey san Segismundo había manchado sus manos con la sangre de su hijo Sigerico, por un cargo falso hecho contra él por su madrastra, Avito le inspiró tal horror por su crimen, que lo convirtió y después mandó reconstruir la abadía de Agaunum o San Mauricio.
Fue también un elegante escritor e incansable frente al arrianismo. La mayoría de las obras de Avito se han perdido, pero tenemos cinco poemas que forman una serie a la que él mismo da el título de "De spiritualis historiae gestis", y otro sobre la virginidad, dedicado a su hermana Fuscina y a otras monjas. Hay setenta y ocho cartas (incluyendo una bien conocida a Clodoveo en su bautismo), dos homilías completas y fragmentos de otras veinticinco. Enodio y otros escritores de la época ensalzan su saber, su caridad para los pobres y sus muchas otras virtudes; Avito fue sin embargo más un literato que un teólogo. Avito fue considerado santo por el celo demostrado en defensa de la ortodoxia católica y de la unidad de la Iglesia en torno al obispo de Roma, en una época en que las instituciones políticas heredadas del Imperio romano, ya no podían garantizar la unidad.
Nació en Vienne (Francia) y era hermano de san Apolinar, obispo de Valence. Su padre san Esiquio, había sido senador romano y obispo de Vienne. Creció en un clima en que la fe y la cultura iban hermanadas. Contrajo matrimonio y formó una familia; tenía unos cuarenta años cuando enviudó; distribuyó sus bienes entre los pobres y se retiró en un monasterio a las afueras de su ciudad natal. En el 490, fue nombrado obispo de Vienne, sucediendo a san Mamerto, el sucesor de su padre, y se conquistó el respeto de sus fieles, de los francos paganos y de los burgundios arrianos.
Enodio, en su "Vida de San Epifanio de Pavía", dice de Avito que era un arsenal de sabiduría, y añade que cuando los borgoñones habían cruzado los Alpes y se habían llevado gran cantidad de cautivos de Liguria, Avito rescató a muchos. El rey de Francia, Clodoveo, aunque todavía era pagano y Gondebaldo, rey de Borgoña, no obstante ser arriano, lo respetaban mucho. Después de la muerte de Gondebaldo en 516, su hijo y sucesor, san Segismundo, fue atraído a la fe cristiana por Avito. En 517, el santo presidió un famoso concilio en Epaon, que ratificó el paso de los burgundios al catolicismo y dio a la iglesia burgundia una organización propia. Cuando el rey san Segismundo había manchado sus manos con la sangre de su hijo Sigerico, por un cargo falso hecho contra él por su madrastra, Avito le inspiró tal horror por su crimen, que lo convirtió y después mandó reconstruir la abadía de Agaunum o San Mauricio.
Fue también un elegante escritor e incansable frente al arrianismo. La mayoría de las obras de Avito se han perdido, pero tenemos cinco poemas que forman una serie a la que él mismo da el título de "De spiritualis historiae gestis", y otro sobre la virginidad, dedicado a su hermana Fuscina y a otras monjas. Hay setenta y ocho cartas (incluyendo una bien conocida a Clodoveo en su bautismo), dos homilías completas y fragmentos de otras veinticinco. Enodio y otros escritores de la época ensalzan su saber, su caridad para los pobres y sus muchas otras virtudes; Avito fue sin embargo más un literato que un teólogo. Avito fue considerado santo por el celo demostrado en defensa de la ortodoxia católica y de la unidad de la Iglesia en torno al obispo de Roma, en una época en que las instituciones políticas heredadas del Imperio romano, ya no podían garantizar la unidad.
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