miércoles, 22 de mayo de 2019

San Juan Vladimiro, príncipe


Zeta (Montenegro), siglo X – Prespa (Macedonia), Mayo 22, 1016.

Etimológicamente significa “Dios es misericordia” y “grande en poder”. Vienen de la lengua hebrea y de la alemana.

Este joven, principe de Zeta (y no rey de Dalmacia como aseguran algunos), tuvo que actuar contra Samuel, Zar de Macedonia, porque le había declarado la guerra.

Quería el macedonio apoderarse de su pequeño reino. El joven principe Juan Vladimiro perdió la guerra y sus Estados.

Y para colmo, se lo llevaron cautivo al país balcánico (Macedonia). Menos mal que le permitieron que pudiera recibir visitas una vez a la semana.

Una de estas visitas que le gratificaron mucho, fue la de la hija de Samuel. Era una ferviente cristiana. Fue a lavarle los pies, como hizo Cristo en el Evangelio, al rey destronado. Ella le decía a su padre:"¿Dónde está aquel con quien me voy a casar? ¿Es que no hay nadie?".

La princesa se había enamorado locamente del rey encarcelado. Se lo comunicó al padre. Este, más o menos por las buenas y pensando en el bien de su hija, permitió el casamiento.

Ya casados, volvieron a Zeta, en donde vivieron unos años de paz y de felicidad.

A la muerte de Samuel, un desalmado asesinó a su hijo y al heredero, se apoderó del trono y tomó la decisión de apoderarse también de Zeta.

Con falsas apariencias y muchos halagos, propio de algunos cortesanos, invitó a Vladimiro a su corte. Y mientras salía de la capilla en la que había estado orando al Señor y a la Virgen durante un buen rato, unos sicarios le dieron muerte.

Juan Vladimiro se convirtió en un santo muy popular en los Balcanes.

Comenzaron a cantar sus canciones de gesta, sus méritos y sus desgracias. La iglesia le dio desde entonces el culto propio de un mártir.

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